ORTEGA Y GASSET, SOLEDAD


 

Ortega presenta la soledad del hombre, tal es el caso, que imagino hipotético, de alguien que, viviendo entre las dunas del desierto, no conociera a otro humano.

Y, de pronto, en la otra duna, hiciera su presencia  otro ser idéntico, en forma, a mí. En la esperanza que no sea un espejismo, mi soledad anhelante me hará precipitarme para hablarle, darle la bienvenida y contemporizar.

Me detengo. Veo que la figura saca una cámara fotográfica y me retrata. Es un cacharro. Una vieja polaroid pues de inmediato obtiene una fotografía y la examina. Retratarme fue mediante un movimiento rápido pues apenas me “vio por el visor”, “disparó”. Pero ahora se toma mucho tiempo para examinar la fotografía…

Espero. ¿Quién y cómo es ese otro igual? Estoy parado en un lugar y aquel en otro lugar. Por su lejanía hay un “allá”. Si estuviera más cerca habría un “ahí”, pero el caso es que cada quien  está parado en su “aquí”. En su individualidad y en su circunstancia.

Recuerdo que Ortega dice que si arrojo una piedra, o corto una planta, no pasa nada con relación a mí. La piedra se parte en fragmentos y la planta se quiebra.  ¡No hay reciprocidad!

¡La piedra ni hace ni padece” escribe Ortega en El hombre y la gente.

Pero si me encuentro con una fiera, o con escorpión, sí va a haber respuesta. Lo sé por su reacción. En la mirada del perro sé que me va a atacar o se acercará amistoso. Una ardilla huirá de mi presencia o se  acercará para que le arroje cacahuates.

 Lo animales, incluido  yo y la figura aquella sobre la duna, somos  carne. Y la carne, a  diferencia de la roca y de la planta, tiene reacciones químicas y motivaciones vitales. Todo eso delata  intenciones. Se mueve para contemporizar, huir,  o para atacar. Sus gestos pero, sobre todo, la mirada.

¿Cómo co-existir con los animales, incluidas las personas?:

“Para co-existir más con el animal, lo único que puedo hacer  es reducir mi propia vida, elementalizarla, entontecerme y aneciarme hasta ser casi otro animal, como le pasa a esas señoras de edad que viven años y años solas con un perro ocupadas exclusivamente de él acompañadas únicamente por él, y acaban por parecerse hasta fisonómicamente a su can.”

El éxito de los “matrimonios para siempre” es que encontraron la manera de co-existir. Empezaron viéndose, no mirándose. Después que los pajaritos se fueron, quedaron dos amigos que decidieron vivir juntos, tener hijos, y cada uno de los cónyuges con sus defectos y sus virtudes, ¿se aceptaron o no? Y a eso se reduce todo. Y la co-existencia se volvió co-dependencia, en todos sentidos.

Dibujo tomado del libro
La psiquiatría en la vida diaria
de Fritz Redlich, 1968 
Por fin puedo distinguir quién es esa figura en la otra duna. Es una mujer. Pero no puedo distinguir su mirada, para efecto de echar a andar mis mecanismos de coexistencia. Por mejor decir, mis mecanismos de defensa.

Sé que sólo hay en el mundo dos miradas que no puedo definir, aun con mi más detenido examen: la de Superman, porque es de acero y posee en los ojos rayos de una frecuencia extraterrestre. Y las miradas  de la mujer.

Extraigo de la mochila los binoculares y la capto. Sin moverse me mira,  aún en la lejanía.. Desde el momento que apareció sobre la duna no se ha movido, solo miraba en mi dirección. Su mirada es dulce. ¿Será  Morgana, esa inasible belleza  que se le aparece a los que cruzan el  mar y  desierto de arena candente? No, esta  es real.

No lo piensó más. Desciendo, corriendo, cruzo el pequeño valle desnudo y  arenoso y remonto la duna en la que ella se encuentra.

Soy fotógrafo de profesión y después recordaría que la composición del objetivo de la cámara tiene un lente exterior, pero que el verdadero “foco” está en el fondo, no se ve. Equivaldría a  lo que Ortega llama en la mujer mirada saturada.

En mi prisa he arrojado a un lado el libro de Ortega. No he leído el párrafo que sigue. Sólo me quedé en: “la primera mirada que se concede como una limosna, poco honda, lo justo para ser mirada.” Como “mirar por el visor”.

Tiempo después, ya demasiado tarde para mí, leería lo que sigue: “hay también la mirada que viene de lo más profundo, trayéndose su raíz misma desde el fondo del ser femenino, profundamente abismático en la mujer. Esta es la mirada saturada en la que rebosa su propio querer ser mirada.”

 Punto de enfoque donde convergen los rayos ópticos y hay claridad en la imagen.

Y luego la advertencia de Ortega, que tampoco me di tiempo para leer entonces: “Si el hombre no fuese vanidoso  y no interpretase cualquier gesto insuficiente de la mujer como prueba de que ésta está enamorada, si suspendiese su opinión hasta que en ella se produzcan gestos saturados, no padecería las dolorosas sorpresas que son tan frecuentes.”

Rhett Butler, de Charlestón, el eterno enamorado de Katie Scarlett O´Hara, le dice a ésta: "Siempre he creído que las mujeres poseían un temple y una resistencia desconocidos para los hombres a pesar de la bonita ficción  que me enseñaron en la niñez de que las mujeres son seres frágiles, tierno y sensibles."
( Margaret Mitchell,Lo que el viento se llevó)

Me pregunto si posee la mujer algún secreto, alguna clase de hipnotismo, maleficio o algo que se le parezca, que nos hace caer tan estrepitosamente.

No, dice Ortega. Ella no hace  nada. Todo se genera en el hombre mismo, destacando su soledad. Ella sólo espera que el hombre ya no quiera estar solo:

“desde el fondo de radical soledad que es propiamente nuestra vida, practicamos, una y otra vez, un intento de interpretación, de desoledadizanos asomándonos al otro ser humano, deseando darle nuestra vida y recibir la suya.”

Esa mirada profunda, saturada de la mujer, de la que habla Ortega, es la facultad altamente desarrollada para captar la soledad del hombre y, entonces, ¡Plum!


ORTEGA


“José Ortega y Gasset (Madrid, 9 de mayo de 1883 – ibídem, 18 de octubre de 1955) fue un filósofo y ensayista español, exponente principal de la teoría del perspectivismo y de la razón vital (raciovitalismo) e histórica, situado en el movimiento del Novecentismo.”WIKIPEDIA
 







 

SCHOPENHAUER, LA ESENCIA DEL ALPINISMO


 

La esencia del alpinismo es huidiza. Para encontrarla es preciso dar largos rodeos.

Comer y leer es la definición de la palabra vida en Schopenhauer: “La vida es, como se sabe, un proceso de combustión, el desenvolvimiento de la luz es el intelecto.”

Por eso, aunque parezca pedantería por parte de estos hombres, Kant, Emerson, Wahl, etc., cuando dicen que vivir sólo para comer es quedarse a medio camino. O bien detenerse en la evolución de un camino que nadie sabe hacia dónde nos conduce pero que, por puro sentido común, tiene que ser una meta luminosa. Aunque esa meta luminosa sea en sí, el puro hecho de caminar hacia esa meta.

A lo mejor, dice Thoreau, hasta tenemos suerte de perdernos por media hora cuando caminamos por el bosque.

La primavera pasada realicé, con Leopoldo Nava, una travesía  saliendo del pueblo de Capula, Hidalgo, México (20 kilómetros al noroeste de la ciudad de Pachuca), hacia Estanzuela, ascendiendo por el grupo rocosos de Las Monjas, unos diez kilómetros de recorrido total.

Como suele suceder-me (yo era el guía en esa ocasión) perdí el rumbo y caminamos por esos bosques montañosos de los 3 mil de altitud no media hora  sino todo el día. Paramos sólo con el tiempo justo para levantar las tiendas y comer. A poco, en la oscuridad de la noche, vimos abajo en el llano, las luces de una población. A la mañana siguiente, en efecto, alcanzamos en unas dos horas de descenso las primeras casas de Tilcuautla, al oeste de Pachuca.
María García y Valdés
escaladora mexicana
80 años y subiendo el Monte Blanco europeo

Es irónico, comentamos durante la cena, pero “fracasos” como este es lo que nos dan oxígeno para la vida. Vagabundear por esos bosques durante horas y más horas, de seguro nos evitó, de manera natural, ir a la farmacia al mantener a raya triglicéridos y colesterol, y a los otros jinetes del Apocalipsis, al menos durante un mes.

En un país, donde los individuos adolecen de sobre peso corporal, las recomendaciones del dietista no es que estén ya obsoletas sino que son inoperantes.

La cuestión ahora es ¿no cuánto comes sino cuánto te mueves? La ciencia médica ha sacado a luz una nueva enfermedad y le llama “síndrome de la inmovilidad”.

Ya se mencionaba, de alguna manera, el asunto con eso del gasto de calorías. Pero conocer el gasto de calorías, para la población en general, es como como preguntarle por los grados IMECA para medir la contaminación ambiental...Con el Internet todos podemos enterarnos de la contaminación pero, ¿cuántos lo hacemos?
Dibujo tomado del libro Técnica Alpina
de Manuel Sánchez y Armando Altamira.
editado por la Universidad Nacional Autónoma de México,1978
 

Así es con los libros, para retomar la idea de Schopenhauer. Leer y más leer buscando aclarar el misterio de la vida, o al menos de mi vida, sin sospechar, tal vez, que el misterio ya está resuelto con el hecho de estar leyendo:

“el intelecto tiene su objetivación en el cerebro”. Las toxinas salen por el sudor, el oxígeno da vida a las células de nuestro organismo, etc. Hasta aquí todo es fenómeno, mecánico.

Pero, qué hace que Thoreau se vaya a caminar por los bosques, durante horas, y en tanto los vecinos del pueblo, donde él vive, se quedan inactivos sentados en la veranda de su casa.

La voluntad, dice Schopenhauer, es la que mueve al alpinista. Sólo poseído de la voluntad se puede empezar a preparar la mochila, tienda, víveres, cuerdas, agua, bolsa de dormir…

Entre la potencia y  el acto(la idea de llegar a la cumbre, y la cumbre)está la esencia del alpinismo: es el devenir, el verbo hacer, el movimiento.

¿Poseído? Sí porque la voluntad no se compra en la tienda autoservicio o en alguna parte. La voluntad de ir a las montañas es por sí, autónoma: “únicamente la voluntad es la cosa en sí. “Independiente.

Viene a nosotros, pero también se va de nosotros. La mochila, las cuerdas, clavijas, mosquetones, arrumbados en un rincón de la casa, desde hace un año, es la muestra que la voluntad de caminar y escalar las montañas se ha ido.

Sólo en pocos la voluntad permanece. Por eso vemos muchos jóvenes ir a las montañas, pero hay pocos viejos hacer lo mismo. La voluntad no los ha abandonado.

Un ejemplo. María García era la muchacha escaladora, excelente, desde los años sesentas o un poco antes. El año pasado agarró su mochila y se fue a subir el Monte Blanco de Europa.

A ella la voluntad tampoco la ha abandonado.

 
SCHOPENHAUER

“Arthur Schopenhauer [  'ʔatʰu:ɐ 'ʃo:pnhaʊɐ (?•i)] (Danzig, 22 de febrero de 1788 — Fráncfort del Meno, Reino de Prusia, 21 de septiembre de 1860) fue un filósofo alemán. Su filosofía, concebida esencialmente como un «pensar hasta el final» la filosofía de Kant, es deudora de Platón y Spinoza, sirviendo además como puente con la filosofía oriental, en especial con el budismo, el taoísmo y el vedanta.”Wikipedia

GRAHAM GREENE, LA PRUEBA IRREFUTABLE, cuento


 

¿Quién sostiene a quién? ¿El espíritu al cuerpo o éste a aquel?

El cuento de G. Greene, La prueba irrefutable, va en esa dirección.

El mayor Philip Weaver, conferencista invitado (en realidad él pidió ser invitado porque le interesaba demostrar algo) a dar una plática en el salón de música The Spa.

El tema de la conferencia versaba sobre “los valores relativos a la materia y al espíritu.” Un tema tan aburrido que una mujer, si bien no abandonó la sala, sí  sacó las agujas y el estambre y se puso a tejer.

El coronel Crashaw, presidente de la Sociedad Física local, coordinaba  la conferencia, frunció la boca y puso actitud de resignación.

Para completar el cuadro el conferencista hablaba mal,  incoherente, balbuceaba, y además apestaba horrible. Tanto que llevaba un pañuelo en la bolsa del traje con un perfume demasiado fuerte.

Uno de los asistentes, médico de profesión, escribió una nota que hizo llegar al presidente Crashaw pidiéndole que parara “aquello”.

 Pero la plática siguió. El punto central era que el espíritu, el alma,  es tan fuerte que puede ordenar al cuerpo por dónde ir. Es lo que el conferencista quería probar. El espíritu es más fuerte que el cuerpo.

“El espíritu, dijo, era más fuerte de lo que suponía; la acción fisiológica del corazón y el cerebro y los nervios estaba subordinada al espíritu…El espíritu no moría cuando moría el cuerpo, sino que el cuerpo sólo se movía cuando el espíritu así lo mandaba. Había que ser obstinado, luchar…”

El conferencista estaba de tan mal condición que al final se derrumbó. El  médico se apresuró a verlo y no tardó en decir que ese hombre, no sólo estaba muerto, sino que llevaba siete días de haber fallecido. Era carne en descomposición. De ahí su pestilencia.

La  prueba irrefutable era que el espíritu, el alma, había llevado durante siete días al cuerpo hasta culminar en la conferencia para declarar que el espíritu, en efecto, puede llevar al cuerpo y no éste a aquel:

Es un relato absurdo muy a lo Greene. Una alegoría. Ningún cadáver puede andar entre los vivos ni el espíritu morir.

El alma en los presocráticos, y luego con Platón, pregonan su inmortalidad mediante la idea de la reminiscencia. En el cristianismo el alma también es inmortal. En las dos situaciones se está hablando de valores esenciales, intemporales, no de cosas perecederas

Excelente escritor de relatos policiacos, Greene acostumbra dar pistas falsas: un cadáver que da una conferencia y un espíritu que  sobrevive sólo siete días llevando a cuestas a su muerto…

Su argumento bajo la manga es la acción del espíritu llevada a cabo mediante el movimiento.

Greene busca en este relato traer a escena el devenir. El movimiento sin el cual las cosas y situaciones en la vida quedarían en sólo potencia.

Si las cosas están en potencia es que ya son. Como los huevecillos del renacuajo que dejó la madre en las arenas del desierto antes de morir. Ya tienen lo necesario para ser un sapo, falta la lluvia para que se de todo el devenir, el desarrollo  embrionario.

Es la voluntad de ser de la que habla Schopenhauer: el hombre es lo que es .No puede ser otra cosa más que hombre. No puede ser ángel.

Es el famoso pensamiento de Parménides: el hombre es la medida de todas las cosas. Las cosas son como el hombre las imagina, según su medida.

La montaña, para ser escalada, va a ser chica y fácil o grande y difícil, según él la imagina.

Pero para que todo eso pase, de la potencia al acto, se necesita el movimiento, el devenir.

Jesús les comunicó a los apóstoles su mensaje y les dijo: "¡Vayan!" 
 

El mármol es la estatua en potencia.

Y eso es lo que Greene dice que hace el espíritu o alma. Aristóteles, para no copiar a su maestro Platón, al alma le llama Inteligencia Creadora.

La idea que el alma mueve al cuerpo, Platón, en el Sofista, la lleva al punto como que sólo mediante el alma tiene lugar el devenir.

Estamos aquí ante un valor universal.

En la leyenda teotihuacana los dos soles, el diurno y el nocturno, recién aparecidos con el comienzo del Quinto Sol, permanecían estáticos. Fue necesario que Ehecatl, el Viento, soplara y  los pusiera en movimiento.

En el origen del cristianismo los apóstoles están aletargados por el miedo, después de la muerte de Jesús, y sólo hasta la llegada del Espíritu Santo se pondrán en movimiento.

Jean Wahl, refiriéndose al Sofista de Platón, escribe: “La idea del alma se conectó probablemente desde  el principio mismo con la idea del movimiento, porque se veía el alma en el movimiento de la respiración, y se concibió  el alma como el origen del movimiento. En el Sofista vemos cómo se identificó el alma con el movimiento, y Platón tendió cada vez más a concebir el alma como la fuente del mismo.”(Introducción a la filosofía, capítulo XVI)

Estas cosas no son complicadas, sólo son huidizas, por la carga de subjetivismo que ponemos en ellas.

Por lo mismo que una montaña no es la misma para todos.

El Popocatépetl que pintaba el Dr. Atl es diferente al  Popocatépetl que pintaba Diego Rivera…

En el medio cartográfico las cosas son más concretas. Un mapa escala 1:50,000 es un mapa 1:50,000, no es un mapa 1:200,000.

El hombre es lo que es, no es una roca ígnea. El hombre es la medida de todas las cosas, en lo particular. Es un excelente corredor de velocidad, no es un maratonista. En la película Shane, Shane es un pistolero, no es granjero. En los orígenes del cristianismo Jesús le dice a su apóstol: “Pedro, piensas como hombre, no piensas como Dios”

En el relato de Greene el espíritu es el espíritu y el cadáver es el cadáver. Pero entre ambos hay el movimiento, como corriente de vida, entre la eternidad del espíritu y lo perecedero del cuerpo.

Pero el espíritu y sus potencialidades podrán manifestarse sólo si existe un cuerpo material.

"No podemos comprender el alma si olvidamos el cuerpo mediante el cual se manifiesta."(W. C. Guthrie, Los filósofos griegos)

Hasta el mismo Dios necesitó un cuerpo humano para comunicar sus mensaje de amor, en este caso, de un carpintero…

 
G.Greene

 “Henry Graham Greene (Berkhamsted, Hertfordshire, 2 de octubre de 1904 – Vevey, Suiza, 3 de abril de 1991) fue un escritor, guionista y crítico británico, cuya obra explora la confusión del hombre moderno y trata asuntos política o moralmente ambiguos en un trasfondo contemporáneo. Fue galardonado con la Orden de Mérito del Reino Unido.”WIKIPEDIA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

PASCAL, DIVERSIÓN INEVITABLE


 

Divertir al rey es divertido porque los que lo divierten también se divierten y pocos quieren  dejar de divertirse.

La idea es perseguir la perturbación en el sentido de alejarse del reposo. No por inclinación anárquica sino por miedo a sí mismo.

De chicos lanzábamos piedras a las quietas aguas del estanque para que hiciera “patitos” y fuera dando brincos por la superficie. Las consecuentes ondulaciones rompían el reposo. El reposo encerraba algo que tal vez no podíamos entender.

La quietud no como actitud perenne, como si fuera un cursillo propedéutico para entender a la eternidad quieta que nos espera en el fin de nuestra existencia.

Al contrario, el reposo y la soledad como ejercicio de vida. El reposo programado, consciente, vivido.  No como individuos que se van al desierto o al Tíbet a meditar.

Sino como habitantes de la ciudad que vivimos entre semáforos, los mundos virtuales de los programas de la televisión y entre bocinazos de conductores apresurados.

¡Llenar el día! Ya lo habían vislumbrado los filósofos presocráticos. Pero, ¿por qué tenemos qué llenarlo? Esa es la pregunta. Pascal dice que por miedo a nosotros mismos. Mejor dicho en singular, miedo a mí mismo.

Muchos somos como el mar, serenos en la superficie pero  que en el fondo es agitado por las revoluciones de las placas tectónicas. Lo dice Pascal:

“No habiendo podido los hombres curar la muerte, la miseria, la ignorancia, han imaginado, para volverse dichosos, no pensar en ello… La única cosa que nos consuela de nuestras miserias  es la diversión, y sin embargo, es la mayor de nuestras miserias. Porque esa es la que  nos impide principalmente pensar en nosotros.”

“Hágase la prueba-escribe Pascal-: déjese a un rey completamente solo, sin ninguna satisfacción de sus sentidos, sin ningún cuidado de espíritu, sin compañía, pensar en sí mismo cómodamente, y se verá que un rey sin diversión es un hombre lleno de miserias.”

Programamos nuestro tiempo para ir al trabajo, al concierto de música culta, asistir al partido de futbol, a la reunión cervecera de fin de semana  con los amigos.

Pero no programamos para estar solos y en reposo. Reposo como fin, no como accidente. Como son los casos de  estar internados en el hospital o en la cárcel.

La diversión viene de otra parte.

Dibujo tomado del libro
La psiquiatría en la vida diaria
de Fritz Redlich, 1968
Hay algo que queremos evitar con todo este ruido de la vida y Pascal nos conduce a pensar en ese algo cuando dice:

“El rey está rodeado de gentes que no piensan más que en divertir al rey e impedirle pensar en él mismo.”

Pensar en él mismo, pensar en mí mismo, en mimismo.

Hay tantos eméritos en la Academia que ya viejecitos siguen acudiendo a su centro de trabajo cuando hace treinta años pudieron haberse pensionado.

 Igual trabajadores manuales, que lo que ganamos ahora ganaríamos de jubilados y,  seguimos asistiendo al centro de trabajo aunque ya tengamos que echar mano del bastón, la “andadora” o la silla de ruedas.

“Los grandes y los pequeños tiene los mismos accidentes, los mismos pesares y las mismas pasiones: pero el uno es en lo alto de la rueda,   el otro cerca del centro, y así menos agitado por los mismos movimientos.”

Siempre damos la misma respuesta: ¿qué voy a hacer en mi casa?  Y los gobiernos y los sindicatos tiene que implementar paquetes de “jubilaciones atractivas” para efecto de poderlos enviar a su casa.


 ¡Es necesario llenar esos lugares, que dejarían en la nómina, con los millones de jóvenes egresados y están sin empleo!
 

Del aburrimiento, escribe Schopenhauer: “...la lamentable condición de los entretenimientos a los que se ve aferrase a los hombres, como también su clase de vida social y de conversación, y no menos los muchos porteros y mirones de ventanas.”(Parerga y Paralipómena)

“Diversión” es como Pascal ha llamado a este afán de llenar el día. Llenarlo para no entrar  en la soledad y el reposo. No sólo la diversión como se entiende, de pasatiempos lúdicos, sino el simple hacer algo, aunque ese algo sea, efectivamente, simple.

Nadie nos preguntó si queríamos ser, nacer. Pero aquí estamos y es necesario vivir, ser, no solamente hacer. Esto es, ver hacia adentro y luego a la circunstancia  en la que nos tocó  nacer. Ortega y Gasset reflexiona:

 “…la vida consiste en que el hombre se encuentra, sin saber cómo, teniendo que existir en una circunstancia determinada e inexorable. Se vive aquí y ahora sin remedio. Esta circunstancia en la que tenemos que estar y sostenernos en nuestro contorno material, pero también nuestro contorno social, la sociedad en la que nos hallamos.”(En torno a Galileo)

No se mal entienda, Ortega y Gasset ni Schopenhauer ni Pascal han perdido la fe en el  hombre, no son aves de mal agüero, no son de los que quieren inventar el agua sucia, sólo quieren despejarle el camino. Este se facilitará en la medida  que el humano vea para sí, no tanto para fuera:

Schopenhauer: “Nada preserva con tanta seguridad de ese extravió como la riqueza interior, la riqueza del espíritu: pues cuanto más se aproxima este a la eminencia, menos lugar deja  al aburrimiento.”

Ortega: “Hagámonos firmes en la evidencia de que sólo es propiamente humano en mí lo que pienso, quiero, siento y ejecuto con mi cuerpo, siendo yo el sujeto creador de ellos o lo que a mí mismo le pasa; por lo tanto, sólo es humano mi pensar si  pienso algo por mi propia cuenta.”

 Pascal: “El hombre está hecho visiblemente para pensar; toda su dignidad y todo su mérito, y todo su deber es pensar como es preciso. Pero el orden del pensamiento es comenzar por sí, y por su autor, y su fin.”

Pascal  se hace la  pregunta  ¿por qué no se puede ser  dichoso divirtiéndose? Se contesta que no. Porque la diversión viene de fuera y de esa manera se pierde el control de sí:

“Viene de otra parte (la diversión), y de fuera, y así es dependiente, y por tanto, sujeto  a ser turbado por mil accidentes, que hacen inevitables  las aflicciones.”

 


“Blaise Pascal fue un polímata, matemático, físico, filósofo cristiano y escritor francés. Sus contribuciones a la matemática y a la historia natural incluyen el diseño y construcción de calculadoras mecánicas” WIKIPEDIA

 

CICERON, BUEN CIUDADANO


 

Cicerón nos dice el modo de pensar y actuar que hizo grande a Roma en lo cultural, incluido el Derecho.

Por contraste, nos permite asomarnos a los modos de vivir de las sociedades precaristas  en lo material, y famélicas en lo emocional, que había en su tiempo.

Veía que predominaba en ellas la suciedad, escasas instituciones de educación, corrupción desatada y falta de oportunidades positivas para la juventud.

Roma, lo sabemos, no dio por sí el arranque original hacia la grandeza. Pero sí tuvo la lucidez, y energía suficiente, para observar y vivir los modos de calidad que le habían precedido, tales fueron Grecia y sus cercanos etruscos. Dos imperios en sus respectivos tiempos y lugares.

Así como la culta Troya, su madre lejana, que había caído por defender no la posesión de su oro y sí su organización y tradición familiar, según cuenta Virgilio en su Eneida.

Grecia, extensa en geografía, y Etruria demasiado reducida en extensión territorial pero de una cultura muy desarrollada. En las dos el pensamiento fue de tanta calidad en modos de vivir la sociedad, en el arte y pensamiento esencial o metafísico, que mucho de lo que tenemos en el siglo veintiuno nos viene de ellas.

En su declive Roma sufrió degradación en la sociedad (desempleo, inseguridad, poca lectura de libros culturales, corrupción, trata de mujeres, etc.), vio predominar los modos relativistas. El individuo que se va por la libre, por así convenir a sus intereses, y se desatiende de la tradición social.

 Aquí no hay “pensamiento burgués” o “pensamiento proletario”. Lo mismo se da  si es un personaje con decisión política, un príncipe de la industria, que un ciudadano de banqueta, si viste traje de tres piezas que si viste mono.

Cicerón dice que una sociedad es robusta si sus individuos tienen la capacidad de apartarse,  en soledad, para meditar y luego regresan para hacer su aportación al grupo.

El riesgo de las tendencias éticas individuales es que profesan el relativismo caótico. Lejos de los valores universales, que fortalecen a la sociedad con sus intereses comunes, pues por eso se vive en la ciudad.

En su Historia de la filosofía, F. Copleston lo dice de esta manera: “Tendencias éticas las tienen todos los hombres, pero estas tendencias  sólo pueden desarrollarse en el seno de una comunidad organizada: por consiguiente, para que el hombre sea buen ciudadano deberá embeberse  de toda la tradición social de la comunidad a la que pertenezca como miembro. La tradición social no es la verdad absoluta, pero sí es la norma para el buen ciudadano.” (Volumen I, tomo I)

Lo que Cicerón pondera, para tener un Estado fuerte, es el cultivo de valores universales, esos que significan lo mismo para todos, lejos de las abstracciones sociales.

Cuatro o cinco consideraciones hace Cicerón de esos valores universales:

Primero que haga el individuo lo que le es propio, hablando de conducta, porque si se pone máscaras algo empieza mal:

“Porque a cada uno sólo  le sienta lo que le es propio suyo. Conozca, pues, el hombre su genio, y sea censor severo de sus buenas disposiciones y de sus defectos, porque no parezcan que muestran  los comediantes en la escena más discernimiento y prudencia.”

El individuo viviendo su vida de todos los días, en el trabajo o en la escuela, tiene que sopesar lo que aprendió en el hogar y lo que dictamina la muchedumbre:

“hay algunos que, o por felicidad o por su buena índole, o por la educación de sus padres, siguen el camino verdadero…Bien entendido que no se han de imitar vicios, ni tampoco aquellas cosas a que no alcancen las fuerzas de nuestro natural temperamento.”

2) A los jóvenes dice que hay que aprender de los viejos porque estos les dejarán un mundo que después ellos tienen que gobernar. Les llegará su turno pero antes necesitan  abrir mucho los ojos.

La sociedad azteca dedicaba mucho cuidado  en la educación de su juventud.
Desde mucho antes que naciera el niño.
con la educación de los padres, cuando estos todavía no se unían en matrimonio...
“Porque la impericia de los jóvenes se ha de formar y dirigir por la experiencia y prudencia de los viejos. Principalmente se les ha de apartar muy lejos de las liviandades, y ejercitarlos en el trabajo y tolerancia de ánimo y del cuerpo, para que igualmente sean capaces de gobernar con espíritu los negocios políticos y militares.

3) Sin embargo no se crea que Cicerón idealiza a la vejez. Bueno que haya modos y programas de la sociedad para hacerles llevadera la vida a los viejos. Pero estos no deben de hace de la vejez su modus vivendi.

El hombre, cuando es joven, es todo dinamismo pero, entrando en la vejez, como que para de pronto. Se vuelve sedentario y, si puede, le da por la dulce vida:

“Más ningún defecto evitará el viejo con más cuidado que la desidia y la flojedad. El lujo, que en todas las edades es reprensible, en la vejez es la mayor fealdad.”

“Camine-se oye al médico decir-, empiece siquiera caminando cien metros”.

4) Cicerón fue senador de Roma y sabe lo que decía cuando se refiere a los magistrados, en el sentido que cuide su conducta responsable frente a la República:

“Obligación precisa de un magistrado hacerse cargo que representa la persona de la misma República, que debe mantener su dignidad y esplendor, guardar las leyes, administrar la justicia, y acordarse que todo esto se ha encargado a su fidelidad.”

5) Se dirige a los extranjeros que suelen, algunos, meterse en los asuntos de un país que no es el suyo. Duras palabras si recordamos que, por una causa o por otra, en el planeta siempre ha habido, hay y habrá, individuos y pueblos enteros que emigran de un país a otro país y hasta de continente a continente.

No hay país en la tierra que no tenga sus emigrados. Ni siquiera a nivel de familia nos libramos que alguno de los nuestros, acaso nosotros mismos seamos  emigrados.

La gente se va para los países de punta por su respeto a las leyes, en primer lugar (trata de alejarse del caos y corrupción de su tierra), luego por su riqueza económica, material y cultural. Los ricos se van para los países pobres porque ahí la moneda de su país original vale más. Los perseguís políticos, los que van a estudiar, etc.

Finalmente Cicerón apela a lo que entiende por buen ciudadano:

6) “A un particular le toca vivir con los demás ciudadanos comprometido en unas misma leyes sin bajeza ni abatimiento, sin orgullo ni presunción, y querer en la República lo que sea honesto y pacifico; pues al que se porta de este modo reconocemos y llamamos buen ciudadano. Finalmente, la obligación del que habita en un país extraño consiste en no hacer  sino su negocio sin mezclarse en los asuntos, ni ser curioso del gobierno de la República, que nada le pertenece.”



 

 

 

 
CICERÖN

 

“Marco Tulio Cicerón, en latín Marcus Tullius Cicero1 (pronunciado ['mar.kʊs 'tul.liʊs ˈkɪkɛroː]), (Arpino, 3 de enero de 106 a. C. - Formia, 7 de diciembre de 43 a. C.) fue un jurista, político, filósofo, escritor y orador romano. Es considerado uno de los más grandes retóricos y estilistas de la prosa en latín de la República romana".WIKIPEDIA




 

 

 

 

F.COPLESTON, SOFISTICA Y EL “ENGAÑO LEGITIMO”


 

Descubrir la verdad era el afán de los filósofos presocráticos.

Los filósofos sofistas, en cambio, se dedicaban a enseñar cosas prácticas.

Se les tiene  a los sofistas como los grandes educadores. Y algunos de ellos, como Protágoras, principalmente, tuvieron algunas ideas que impactarían al mismo Platón y al discípulo de éste, Aristóteles.

Su descrédito consistió en que, con el tiempo, cuando ya tenían muchos alumnos, empezaron a conducir las voluntades, no se limitaron a enseñar. Entraron a un terreno que podía ser bueno o malo para la sociedad, dependiendo ya de intereses propios o de terceros. Abonaron lo que se conoce como erística o conflicto.

 ¡No era campo apropiado para que floreciera la verdad ni la virtud ni la moral!

Destacados oradores que prometían cosas, o situaciones, al pueblo, sólo para llegar donde las arcas tenían monedas con muchos ceros. De lo que decían en campaña lo habían olvidado.

Para tal efecto, y sirviéndose del arte retórica, desarrollaron con maestría el arte de persuadir. No les interesaba la verdad, sólo conseguir el fin que perseguían:

“El arte retórica fue considerada por Gorgias como la maestría del arte de persuadir, y esto le llevó por fuerza a un estudio practico de la psicología. Desarrolló con plena conciencia el arte de la sugestión, susceptible de ser utilizado para fines prácticos, buenos o malos. En relación con esta última Gorgias habló del arte del “engaño legítimo.” (F. Copleston, Historia de la filosofía,Vol.1)

Hay que apresurarse a decir que los sofistas de la antigüedad fueron preclaros pensadores sociales, y en esto están de acuerdo W. Jaeger y F. Copleston:

“Otros sofistas- dice Copleston- de los que se puede hacer breve mención son Trasímaco de Calcedón, que aparece en la República como brutal campeón de los derechos del más fuerte, y Antifón de Atenas, que defiende la igualdad entre todos los hombres y denuncia, cual producto ella misma  de la barbarie, la distinción entre nobles y plebeyos, griegos y bárbaros. Para él, la educación era lo más importante de la vida; y creó el género literario, declarando que era capaz de alegrar a cualquiera por medio de la palabra.”

La fuerza de la palabra
Dibujo tomado del libro
La psiquiatría en la vida diaria
Fritz Redlich, 1968
Pero al desatenderse de la búsqueda de la verdad quedaron muy pegados al mecanicismo de la causalidad en el que, por medio de la retórica, como asegura Gorgias “el engaño legítimo es un arte.”

Los sofistas también se interesaban por enseñar el arte de la virtud pero como conocimiento intelectual, no como Sócrates que buscaba el descubrimiento de normas morales universales y constantes:

“El conocimiento intelectual de la virtud puede comunicarse mediante la instrucción, pero no la virtud misma.”

Para el pensamiento sofistico clásico de aquellos tiempos, aunque desatendido de la verdad, cabe señalar  una probidad probada. Para justificar trapacerías de algunos no prendieron, como suele hacerse, cortinas de humo contra  la religión:

“Conviene advertir otra vez que no hay motivos para achacar a los grandes sofistas la intención de dar al traste con la religión y la moral. Hombres de la talla de Protágoras y Gorgias no podían proponerse tal cosa. De hecho, los grande sofistas ayudaron a que se concibiese una “ley natural” y tendieron a ampliar las miras del ciudadano griego corriente; fueron, en la Hélade, una fuerza educadora.”

Consecuente con su experiencia, eminentemente práctica, donde mucho se mueve y cambia, los sofistas desarrollaron doctrinas relativistas. A diferencia de las definiciones universales que desarrollaron Sócrates, principalmente, y Platón, en las que los hombres encuentran modelos que no cambian, por ejemplo la Belleza:

“Para una ética relativista, la justicia, por ejemplo, varía de una ciudad a otra, de una comunidad a otra comunidad: nunca se puede decir que la justicia sea esto o aquello, ni que determinada definición suya valga para todos los Estados, sino solamente que la Justicia en Atenas  es esto y en Tracia esto otro. En cambio, si logramos de una vez para siempre  un definición universal de la justicia, que exprese su íntima naturaleza y sea válida para todos los hombres, entonces contaremos con algo seguro sobre lo cual construir, y podremos juzgar no sólo las acciones individuales, sino también los códigos morales de los distintos Estados, en la medida en que tales códigos encarnan la definición universal de la justicia o, por el contrario, se apartan de ella.”

Mentores, la mayoría, con la mejor de la sofistica, disciplinados, anodinos, rutinarios, enterados, actualizados. Ajenos a  la verdad como valor esencial, pero también sin interés de meter baza en la manipulación, ¡auténticos educadores!

Empero, como apunta Ramón Xirau, que la enseñanza académica está incompleta si carece de valores esenciales. Al hablar de la Edad Media apunta:

“Pero los nuevos humanistas saben también que la ciencia por sí sola carece de valor si no se añade un conocimiento del alma humana, esta maravilla superior según Da Vinci, a todas las maravillas naturales.”(Introducción a la historia de la filosofía, UNAM, México, 2010).

 
F.Copleston

“Frederick Charles Copleston S.J., (10 de abril, 1907, Taunton, Somerset, Inglaterra – 3 de febrero, 1994, Londres, Inglaterra) fue un sacerdote de la Compañía de Jesús y un escritor de filosofía. Copleston se convirtió al catolicismo romano mientras asistía al Marlborough College. Fue el autor de la influyente obra Historia de la filosofía, publicada en once volúmenes. Es conocido además por el debate que sostuvo con el famoso pensador inglés Bertrand Russell, transmitido en 1948 por la BBC. El debate se centró en la existencia de Dios. El año siguiente debatió con A. J. Ayer sobre el positivismo lógico y la significación del lenguaje religioso.”

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

Seguidores