ORTEGA Y GASSET, ATRAPADOS POR LA CIRCUNSTANCIA


 

Mi propio mundo exterior grosero puede atraparme si mi yo carece de valores esenciales.

Trabajamos para comer y al mismo tiempo tenemos pensamientos esenciales que trascienden la realidad. Hay el riesgo que el empirismo de la mundanidad nos atrape y ya no pensemos más allá de donde alcancemos a arrojar la piedra haciendo patitos sobre el agua:

“La realidad nos obliga a entrar nosotros en ella y quedamos absorbidos en su poder, entregados a sus violentos influjos.”(José Ortega y Gasset, El náufrago ilusionado)

Los “lugares comunes” son sin duda un tesoro de sabiduría  que la humanidad ha logrado aprehender a través de los siglos pero, sin ir más allá, esos lugares comunes son como el terreno pantanoso en el que queda atrapado el dinosaurio…

En la lucha por la comida y otras necesidades básicas, quedamos bajo la lente del microscopio, encerrados en la “laminilla delgada”. En nuestra circunstancia, para decirlo con una expresión de Ortega. Para saber qué sucede ahí necesitamos poner distancia y situarnos sobre el ocular del microscopio.

Como hacen los alpinistas en su ejercicio de escalar montañas. El que escribe sobre alpinismo agarra distancia y busca cierta relación entre acción y volición.

El geólogo en su montaña, en plena acción, desprende muestras de roca. Toma distancia, se retira a su laboratorio-oficina y empezar a considerar posibilidades tectónicas.

El que escribe, primero vive y después se aleja de sí mismo, de su cuerpo, pasa a la narración que hace ausente lo presente, lo convierte en imagen, en idea:

“la narración hace todo un fantasma de sí mismo, lo aleja, lo traspone más allá del horizonte de la actualidad. Lo narrado es un “fue”. Y el fue es la forma esquemática que deja en el presente lo que está ausente, el ser de lo que ya no es.”

Salir de mi circunstancia de obrero, que por las mañanas barre el boulevard, es salir de mi materialidad, desrealizarla, decirlo en imagen si soy artista y pinto sobre el lienzo o esculpo en el mármol. O expresarlo en ideas si me da por escribir.

Como sea, es interpretación. En este caso debo prestar mucha atención al lenguaje, el (mi) modo de decirlo,  “hablar acertadamente”, dice Ortega.

Schopenhauer observa que, cuando las ideas no están muy claras, el modo de decirlo se presenta artificialmente complicado, para ocultar la deficiencia.

Otros no sueltan la idea aunque se tropiecen con la ortografía. Scott Donaldson dice que tanto Ernst Hemingway como Scott Fitzgerald no siempre cuidaban la buena ortografía, quizá porque se preocupaban más por seguir la idea del relato (libro: Hemingway contra Fitzgerald).

La observación de Ortega, respecto de la atención al lenguaje,  habría que tenerla siempre presente porque es parte de la circunstancia en la que me muevo y que implica mi  vida activa y mi  vida contemplativa.

Sucede sobre todo en la prisa del periodismo, cuando se trata de “revisar galeras”, como antes se decía, ahora en la pantalla de la computadora, que no siempre se leen las palabras  sino que sólo se ven,  y el error queda aún en las más cuidadosas publicaciones de revistas y libros.

 ¿De verdad abarco las dos vidas, la activa y la contemplativa? ¿O sólo una, comiendo palomitas frente al televisor?
Vida activa  y vida contemplativa

Si abarco las dos ¿en qué medida de entrega? Me pregunta alguien si leo libro de cultura y  digo que sí. Tal vez dos al año. El trabajo, las  reuniones  sociales, actividades en el deporte, la familia, el bar, la televisión y las idas al estadio de futbol,  dejan poco tiempo para leer.
Dibujo tomado del libro La psiquiatría en la vida diaria, de Fritz Redlich, 1968.

Siempre nos encontraremos con la pregunta ¿para qué tanto afán?  ”Esencialmente la vida es prisa”, escribe Ortega.  “A la vida activa le falta la vida contemplativa…hay  la posibilidad del sujeto de ser absorbido por la realidad. La vida activa propicia el riesgo de permanecer en la superficie de las cosas.”

En la  vida practica  es correcto  en todos sentidos tomar lo útil como útil pero, “Hacer de la utilidad la verdad, es la definición de la mentira.”

Luego de la observación  que podemos ser absorbidos por la loca y superficial carrera de la mundanidad, Ortega aporta otro elemento que se llama coexistencia.

No tenemos por qué vivir en las islas si podemos vivir en el continente. De otro modo: ¿por qué vivir en las abstracciones si podemos hacerlo en el todo? En la integración.

¿Qué es eso del todo?

A grandes rasgos: A) Consideremos la loca carrera del vivir que nos empuja necesariamente, B)  el Positivismo que vive en las aulas de la Academia C)  y también el Romanticismo que abre sus alas a la fantasía:

“superar las posiciones tanto del realismo-que intenta pensar las cosas  independientemente del sujeto-como del idealismo-que pretende reducir las cosas a contenidos de  conciencia.”

Lo patológico es creer que el Baldor y la poesía de Bukouski están peleados. El poeta Omar Kayam construía calendarios astronómicos.

La ligera prosa de Ortega, con su valiosa densidad filosófica, nos dice que la idea y lo sensible no son antagónicos. Pueden llegar a complementarse en un sano equilibrio si se les observa y práctica con cuidado:

“Desde esta posición ya no tiene sentido contraponer vida activa y vida contemplativa”, dice.

No es un imperativo, no es una orden como hacen los políticos desde la tribuna. Asegura Ortega que con disposición de coexistencia podemos ir, como Alicia a través del espejo, de una realidad a otra realidad. En un mismo día, sin esperar al año siguiente.

Más adelante, al acuñar la palabra integración,  está diciendo  “que el yo es coexistencia con las circunstancias. Se está afirmando además que el hombre avanza  con mayor seguridad hacia la “entelequia” o ejecución de sus potencialidades cuando se ha hecho cargo mediante el conocimiento del contorno que le rodea.”

Ortega observa que el hombre  es un clasificador al cual le gusta guardar todo en cajones. Labor necesaria para la especialización. Pero  sino se tiene en mente el todo se queda encerrada en una abstracción,  secta cultural o académica.

Labor valiosísima en cambio, la especialización, si es en la perspectiva de  servir para comprender  el todo. Dice: “Toda realidad  es parte de un todo, el de la vida humana en su conjunto, que ningún sujeto puede vivir en su totalidad.”


ORTEGA
“José Ortega y Gasset (Madrid, 9 de mayo de 1883 – ibídem, 18 de octubre de 1955) fue un filósofo y ensayista español, exponente principal de la teoría del perspectivismo y de la razón vital (raciovitalismo) e histórica, situado en el movimiento del Novecentismo.”WIKIPEDIA

 

 

 

G.GREENE, GÉNESIS DE UN CUENTO: DEL OTRO LADO DEL PUENTE


 

En 1938 Graham Greene  realiza un viaje a Palenque. Es la década de la “guerra cristera” en México  y de la expropiación petrolera. Visitará, antes de ir a Chiapas, varios lugares del país.

La gente lo ve con marcada animadversión y  se lo hacen saber en todas partes. Lo ve como un “gringo” más que va por todos lados desapercibidamente, como cualquier turista, con su cámara al hombro.

Sólo que este “gringo”, al igual que aquella culta mujer inglesa del siglo diecinueve,  Frances Erskine Inglis (Madame Calderón de la Barca) y W.  H.  Prescott, autor de seguramente la mejor historia de  la conquista de México, conoce de México, ya antes de llegar a él físicamente, como pocos mexicanos pudieron haberlo logrado hasta entonces.

A su regreso a Inglaterra lleva suficientes notas y ha visto de primera mano lo necesario para escribir dos libros: El poder y la Gloria y Caminos sin ley. Más un cuento que titula Del otro lado del puente.

Greene empieza su travesía en Laredo y es ahí donde se gesta  este cuento. Un defraudador de inversionistas que pasa a México para burlar a la justicia de Estados Unidos. Y ya, desde este lado, desde  el pueblo precarista mexicano, ve con nostalgia a su moderno pueblo norteamericano de aquel lado. Tiene a la vista, del otro lado del río, el iluminado Hotel Hamilton.

 El personaje del cuento se aburre como nunca se imaginó. En ese pueblo no hay nada que hacer. Sólo un kiosco en el que va a sentarse después del almuerzo y después de la comida. Hay lodo por todas partes. Va hasta la orilla del río y regresa al kiosco.Se hace lustrar los zapatos. Es todo.

En su excursión real, Greene relata que cometió la torpeza de solamente llevar dos libros para leer en su viaje. Pronto los terminó  y después se quedó con los brazos cruzados. Sólo de vez en cuando lograba encontrar alguna revista. Tal vez esto no diga algo  para muchos, pero para alguien que está sobre los libros, es una tortura no tener que leer.

La travesía de Green empezó en Laredo, Estados Unidos y, cuando pasa el río, se encuentra en Nuevo Laredo.  Este es el lugar y ambiente que va a relatar en su cuento. Algunas de las notas referentes al relato de su  viaje:

“Luego volví a bajar a la orilla del río, y contemplé un poco a México; del otro lado del Río Grande empezaban a encenderse las luces…Este era México, aquellos los Estados Unidos. La única diferencia era la suciedad y la oscuridad; en México no había tantas luces. El pueblo se llamaba Nuevo Laredo, para distinguirlo de Laredo de Texas.”

“No había nada que hacer durante toda la mañana…El barro de las callejuelas llegaba hasta el tobillo, y no había nadie con quien hablar…yo me encontraba ahora en una especie de espejo, volviendo la mirada hacia los Estados Unidos.”

“El elevado Hotel Hamilton se erguía nítido sobre Laredo; me senté en la plaza mexicana, y mientras lo miraba me hice lustrar los zapatos. La mañana parecía una réplica del día anterior, pero al revés; el paseo hasta la orilla del río, y de vuelta a la plaza mexicana…”

Y desde este aburrido y magro terreno mexicano, del primer tercio del siglo pasado, Greene se sirve para plasmar, audazmente, en unas cuantas páginas, el más grande postulado del cristianismo católico.

Greene no es el escritor carroñero que se solaza describiendo los cuerpos sociales en descomposición. No quiere ganar una diputación en los próximos comicios. Su pluma se mueve en otra dirección.

Para Greene la aridez geográfica, la miseria humana moral, vale describirla  como escenario donde pueden brotar los valores esenciales.

El Nuevo Laredo de aquella época fue escogido por Greene para la más grande manifestación de amor divino. Una divinidad que se echa a andar para ir al rescate del individuo que está metido hasta el cuello en la corrupción.

Cuando la corrupción llega al cuello y se ha perdido la esperanza...
Dibujo tomado del libro La psiquiatría en la vida diaria,de
Fritz Redlich,1968
El terreno que camina este gran novelista no lo andarían algunos filósofos. Spinoza, por ejemplo, piensa  que Dios no tiene  relación alguna  con atributos antropomórficos y antropológicos.

Greene, en cambio, cree que, para rescatar a alguien, Dios no tiene impedimento alguno. Ya una vez fue al sacrificio como cordero. El avatar de Dios, en el cuento de Greene, es un perro. Una idea nada audaz, después de todo. ¿Qué hace un perro ovejero sino reencausar a las ovejas perdidas? Jesús mismo usó recursos avataricos: "Los envío como corderos entre los lobos." 

Por lo demás, tampoco son raros los avatares en que suele presentarse la divinidad. Tezcatlipoca, el dios más grande de la religión náhuatl, es un coyote. El Espíritu Santo, de la Santísima  Trinidad cristiana, es una paloma. En el principio la figura del pez fue el avatar del cristianismo.

La divinidad que va al rescate del extraviado es una tesis  compleja que, por una parte, da seguridad al humano para que viva bien y feliz en su cotidianeidad, que  se repite hoy como ayer y que mañana será igual. No tiene por qué vivir en la zozobra ni mucho menos en la paranoia.

Será suficiente si cumple los afanes de todos los días. Podrá caminar tranquilo por todas partes a la luz del día. Esta escena bucólica, de caminar tranquilo por la calle y a la luz del sol, es el más grande tesoro que anhelan, desde su oscuro escondite, los hombres y las  mujeres  más buscados en este día por todas las policías del mundo. O los que en las cárceles pasan largas condenas. Y en la cárcel una hora parecen diez.

Pero que si se pierde, si se extravía, puede ser rescatado. De alguna manera, de alguna forma, mediante alguna circunstancia. El planteamiento teológico se complica cuando nos dice que no hay que confiarse si esperamos que  de todos modos vamos a ser rescatados.

 Si hay una cárcel inmaterial, llamada infierno, infierno inmaterial,es una señal que el rescate es selectivo. Más vale no confiarse. Es mejor llevar una vida que nos permita caminar felices bajo el sol.

Y esta vez, en el cuento de Greene, ese rescate sí se dio. Tuvo lugar del otro lado del puente, entre el moderno Laredo texano y el Nuevo Laredo mexicano.

Greene
“Henry Graham Greene (Berkhamsted, Hertfordshire, 2 de octubre de 1904 – Vevey, Suiza, 3 de abril de 1991) fue un escritor, guionista y crítico británico, cuya obra explora la confusión del hombre moderno y trata asuntos política o moralmente ambiguos en un trasfondo contemporáneo. Fue galardonado con la Orden de Mérito del Reino Unido.”WIKIPEDIA

ARISTÓTELES, LOGOS, TIERRA Y CIELO


 

La buena noticia es que tenemos al Romanticismo y al Positivismo para vivir en plenitud, o sea al espíritu y a la ciencia. También se les llama sentimiento y pensamiento, o intelecto e intuición intelectual, etc.

La mala es que nos gusta vivir en la abstracción y hemos hecho todo un lío de antagonismos con estas dos banderas.

Por fortuna siempre ha existido gente que se encuentra feliz viviendo entre átomos y mónadas. Para estos es la nota presente.

En el aristotelismo, al contrario del cristianismo, el hombre es bueno. Su tarea es actuar en consecuencia, para su permanencia, como bueno.

Misión  complicada semejante a la de un alambrista que tiene lo suficiente para cruzar el profundo barranco sobre el Niagara y cuidar el equilibrio:


Dibujo tomado del libro La psiquiatría en la vida diaria, de Fritz Redlich,1968
“Cada ser vivo lleva en sí mismo su finalidad y su objetivo y lo desarrolla de acuerdo a su propia tendencia interna.”

Ante la pregunta que se hace Aristóteles ¿qué es lo más importante en la existencia de los seres humanos?, dice:

“los seres humanos deben convertirse en seres humanos.”

Tiene todas las potencialidades para lograrlo y alejarse de la selva.

En las ciudades, con frecuencia, encontramos señales de individuos bípedos que van en sentido contrario. Conque alguien deposite, aviesamente, la basura en la puerta de tu casa o pintarrajee tu pared, sin tu consentimiento, ya es la señal de una trayectoria de enorme trapacería, si tuviera la oportunidad de hacerlo. “El mundo es como uno lo hace” dice alguien en la película norteamericana Silverado.

La expresión aristotélica “Conviértete en lo que eres” está diciendo que el ser humano es bueno, y su tarea moral consiste en realizar  el bien original de su naturaleza.

 En el cristianismo el hombre ya nació en el pecado (dice Kierkegaard)  y debe remontar la cuesta,  rehacerse y debe cuidar esa condición.

En ambos casos la meta es superación moral. Como el que va al gimnasio para “mantenerse en forma” y el otro para “recobrar la forma”.

 La palabra moral causa erisipela a su sola mención y hasta nos salen ronchas en el cuerpo. Pero no es otra cosa que la síntesis de lo que el hombre viene construyendo desde que se decidió salir de la caverna.

Es ese conjunto de cosas que le dan esqueleto sostenedor, de calidad, a la sociedad: “nombre genérico que agrupa la actividad de la vida social humana, expresada en el derecho, en la economía, en la religión, en la política”, se dice en Introducción a la metafísica, de Henry Bergson, para definir la expresión de lo moral.

 Estamos hablando de la cultura occidental. Puede que  en otro lugar eso de la moral será diferente. El que en el mundo occidental  se levanta en la asamblea y grita: “¡Aquí nada de moral!” debe traducirse su gesto como alguien que está dispuesto a sacar la pistola. Es de otro hemisferio, no del occidental.

Aristóteles lo pone claro: Sólo es moral el comportamiento que permite que el ser humano dé forma a su existencia por medio de la razón.”

El vehículo, o la herramienta, que tiene Aristóteles para esa superación moral la expresa mediante la palabra logos, verbo, razón. Es una razón escéptica, que busca, que penetra interrogantes, que cuestiona. Al contrario del mundo mecanicista de la ciencia.

Manuel García Morente, en La filosofía de Bergson, hace distinción entre razón y ciencia:

“La razón y la ciencia no son  una misma cosa. La razón es la inteligencia orgullosa de sí misma, acometedora y emprendedora de las más altas hazañas; la razón es el razonamiento, ante el cual nada se detiene y que, en su paso majestuoso, aspira a alcanzar el absoluto saber. La ciencia, en cambio, es una razón disminuida, humillada, curada de su tradicional orgullo, sumisa a la observación y al experimento, recluida en los límites de la relación y del fenómeno. Entre el intelectualismo racionalista y el racionalismo cientificista hay esta esencial diferencia, que aquel cree poder aspirar con la razón a conocerlo todo en su ciencia eterna, mientras que éste, sabiendo la imposibilidad de tal empresa, renuncia a esos ensueños  y se recluye en el laboratorio.”

Aristóteles busca el origen de lo que hay en el mundo, todo movido, todo perecedero, todo efecto. Eso no puede preguntárselo sino desde lo inmóvil, lo imperecedero. Sabemos que hay perecedero porque hay algo que no perece, lo abstracto porque hay un conocimiento general…

La expresión por la que se considera Aristóteles como padre de la lógica occidental es esta: “el hombre deberá desarrollar como es debido el logos, esto es su propia naturaleza”.

W. Weischedel dice que “el logos para los griegos, era la capacidad de conocer las cosas y manifestarlas, de descubrir el mundo. "

Si las máquinas no pueden hacer juicios subjetivos, el Romanticismo es el que nos lleva al universo de arte. Para qué sirve el arte? En la praxis de la vida diaria el arte es para el espíritu como el diclofenaco para las dolencias del cuerpo. El actor, director y músico, Tim Robbins, dijo recientemente en una entrevista que concedió en España: "Cualquier tipo de arte  es capaz de eliminar el monstruo que atrapa el cerebro."

Así es como Aristóteles, el fundador de la lógica occidental, desemboca en el terreno del espíritu y la divinidad, como meta para la humanidad. De ahí lo del móvil y lo inmóvil.

Pero, ¿qué es la divinidad para Aristóteles? Responde: “lo que es  el hombre en forma todavía no perfecta, lo que, sin embargo, es lo más elevado en el mundo, eso debe ser la divinidad en la perfección: el logos, la razón.

Con el discernimiento de la divinidad, dice W. Weischedel,” el pensamiento griego sobre el origen de lo real alcanzó su punto culminante.”

Aristóteles se adelanta muchos siglos a los filósofos que en las piedras sólo ven las piedras:

“No deben escucharse  las advertencias de quienes dicen que los hombres deben pensar sólo en lo humano y los mortales en lo mortal, por el contrario, debemos esforzarnos, hasta donde sea posible, por ser inmortales.” (W. Weischedel, Los filósofos entre bambalinas)

 
ARISTÓTELES

“Aristóteles (en griego antiguo Ἀριστοτέλης, Aristotélēs) (384 a. C. – 322 a. C.)1 2 fue un polímata: filósofo, lógico y científico de la Antigua Grecia cuyas ideas han ejercido una enorme influencia sobre la historia intelectual de Occidente por más de dos milenios.”Wikipedia

 

 

 

 

 

 

 

 

 

GRAHAM GREENE, CAMINOS SIN LEY,novela


 

País odioso y lleno de odio”.

Así se expresa Graham Greene de México cuando se encuentra en la Villahermosa, Tabasco (“el estado sin Dios”), de Garrido Canabal, en los años veinte del siglo pasado.

Se dirige a la  zona arqueológica de Palenque a través de la selva de Chiapas en un tiempo de caminos pésimos, senderos casi invisibles y viajes en precarias avionetas que descienden en algún claro entre la selva.

Las autoridades lo ven con desconfianza y en muchas partes la gente le dice "gringo", de la manera menos amistosa posible.

Es un retrato  sin retoque que nos hace a los mexicanos repudiar este libro del escritor inglés.

 No son los mejores tiempos para México. Por una parte la persecución religiosa que ha derivado en una confrontación armada por el cierre y  la destrucción de medio millar de templos católicos. Luego la expropiación petrolera que ha sacado de México  a varios países centroeuropeos.  Y  apenas tres  décadas atrás la revolución contra Huerta había conocido las grandes batallas del norte del país.

 La economía está en el  suelo. Falta de una infraestructura industrial, la miseria no tiene límite, al menos en el campo, más que la muerte por hambre. Abundan las  enfermedades "rápidas", derivadas del hambre,  como la tuberculosis, y las "lentas", en el área cognoscitiva.Y en la ciudad, a pocas calles de los suntuosos palacios del porfiriato, las  “ciudades perdidas” gimen bajo la desolación sin esperanza:

“En México, fuera de las grandes ciudades, el nivel de vida es asombrosamente bajo, pero aquí el nivel parecía más bajo aun.

Algo que a Greene  le revuelve el estómago es la frase predilecta de los políticos mexicanos de entonces que, aun parados sobre los escombros, decían: “el país está tranquilo.”
"El país está tranquilo"
 

“Caminos sin moral” pudo haber puesto Greene al título de su libro. Entendida la moral como la idea bergsoniana cohesionadora de la sociedad mediante el derecho, la economía, la religión y la política.

En cada vuelta del camino el escritor inglés va describiendo una fuerte ausencia de todo eso. También pudo titular a su libro: “Entropía”. Palabra que evoca sólo un estado de cosas: desorganización. Pero una desorganización de tal magnitud que coloca al país en la antesala de la disolución como Estado.

Para reencontrar el camino, entre todo ese eclecticismo disolvente, se necesitó el concurso de un plenipotenciario enviado por Washington y un Nuncio Apostólico venido del Vaticano.

Para entonces Greene había estado en varios países cuyo modo de vida dejaba mucho que desear, como África pero, dice del México no que leyó ni el México que le contaron, sino del México que  “camino con sus pies y vio con sus ojos”:

“Ninguna esperanza en ninguna parte; nunca estuve en un país donde uno tenga más conciencia, en todo momento, del odio. Aquí la amistad es a flor de piel. Un gesto de protección.”

Describe el saludo, tan común y afectuoso, que se hace en México extendiendo la mano hacia el otro y se pregunta: “¿qué es sino el ademán de abrazar al otro para impedirle que saque la pistola?” Expresión curiosa si se le toma literalmente como él  la dijo pero exacta en el nivel de la metáfora.

Con frecuencia, Greene sufre intensamente en México el síndrome del refugiado (aunque él era un turista, no  un refugiado) y exclama lleno de nostalgia: “¡Nunca como ahora extrañé tanto a Inglaterra!”

Y, sin embargo, también con frecuencia, de ese “país odioso y lleno de odio” siente que taladra sus defensas, sin él admitirlo. Y México va penetrando en su cerebro para pasar a formar parte de su alma.

 Como él, México es un país católico pero no le gusta su catolicismo de superficie, susceptible de abrigar fanatismo en ausencia de un catolicismo ilustrado, enterado.

Como sucedió con Malcon Lowry, D.H.Lawrence y otros tantos ingleses. En Real del Monte, Hidalgo, las tumbas de los ingleses están orientadas hacia su amada Inglaterra.  Pero también en ellos México pasó a formar parte de su alma y se quedaron en México. Y México hizo suyas esa tumbas y a sus descendientes. Es probable que ellos, al también saludar de mano,  recuerden, entre convencidos e incrédulos, las palabras de Greene: para impedir que el otro saque la pistola.

La metamorfosis de Greene tiene expresiones reveladoras  como estas:

“Supongo que después de vivir bastante tiempo en México uno empieza a escribir como la señorita Frances Toor:” La cocina mexicana seduce tanto la vista como el paladar.”

De un templo, probablemente la Catedral de la Ciudad de México, que llama Palacio Episcopal:

“No obstante este palacio en ruinas y su capilla eran tan hermosos como cualquiera construcción de la Edad Media.”

De los odiados mexicanos:

“Era como si esta gente no necesitara de la lujuria, sus nervios eran más tranquilos.”

“Es curioso cómo el lugar más tétrico empieza después de veinticuatro horas a parecernos nuestro hogar.”

“En esta aldea mísera y sin vida, uno tenía la sensación de volver al hogar.”

Es complicado explicar cómo un país, que le pareció tan odioso, le interesó tanto y le exigió un considerable trabajo intelectual escribirlo y publicarlo.

Todo el que ha publicado libros sabe de lo que estamos hablando. Es como subir una montaña con pesada mochila, pero que rebasada la cota cuatro mil pesa el doble…

En todo caso Greene recuerda a aquellos filósofos que dedican sesenta años de su vida estudiando a Platón, desde una posición crítica, y el lector se dice sino será una señal  de inconfesado reconocimiento, más que otra cosa.

En el fondo escribe Greene  una gran oportunidad para México, si se sabe ver y aprovechar. La idea que propone toda la literatura de este escritor inglés, católico, está perfectamente enmarcada en el modelo cristiano, igual que su novela Brighton rock: empezar  el ascenso partiendo desde la absoluta quiebra moral (del derecho, la economía, la religión y la política).No desde la solipsista autosuficiencia de los fariseos sino del derrumbe existencial de la mujer pecadora que es salvada por Jesús, a condición de: “¡Vete y no peques más!”

México, ese país tan vilipendiado por Greene,  ha pasado a formar parte de su ser. De regreso a Inglaterra, escribe:

“Soñé que había vuelto de México a Bringhton, por un día, y que luego tenía que partir inmediatamente para Veracruz. Como si México fuera algo que no podía desprender de mí, un estado mental.”

Greene
“Henry Graham Greene (Berkhamsted, Hertfordshire, 2 de octubre de 1904 – Vevey, Suiza, 3 de abril de 1991) fue un escritor, guionista y crítico británico, cuya obra explora la confusión del hombre moderno y trata asuntos política o moralmente ambiguos en un trasfondo contemporáneo. Fue galardonado con la Orden de Mérito del Reino Unido.”WIKIPEDIA

 

 

 

 

 

S.BOECIO, Y LA DAMA QUE SE LLAMA FILOSOFÍA


 

Dante tendría   un avatar femenino de la Teología. Boecio, muchos siglos antes, tuvo  su avatar femenino de la Filosofía.

Boecio vivió la experiencia que estas dos entelequias pueden auxiliar a los humanos en sus grandes aflicciones, mejor que poderosos fármacos, si se les conoce y se cree en ellas.

Si acaso  llegan las grandes angustias de la vida, dichoso el que puede recurrir a cualquiera de estas dos damas. Si no llegan las angustias, entonces será doblemente feliz.

Vi una mujer con ojos muy encendidos
Su elevada posición social y política, en el Imperio Romano, le permite a Boecio una educación de la más alta calidad. Ahora su anhelo es dar a conocer esa Paideia griega. Para tal efecto piensa en traducir a Platón, y a Aristóteles, del griego al latín.

Sólo logra una mínima parte de tan audaz propósito. Sus altas  responsabilidades cerca del trono se lo impiden y, enseguida, una conjura en su contra lo lleva al calabozo.

 Es cuando vive la otra cara de la moneda y genera pensamientos de calidad que han llegado hasta nosotros:

“Cuando con mucho cuidado

Se sigue lo terrenal,

Queda el justo ofuscado,

Queda el seso embarazado

Sin su lumbre natural”

Su “lumbre natural” es para Boecio estar familiarizado con el pensamiento filosófico.

Beocio, filósofo del paganismo, ya en los nuevos tiempos, al igual que Plotino, ambos de los primeros siglos del cristianismo, suscita controversias en el sentido que ambos eran paganos convertidos al cristianismo.

Sucede así porque sus escritos, del pensamiento lógico, apoyan sus tesis contrastándolas con valores vitales más allá del materialismo.

Del mismo Séneca, durante la Edad Media, corrió la leyenda que había sido convertido por San Pablo, su contemporáneo. Nada cierto sólo que todos ellos vivían en el pensamiento de los valores reales y los espirituales, por más que unos dijeran virtud y los otros moral.

Sin embargo el pagano Boecio, como sucedió con San Agustín, vivió al filo de los tiempos, montado a caballo, entre dos eras, la pagana y la cristiana.

Y en estos dos últimos personajes, como también sucedería con Tertuliano,  la balanza acabó por inclinarse hacia los modos del cristianismo.

Esta situación la refiere Gustavo Bardy, en el prólogo que hace de la obra de Boecio: La consolación de la filosofía (Ed. Porrúa, Sepan Cuantos, México, Núm. 487,2004):

“Estamos ante un hombre que ha consagrado lo mejor de su pensamiento y de su vida a la reflexión filosófica, que se ha propuesto expresamente dar a conocer a sus  conciudadanos las doctrinas de Aristóteles y de Platón, que no ha escrito más que para llevar a cabo ese proyecto.”

Y es tan así que aun en la cárcel comunicará su bagaje filosófico a los presos.

Agrega  Bardy que Boecio  era cristiano y católico, como lo eran la mayor parte de los romanos de ese tiempo, debido a que se pone del lado de la Iglesia por contraposición frente al arrianismo, pero:




“El cristianismo no le ha penetrado demasiado profundamente. Y ¿cómo habría de penetrarle, si Boecio es un laico, un hombre que no es ni clérigo ni monje, que respeta a la jerarquía establecida y que quizá admire a los ascetas, pero que vive en el mundo y ocupa en él una situación privilegiada?”
La filosofía asiste a Boecio en la cárcel

Boecio perdió a su padre que murió siendo él niño pero sus familiares y amistades le procuraron una educación de calidad. Perteneció a una familia que durante largo tiempo ocupó los más altos  cargos del reino tanto en Roma occidental como en Roma oriental, Bizancio. Figuran dos emperadores y tres papas. El mismo Boecio, para los treinta años de  edad, ya había ocupado algunos de los más elevados cargos en la administración imperial, en tiempos de Teodorico, rey de los visigodos.

Y en tanto la vida le sonrió, confiesa que no le preocupaban mayormente otras cuestiones, por serias que fueran:

“Mientras me dio la fortuna

Infiel con quien tuviese

Gran estado.

No me acuerdo hora ninguna

Que la Muerte no me diese

Gran cuidado”

Pero, como suele suceder, y con más frecuencia de la que imaginamos, tantos logros materiales, académicos y espirituales, suscitan envidias, mueven aguas subterráneas de mentalidades mezquinas y mediocres que se confabulan con silencio extremo en contra.

La dama-filosofía le dice a Boecio:

"...vemos muchos mentirosos,
 engañosos, afeitados,
 que, en viéndose poderosos,
 a los hombres virtuosos
 derruecan de sus estados."


 Así pasó con Boecio. De estar tan alto se vio envuelto en una maquinación que lo llevó a la cárcel y al patíbulo. Ante la proximidad de la muerte inminente, Boecio escribió en la prisión lo que parece ser su obra filosófica más comentada: La consolación de la filosofía. Ha sido publicada y traducida N número de veces todavía en tiempos del Impero Romano, durante la Edad Media y en los siglos posteriores.

En la cárcel se ve enfrentado brutalmente con la realidad y piensa que, después de todo, la Muerte en ciertas situaciones es un alivio:

“Deja, oh Muerte, la pereza,

Ven acaba con mi vida

Mis enojos”

En la antesala del fin, Boecio encuentra en la filosofía  su auxilio.  Es cuando recibe en esos momentos amargos La consolación de la Filosofía:

“E estando en esta congoja, y pensando de escribir mi tristes quejas llorando, vi que estaba una mujer encima de mi cabeza, de muy reverendo gesto. Los ojos muy encendidos, y en mirar tan virtuosos, que veía mucho que comúnmente ninguno de cuanto viven alcanza.”

Y más adelante: “Traían en la mano derecha unos volúmenes de libros, y en la siniestra, un cetro real.”

La mujer le dice: "¿Habíate ¡oh hijo mío! de dejar pasara solas los trabajos que recibes de los que te han envidia porque sabes que eres mío?"

No hay más oscuridad cuando la dama toma el fino paño de su vestido y limpia los ojos de Boecio:

“Después que me hobo limpiado

Con su ropa virtuosa,

Tornose clara y graciosa

La noche tan tenebrosa

Que me tenía muy cegado.”

Con deliciosa prosa de su siglo, y mediante metáforas, evita las abstracciones de las que se llenaría la historia de la filosofía en siglos posteriores. Por el contrario, nos ofrece su pensamiento universal, ese que va, en ininterrumpidos eslabones, de una  cadena fenomenológica, hasta los espacios vitales. Lo hace  cuando describe a la mujer que lo asiste en la cárcel:

 “La estatura, muy dudbosa, porque, a veces, se estrechaba a la común cantidad a la que suelen tener los hombres; a veces tocaba el cielo con lo más alto de sí, y si alzaba la cabeza, penetraba el mesmo cielo y perdíase de vista a cuantos hombre la vían.”


Boecio
Anicio Manlio Torcuato Severino Boecio (en latín: Anicius Manlius Severinus Boëthius) (Roma, c. 480 – Pavía, 524/525) fue un filósofo romano.

Provenía de una importante y antigua familia romana, la gens Anicia, que dio dos emperadores y tres Papas. Fue hijo de Flavio Manlio Boecio. Empezó estudios de retórica y filosofía, conocimientos que amplió en Atenas. Se casó con Rusticiana, hija del senador Símaco (senador y cónsul en el año 485).

GRAHAM GREENE EN LA BASILICA DE GUADALUPE


 

Es una Virgen liberadora, no esclavizadora

Con estas sintéticas palabras el escritor inglés aborda el tema de la revelación de la Virgen de Guadalupe, que para él, no es “misterio”  ni mito, sino eso, revelación, epifanía de libertad.

Relata la historia que los mexicanos sabemos desde niños, pero con una óptica que no conocemos. Tal vez la intuimos pero no la desgranamos. Por fanatismos ya laicos o ya religiosos, por ignorancia o por fe evangélica, que no necesita explicación, no profundizamos mucho ante esta historia del terreno de la hagiolatría.

Virgen de Guadalupe
En la primavera de 1938 el novelista llega a México y viaja por varias partes del país. Las autoridades lo ven como un agente que viene a espiar para Inglaterra.

Son tiempos agitados para la nación. Por una parte la persecución religiosa que ha derivado en una confrontación armada por el cierre y  la destrucción de medio millar de templos católicos. Luego la expropiación petrolera que ha sacado de México  a varios países centroeuropeos.  Y  apenas tres  décadas atrás la revolución contra Huerta había conocido las grandes batallas del norte del país.

 La economía está en el  suelo. Falta de una infraestructura industrial, la miseria no tiene parangón en los últimos tiempos. Es un país predominantemente agrícola pero las revoluciones mencionadas han quitado la vida a miles de hombres, está sin cosechas y sin ganado.

No es raro en el campo hervir el cuero de las  monturas de los caballos,  para intentar comerlas como carne, porque ya no hay caballos. El que logra reunir  medio kilo de masa debe hacer las tortillas en el silencio de su casa para no exponerse a ser atropellado…

Dentro del   contexto que a la sazón vive el catolicismo por la persecución del presidente Calles, Greene se ve vivamente  motivado por conocer el lugar de las apariciones de la Virgen. Ve  corrupción,  suciedad y  degradación por todas partes y así lo escribe en su libro. Como católico Greene siente que hay algo que evita la disolución de México como nación y es la fe en la guadalupana.

Conoce ya la historia  de las apariciones la cual  ha repasado con detenimiento una y otra vez. En su libro Caminos sin ley  escribe que, de haber ido Juan Diego con Hernán Cortés, a contarle las apariciones que ha tenido lugar de aquella mujer en el cerro del Tepeyac, esa Virgen hubiera sido un instrumento de sometimiento de los indios.

 Si esa fuera la intención del español, Cortés estaba en posición en ese momento de haber mandado a construir una magnifico templo pero, se pregunta Graham Greene: “¿habrían concurrido a él los indios? Uno casi puede asegurar que habría terminado por ser clausurado.”

Estamos hablando de los indios mexicas, no de los indios aliados de Cortés que, junto con los españoles, se hincaban a escuchar misa en los santuarios construidos por los conquistadores, bajo las imágenes de la Virgen de los Remedios y de Santiago Apóstol.

 “Convendría recordar-escribe Graham Greene- lo revolucionaria que debe de haber parecido  esta aparición. Hacía solamente diez años que la ciudad de México se había rendido finalmente a Cortés, el país todavía no se había sometido, y es muy dudoso el recibimiento que el tipo habitual de aventurero español puede haber concedido a un indio que pretendía haber sido llamado “hijo mío” por la Madre de Dios.”

De esta manera Greene desecha el sofisma que “esta” guadalupana fue traída por Hernán Cortés de Extremadura, España.

Cortés obligaba, a punta de cinturonazos, a los indios mexicas a asistir a misa. Los que no obedecían acababan devorados por los perros de Pedro de Alvarado. El “aperreamiento” fue famoso en esos años y así está consignado en las crónicas de los mismos españoles.

La Virgen de Guadalupe, a su vez, le decía a Juan Diego, era  su madre y ella lo protegería. ¿De quién lo protegería sino del conquistador? Para demostrarle su divinidad curó, “a la distancia”, al tío de Juan Diego.

De manera fina Greene hace alusión a la divinidad de la guadalupana: “Dentro de la iglesia, el sarape milagroso pende sobre el altar, la Virgen india, de tez oscura, inclina la cabeza con una gracia y una amabilidad que ya no se encuentra en todo el México mortal.”

La Virgen, morena como él, era rechazada por los españoles, empezando por la jerarquía eclesiástica cristiana. Y un  español, franciscano, Fray Bernardino de Sahagún, desde el convento-seminario de Tlatelolco, andando el tiempo sería el más grande hagiógrafo de las cosas del México antiguo, prevendría con sumo empeño,  en el siglo dieciséis, contra el culto a la Virgen del cerro del Tepeyac, que empezaba a tomar una fuerza inusitada.

Sahagún
“Bernardino de Sahagún (1499-1590), gran conocedor de la cultura y lengua de los nahuas, fue uno de los críticos al culto en Tepeyac y el uso del nombre de Tonantzin para llamar a Nuestra Señora de Guadalupe durante el siglo XVI. ”Wikipedia

La Virgen morena del Tepeyac no se manifestó en Tlaxcala, no a ningún español, ni tampoco a ningún fraile. Se le apareció a un indio macegual que en la escala social, tanto del México antiguo como el que a la sazón empezaba, era el más bajo por su miseria económica.

No le dijo que era la madre de Dios (al menos no del Dios recién llegado de ultramar) ni que reinaba sobre todos los universos ni que era su patrona. Sólo le dijo: “Hijo mío”.

Y, seguramente lo más importante, se apareció en el lugar exacto sobre los recientemente destruidos lugares donde se adoraba a la diosa Tonantzin, divinidad en línea directa de la gran diosa fundacional de los mexicanos: Chicomecoatl (Chicomecoatl-Coatlicue,Coyolxauqui-Tonantzin-Guadalupe)

 México-Tenochtitlán había caído apenas diez años atrás, el “país” se encontraba en plena efervescencia al ver el espectáculo de la destrucción de centros ceremoniales y su cultura. Los virus patógenos traídos por los europeos contra los que no se tenía defensa diezmaban a los habitantes de pueblos enteros.

A tal grado que, se considera que de quince millones de habitantes que antes había en estos “reinos”, también llamados “naciones”, ahora sólo quedaba medio millón.

Los frailes invitaban, y los soldados presionaban, para postrarse ante la Virgen de los Remedios y ante Santiago Apóstol. Pero, ¿cómo protegerían, tanto esa Virgen y ese Apóstol, a los indios si en la guerra de la conquista habían protegido a los que ahora los esclavizaban?

A partir de entonces el santuario del Tepeyac no ha cerrado sus puertas. Graham Greene hace alusión a los intentos de dinamitar  el sarape con la imagen de la Virgen y su  Basílica, como  el que llevó a cabo Garrido Canabal y sus “camisas rojas” en el siglo veinte:

 “…este santuario de la Virgen de Guadalupe, aun en el apogeo de la persecución, permaneció siempre abierto; ningún gobierno se atrevió a despojar al indio de su Virgen…La Virgen de Guadalupe, como Santa Juana en Francia, se había identificado no sólo con la fe  sino también con el país; era un símbolo patriótico aun para los descreídos.”

Todas estas reflexiones se las hace Graham Greene cuando sube al cerro del Tepeyac. Extrañamente Greene no menciona el gran momento en el que el cura Hidalgo enarbola el estandarte de la Virgen de Guadalupe, cuando el “grito” de Dolores, con el que empezó la independencia de España, en el siglo diecinueve.

Se centra en la misión liberadora  del siglo dieciséis:

 “La leyenda, dicen ahora lo políticos mexicanos, fue inventada por la Iglesia para esclavizar la mente indígena, pero si realmente hubiera sido inventada en esa época por la Iglesia lo habría sido con un propósito muy distinto. Esa Virgen exigía una iglesia donde poder  amar a sus indios y protegerlos del conquistador  español. La leyenda infundió a los indios confianza en sí mismos, les dio un apoyo ante el conquistador; era una leyenda liberadora, no esclavizadora."

 

Greene

“Henry Graham Greene (Berkhamsted, Hertfordshire, 2 de octubre de 1904 – Vevey, Suiza, 3 de abril de 1991) fue un escritor, guionista y crítico británico, cuya obra explora la confusión del hombre moderno y trata asuntos política o moralmente ambiguos en un trasfondo contemporáneo. Fue galardonado con la Orden de Mérito del Reino Unido.”WIKIPEDIA





 

 

 

 

 

 

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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