PLATÓN, PLATICANDO A PAPÁ


 

Platón, La República, Segundo Libro.

La divinidad es buena, ya sea en singular o en plural.

Los poetas griegos son los que han deformado esas virtudes, envenenado la mente de los niños, haciéndolos temerosos. Es la tesis de Sócrates.

Trasímaco opina lo contrario, la injusticia es buena.

Un grupo de filósofos se reúnen en la casa de Polemarco, en Atenas. Dos de ellos,  Glauco y su hermano Adimato platican, polemizan, con Sócrates de varios temas. Los dos  sostienen que la injusticia es un bien:

 “…el hombre justo lo es por su impotencia de ser lo contrario…El hombre se vuelve injusto en el momento que puede hacerlo”, dice Trasímaco y agrega: “Es por esto, Sócrates, que los partidarios de la injusticia dicen que la condición de injusto produce más felicidad que la del hombre justo, con respecto a los dioses y de los hombres.”

Sócrates piensa diferente. Los poetas griegos, Homero, Eurípides, Hesíodo, etc. son los culpables que los niños aprendan mentiras y crezcan temerosos y pusilánimes.

Para los adultos estos poetas son un libro abierto que nos revelan nuestras pulsiones y nuestras esencias. Para los niños, sostiene Sócrates, puede ser un anacronismo.

(Un amigo mío dormía a su niño, de cuna, leyéndole cuentos de Quiroga. Veinte años después ese joven tenía su sistema nervioso en condiciones nada envidiables)

Adimato expone  la  filosofía del zorro: “Seguiré este camino, en el exterior fingiré ser virtuoso y en mi interior vivirá el zorro astuto y falso…”

“Los discursos de Glaucón y de Adimato me dejaron estupefacto” dice Sócrates.  Hace un largo rodeo para lograr convencer a los hermanos que la justicia es de la divinidad y ésta no puede mentir.

 Para llegar a este punto y abrirse paso entre un enmarañado entretejido de sofismas expuestos por los hermanos, Sócrates debe empezar desde el nacimiento de los sofismas correspondientes al tema.


Dibujo tomado del libro
La psiquiatría en la vida diaria
de Fritz Redlich,1968
Empieza por la necesidad que tienen los hombres de ayudarse unos a otros, principio de la sociedad y del Estado: “El que acabamos de describir es un Estado sano, el verdadero”.

Agrega que también hay un Estado enfermo. Aparece cuando los hombres “rebasan los límites de lo necesario y caen también en manos del deseo insaciable de tener más.”

Sócrates va directamente a los poetas: “Lo  primero que hacen es contarles fabulas, que aun cuando a veces tengan algo de verdaderas, comúnmente son mentiras. Con ellas se entretiene a los niños hasta que se les envía al gimnasio…En la infancia su espíritu acepta con facilidad todas las impresiones que se deseen…

Sigue:

"¿Permitiremos prudentemente  que cualquiera pueda contar toda clase de fabulas a los niños y que su alma reciba información contraria a las ideas que queremos que tengan en una edad más avanzada? Un niño no sabe diferenciar lo ficticio de lo que no lo es y lo que se introduce  en el espíritu a esa edad deja sus huellas imborrables.”

Werner Jaeger  dice en su Paideia que en Grecia de esos tiempos se cuidaba mucho la educación del niño en la perspectiva de un ideal absoluto. No sólo era la escuela de aprender matemáticas o cómo ganar en la pista de los atletas,   sino el humanismo.  Por eso había tanto celo en ese sentido:

“Desde la época de los sofistas, todas las cabezas de la paideia  griega y, sobretodo, Platón e Isócrates, estaban de acuerdo en que la paideia no se limitaba a la enseñanza escolar .Para ellos era cultura, formación del alma humana. Eso es lo que diferencia la paideia griega del sistema educativo de otras naciones. Era un ideal absoluto.”(Libro Cuarto, Capítulo V)

En la realidad Glauco y Adimato fueron hermanos de Platón. Werner Jaeger dice en su Paideia: “Platón y sus hermanos Glaucón y Adimato, a quienes de un modo muy significativo presenta precisamente  en la República como discípulos e interlocutores de Sócrates, figuraban evidentemente entre aquella juventud  de la antigua nobleza ática…”

Por esa capacidad de análisis en la filosofía, y soltura para plasmar lo lirico, se le tiene a Platón también  como el iniciador, o padre, de la novela. Fitzgerald, Hemingway, Henry James, Tennessee Williams, etc. hicieron sus grandes construcciones intelectuales sublimando muchas situaciones vividas de cerca en sus respectivas familias.

Es conocido el extraordinario lirismo de Samuel Beckett que tuvo su famosa epifanía, sobre el muelle de dun Loaghaire, y bajo la tormenta de una noche llena de relámpagos y truenos. En realidad había tenido lugar esa epifanía en su habitación de la casa de su madre en Foxrock.

Esta nota fue escrita el 31 de octubre. Mañana abriremos las puertas a los dioses mexicas y difuntos que regresarán por dos días a nuestras casas. Así es desde hace miles de años. También entraran las criaturas del Halloween, con sus atuendos de brujas y demonios del infierno que nos cuenta Dante. Estas criaturas, de la cultura occidental, también son parte de nuestra cultura, desde hace cinco siglos.

 Pero los niños, que ya los esperan, saben que tanto aquellos como estos, son amigos, nada perversos, como se trata en el dialogo con Sócrates. Hasta se han pintado también la cara y vestido de brujas y demonios para que los verdaderos metafísicos  no se vaya a llevar un susto con los humanos.

Sócrates termina con estas palabras dirigidas a la asamblea, de filósofos,  en la casa de Polemarco:

“Que no se nos cuenten tales falsedades; que las madres, complacidas con estas invenciones poéticas, no atemoricen a sus hijos haciéndoles creer  equivocadamente  que los dioses van a todas partes ,en la noche, disfrazados de vagabundos y viajeros, porque blasfeman contra los dioses y al mismo tiempo vuelven cobardes y temerosos a sus hijos.”

PLATÓN
“Platónn. 1 (en griego antiguo: Πλάτων) (Atenas o Egina,1 ca. 427-347 a. C.)2 fue un filósofo griego seguidor de Sócratesn. 2 y maestro de Aristóteles.3 En 387 fundó la Academia,4 institución que continuaría su marcha a lo largo de más de novecientos añosn. 3 y a la que Aristóteles acudiría desde Estagira a estudiar filosofía alrededor del 367, compartiendo, de este modo, unos veinte años de amistad y trabajo con su maestro.n. 4 Platón participó activamente en la enseñanza de la Academia y escribió, siempre en forma de diálogo, sobre los más diversos temas, tales como filosofía política, ética, psicología, antropología filosófica, epistemología, gnoseología, metafísica, cosmogonía, cosmología, filosofía del lenguaje y filosofía de la educación; intentó también plasmar en un Estado real su original teoría política,”WIKIPEDIA

PLOTINO, EL DESTINO


 

Hay destino como finalidad y como fatum (hado o sino).

Yo destino cincuenta pesos para comprar una cerveza. El asunto en todo este tema es quién es ese yo que destina: ¿los átomos, los planetas, el espíritu?

Átomos, planetas y espíritu mueven al humano. El conflicto aparece cuando uno de ellos reclama exclusividad.

Átomos, planetas y espíritu, tres cuestiones que en otros tiempos fueron temas de charlas de la gente del común. Se decían en la sobremesa de las comidas familiares, a la hora del café con amigos al caer la tarde o frente a la hoguera bajo las estrellas de los vivacs alpinos.

Pero que en la actualidad ya no son temas de actualidad. Esta actualidad ya no es aquella actualidad. Nuestra circunstancia ya no es aquella circunstancia. Ahora parecen cuestiones académicas tremendamente aburridas.

 Esto porque en algunos países ocurre como escribe Francesc de Carreras: “La progresiva disminución de asignaturas de humanidades-Literatura, Filosofía, Historia, Geografía-en la educación primaria y secundaria, pérdida que hoy ya contagia a la Universidad es un ataque frontal a la cultura. “Darío El País, de España, 24/10/2015.

Plotino  dice que el destino no es el azar. El azar es aleatorio, el destino consecuente. No sucede cosa sin causa.

Lo que tiene que seguir de algo que ya sucedió. Si ya llegué a la cima de la montaña, la secuencia, la consecuencia, es que ahora empiece a descender.

El Destino entre los clásicos tiene interpretaciones diversas y hasta encontradas. Según se quiera leer o según el contexto en el que se lea. Sucede siempre así. Platón para algunos es materialista y para otros es idealista. Las diferencias  entre epicúreos y estoicos tienen al menos tres mil años.

Para Plotino el Destino es esencial al declararlo causa universal. Más también menciona el parecer de otros filósofos de su tiempo: “Las hay aún que definen el Destino como el encadenamiento de las causas, en su conexión que remonta al infinito y por la cual todo hecho posterior es la consecuencia de un hecho anterior.”

Pero si los átomos, en su causalidad, deciden todo, entonces nosotros no somos nosotros.  “Nosotros qué pitos tocamos”, se dice en México.

 Plotino se pregunta cómo explicar en este sistema atómico, de principios materiales, propios de Epicuro, Demócrito y Leusipo, las operaciones y afectos del alma ¿dónde quedaron?

Plotino nos ofrece una lectura filosófica agradable, bella, por su modo de expresarse y porque no es de los que alimentan los antagonismos. No junta leña para encender hogueras. (Se dice de él que nunca se bañaba y que escribía caóticamente sin detenerse a cuidar de la ortografía ni numerar las hojas para llevar una secuencia. “No tenía buena letra. No separaba las palabras ni atendía a la ortografía. Sólo se cuidaba de las ideas”). Como conocemos a Plotino se debe mucho a Porfirio, uno de sus alumnos, gran filósofo judío.


Dibujo tomado del diario El Páis,España,26/09/2015
En contrario, Plotino  busca la armonía: “Los cuerpos obedecerán, es cierto, a los impulsos que los átomos les den necesariamente; pero las operaciones y los afectos del alma, cómo explicarlos por movimientos de átomos?”

Insiste:

“Porque acontece que éste sea geómetra, aquel aritmético y astrónomo, este filósofo. Eso se preguntan también los estoicos, filósofos que hacen nacer de sus movimientos, no sólo las cosas (mecánicas) que devienen, sino nuestros mismos pensamientos.”

 Para los estoicos el asunto no acaba en el movimiento o devenir de los átomos sino que buscan “el amplio impulso del principio dirigente que hay en ellos.”

El devenir mecánico de las cosas, y el impulso dirigente, es lo que va a ocupar la filosofía en los veinticinco siglos a partir de los presocráticos hasta nuestros días. Al menos cien formidables, profundos y cautivadores  sistemas filosóficos los tienen como puntos nodales. Sin ellos, con sus formidables antagónicos modos de pensar,  estaríamos en el Neandertal, así fuéramos montados en cohetes rumbo a Saturno. Llevaríamos nuestro Neandertal a Saturno.

La misma pregunta se hace Plotino frente a Dios, al cual llama el principio dirigente o causa universal.

Pero no se le puede responsabilizar ni al determinismo atómico ni al principio dirigente de todo lo que nos acontece. No somos automóviles salidos en serie de la armadora.

Plotino reafirma que sí hay un alma universal, pero también un alma de cada individuo. Ésta con su potencial de decisión que será responsable de aciertos y errores. Se sigue bajo la consecuencia  atómica pero ahora ya se dio un salto de engrane hacia la libertad del individuo.

“Sin embargo, es preciso admitir que cada quien vive, piensa, acciona con una vida, con un pensamiento, con una acción que le es propia; es preciso dejar a cada uno la responsabilidad de sus acciones, buenas o malas, y no atribuir cosas sin decoro a la causa original.”

Plotino se detiene de manera extensa con el tema de los astros, por lo que nos damos cuenta que la astrología influía significativamente en la sociedad de su tiempo. No era para llenar, como ahora, tiempos de televisión y vender espacios comerciales.

Eran resonancias de las teorías atómicas que buscaban explicar la vida humana por las causas y los efectos. A semejanza, tal vez, de los tiempos circadianos que la ciencia en la actualidad estudia con seriedad los ritmos biológicos. Pero Plotino refuta  aquella astrología al ser  llevada a niveles geocéntricos y heliocéntricos.

“Si en lugar-dice- de limitarse a afirmar que los astros indican estos hechos, se pretende que los produce, se incurre en error.”

Plotino es partidario de la idea que la existencia del ser humano, de cada individuo, se decidió en el principio de los tiempos, cuando todavía esos astros no existían siquiera
 
"¿Cómo se puede atribuir  a la influencia de los astros la nobleza del nacimiento, si esta nobleza  se encontraba ya  en los padres antes de que los astros hubiesen tomado la posición de que  se deduce este horóscopo?"

Plotino está en la dimensión donde el tiempo físico no existe.

PLOTINO
“Plotino nació en el 204 ó el 205 en la ciudad egipcia de Licópolis, hoy Assiut. En el 232entró en el círculo de Amonio Saccas (o Sakkas) en Alejandría, de quien también fueron discípulos Orígenes (no el cristiano)[cita requerida], Longino y Erenio. Se embarcó en 244 en la expedición del emperador Gordiano III contra los persas con el propósito de conocer la filosofía de los pueblos orientales. Fracasada la expedición y asesinado el emperador, logró dificultosamente refugiarse en Antioquía. Abrió en Roma una escuela de Filosofía (246) y llevó una vida severa: era vegetariano, no se casó ni se dejó retratar "para no dar lugar a una sombra de otra sombra". Se le atribuyeron dotes místicas de visionario y se dice de él que recogía niños huérfanos y les daba educación. Su discípulo Porfirio, autor de su biografía Vida de Plotino y de la sistematización y publicación de su obra central Enéadas, refiere que en los seis años que estuvo con él tuvo hasta 4 uniones místicas”WIKIPEDIA.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

GRAHAM GREENE, LA SEGUNDA MUERTE, CUENTO

Después del milagro creemos que no fue milagro. Hasta negamos la posibilidad del milagro. Todo se puede explicar por las leyes mecánicas o, como dicen los clásicos, por la fenomenología.

Así pasó, según este relato de Greene, a aquel personaje  que daban por muerto y hasta ya se encontraba en la tumba y el olor  a cadáver se esparcía por el lugar.

En esa ocasión el médico del pueblo le dijo a la gente que lo sacarán pues no había muerto. Nadie creía que eso fuera posible en aquel caserío tan remoto.

El rescatado de la tumba  vio alejarse al médico, rodeado de la gente, entre el polvo del camino que levantaban.

Era gente pobre y la gente pobre se cree todo lo que le dicen ¡Milagro! En realidad había sido un sueño. No iba a gastar su tiempo en esas cosas y mejor era disfrutar la vida.

Se acordó de Ruth, la muchacha de los grandes senos. Todo eso le contaba  su amigo. Pero ahora, muchos años después de aquel suceso, había vuelto a enfermar. Tenía miedo.

Seguía recordando  a aquel médico del que   la gente decía  curaba enfermos desahuciados, que a los tullidos hacía caminar. Pero eso lo decía la gente pobre. La gente rica se mantenía a la distancia, por más que querían platicar con él. Muy pocos lo lograron.

El amigo estaba en verdad en muy malas condiciones de salud. Su amigo iba a llamar a la familia del moribundo. Se dio cuenta que ya no era necesario. Al menos ya no había prisa. Había muerto. Lo enterraron, por segunda vez lo enterraron.

Pero su amigo no se atrevió a cerrarle los ojos. No le cerrería los ojos a nadie, ni siquiera a un muerto. Él había nacido ciego.

 Hasta que un día, de eso también ya hacía muchos años, alguien le tocó los ojos, con un ligero golpe. Sintió como si alguien le hubiera aplicado algo frío sobre los parpados. Fue el día, el momento, que pudo ver. Por primera vez en su vida pudo apreciar al mundo, los colores, las cosas, la gente.

 Como era un pueblo chico, de hecho una aldea, la gente sabía que era ciego de nacimiento. Aunque los ricos y las autoridades decían que era un impostor.

Cuando el ex ciego pudo distinguir con nitidez, sólo alcanzó a distinguir al médico del pueblo. Era el mismo que le contaba su amigo, ahora muerto, que había impedido en aquella ocasión  que lo sepultaran.

Mira al médico a la distancia, yendo por el camino polvoso rodeado de gente. Esa gente pobre que su amigo le decía que se cree todos los cuentos que le digan.

 
GREENE

“Henry Graham Greene (Berkhamsted, Hertfordshire, 2 de octubre de 1904 – Vevey, Suiza, 3 de abril de 1991) fue un escritor, guionista y crítico británico, cuya obra explora la confusión del hombre moderno y trata asuntos política o moralmente ambiguos en un trasfondo contemporáneo. Fue galardonado con la Orden de Mérito del Reino Unido.”WIKIPEDIA

LEIBNIZ, CONTEMPLAR Y RECORDAR


 

La mujer mira para todos  lados, de pie en la esquina de la avenida, y no se decide por el rumbo a seguir. Escucha el móvil pero al contestar no recuerda la voz. Del otro lado se comprende la situación y dice: “Fíjate en qué calle y cuál otra te encuentras y no te muevas de ahí, enseguida vamos por ti.”

Otra situación, no rara por cierto, es que el hombre de más edad de la familia hizo sus necesidades corporales y siguió yendo y viniendo por la casa sin alterarse lo mínimo. Ha olvidado que en la casa hay taza de excusado. Ha olvidado que comemos y descomemos, porque a la hora de ir a sentarse a la mesa también es necesario ir por él. Pueden pasar días sin acordarse de que hay que comer para seguir viviendo. De hecho se ha olvidado de vivir.

Leibniz ya se refería a esta situación y escribió algo sobre la retentiva. Consiste en un ejercicio mental empírico, o intelectual, tan necesario, o tan insoslayable, como, para el cuerpo, caminar o trotar para “mantenerse en forma” física.

En la etapa agrícola había poca información y se podía pensar más sobre pocas cosas. La era de los relatos tautológicos, contados en torno de la hoguera. Eran relatos de fogón, como dicen los argentinos. O platicas de cocina-comedor , en México.

En la era de la información masiva, de la televisión, la radio, los diarios y el móvil, hay desbordamiento de datos. La noticia de la mañana ya se ha olvidado bajo una montaña de otras noticias por la tarde ¡y todavía faltan las de la noche! Hay demasiada información y no sabe cómo seleccionarla. El individuo ya no piensa. Se ha acostumbrado a que piensen por él. Ya no hay interacción, retroalimentación, con lo que sucede frente a él.

Dibujo tomado del libro La psiquiatría en la vida diaria
De Fritz Redlich,1968
La facultad por la cual se avanza más en el conocimiento de las cosas, escribe Leibniz, es por retentiva. Porque es la facultad que conserva los conocimientos recibidos por los sentidos o por la reflexión. “La retentiva procede de dos modos: conserva en acto la idea presente que yo llamo contemplación, y guardando el poder de reproducirla, que es lo que se llama memoria.” 

Un amigo mío inventó su propia tautología. Pegó en la pared de su recamara siete párrafos sacados de libros de autores de su preferencia. Evitó poner en el papel el nombre del autor. Los leía por las noches. Treinta años después, a los ochenta de edad,  sigue con esa práctica. Al final de la lectura dice en voz alta el nombre de la obra y el del autor.

Párrafo 1:

“Convenían los dos en que más hubieran querido ser  un año bandidos  en la selva de Sherwood  que presidente de los Estados Unidos por toda la vida.”

Párrafo 2:

“…lo que hablaba era desconcertado, elegante y bien dicho, y lo que hacía, disparatado, temerario y tonto.”

Párrafo 3:

“Ellos engendraron a los hombres, a las tribus pequeñas, a las tribus grandes. Ellos fueron nuestro tronco, de nosotros los hombres quichés.”

Párrafo 4:

“Esto es algo maravilloso. Y el hombre moderno les hace el amor con música a todas las mujeres, como si fuesen una sola…Cuídense oh mujeres modernas, de los cincuenta años. Entonces, cuando la comedia ha terminado, el teatro se cierra y a una la echan a las tinieblas de la noche. Si han dado un gran espectáculo con su vida, todo por su propio  esfuerzo  y como gran señora de su destino, muy triunfalmente, el reloj de los años da los cincuenta y la comedia ha terminado. Han tenido su oportunidad en el escenario. Ahora deben irse, salir a la noche común, donde pueden hallar o no refugio seguro.”

Párrafo 5:

“La novela es el alimento y la alegría que encuentra la imaginación. Todo lo demás lo sujeta al suelo; de ahí que los hombres vuelen a resarcirse a Byron, Scott, Disraelí, Dumas, Sand, Balzac, Dickens, Thackeray y Reade. La educación se abandona; pero las bibliotecas circulantes y el teatro, lo mismo que la pesca y las excursiones por montes y paisajes, hacen todas las enmiendas que pueden.”

Párrafo 6:

“…mientras los otros dioses permanecían quietos en su palacio, construido en los valles del Olimpo, despotricando contra Zeus, el dios de las tenebrosas nubes, empeñado en conceder la victoria a los troyanos.”

Párrafo 7:

“Es un contacto vivo, un toma y daca: la grande y sutil relación entre los hombres y las mujeres, entre el hombre y la mujer. En esto y mediante esto, nos convertimos en auténticos individuos: sin ello, sin el contacto real, seguimos siendo más o menos unas nulidades.”

En estos 7 párrafos había seis autores. La tarea era saber cuáles dos párrafos correspondían a un mismo autor.

“¡Lawrence!” decía. Pero se obligaba a decir el nombre completo: “David Herbert Lawrence”.

Al final todo pasará, por eso de la irrigación de sangre en el cerebro, se decía,  pero recordaba lo de Leibniz: “Confieso que para pensar en estas verdades innatas y para analizarlas es preciso discernimiento; más no por eso dejarán de ser innatas.”

Leibniz
Gottfried Wilhelm Leibniz, a veces von Leibniz1 (Leipzig, 1 de julio de 1646 - Hannover, 14 de noviembre de 1716) fue un filósofo, lógico, matemático, jurista, bibliotecario y político alemán. Fue uno de los grandes pensadores de los siglos XVII y XVIII, y se le reconoce como "El último genio universal". Realizó profundas e importantes contribuciones en las áreas de metafísica, epistemología, lógica, filosofía de la religión, así como a la matemática, física, geología, jurisprudencia e historia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

DESCARTES, EN BUSCA DEL MÉTODO


 

Soñamos en base a las experiencias nuestras y a lo que leemos, y mucho de lo que oímos, dice Descartes.

Pero mucho de lo que se dice en la vida diaria son tópicos sin fundamento, nada más por repetir sin pensar. Y de lo que está en los libros tampoco todo es de fiar.

Resulta de esto que lo que soñamos poco es de lo nuestro y mucho de lo que nos llega de fuera. Aun de viejo el individuo se despierta sudando pero sin acordarse  que, de niño, sus padres, para dormirlo en su cunita, le leyeron Caperucita, y el terrible lobo que se come a la abuelita…

No se hace la reflexión y estoy padeciendo las afecciones de otros, no las mías. Descartes:

 “Observé que, en lo relativo a las costumbres, se siguen frecuentemente opiniones inciertas con la misma seguridad que si fueran evidentísimas; y esto fue precisamente lo que me propuse evitar en mis investigaciones de la verdad.”

Aun en esa etapa temprana de su investigación Descartes sabe  que tiene ideas propias, innatas, pero también intuye que muchas ideas son adventicias, no son suyas, le llegaron de fuera. Se siente como objeto de técnica de “pastillaje” que describen los arqueólogos a una figura base se le fueron agregando elementos.

Vivimos en las ideas adventicias
Dibujo tomado del libro
La psiquiatría en la vida diaria
de Fritz Redlich, 1968
Descartes no se propone inventar la vida, sólo despejarla de cuanto sofisma se le fue llenando a través de los siglos. Para ir en busca de la verdad recurre a los tres preceptos morales que ideó para su Método (Discurso del Método).

En el primer precepto se apresura a decir que no va a innovar a tontas y a locas. ¡De eso ya ha tenido mucho la humanidad! Obedecerá las leyes  de su país y permanecerá en el seno de la religión que Dios permitió le enseñaran en su infancia.

En el mundo se repite mucho y se piensa poco de lo que se dice. Pero si la vida funciona es que también tiene sus valores. Si hay ligereza también hay sensatez:

“Mi conducta debía ajustarse a la opinión de los más sensatos y prudentes, de entre todos los que me rodearan, porque no teniendo en cuenta mis opiniones, puesto que iba a someterlas al examen   riguroso de la razón, nada más natural que siguiera el criterio de los más sensatos.”

Emerson recomienda fiarse sólo de los libros de los pensadores clásicos. 

La segunda máxima de su moral era no titubear una vez tomada una decisión. Siempre hay desgarramiento al apartarse de una práctica sostenida por años que se creía correcta. Ejemplo, dejar de comer pan o, romper con la costumbre de fumar, etc.

Todo mundo come pan, es parte de la mesa, hay toda una respetable industria del pan, ¿Por qué el médico me dice que debo terminar con eso? Pero si decido no hacer caso al médico voy a sentir como un desgarramiento por la  culpa al seguir comiendo pan:

“Por esas razones deseché   los remordimientos y las indecisiones que inquietan con frecuencia a los débiles que practican como buenas cosas que luego juzgan malas.”

La tercera máxima moral de su Método consiste en no aspirar cosas en la dimensión de la absurdidad, sino en vencerse a sí mismo en cuanto se refiere a no desear “lo que no pudiera adquirir. En esa media se sentirá satisfecho."

Pone como ejemplo, y lo dice literalmente, que no sentirá la carencia de “poseer el reino de México o el de China, sino alienta su pensamiento en ese sentido: “Si nuestra voluntad no se inclina a querer más que las cosas que nuestro entendimiento presenta como posibles, es indudable que considerando todos los bienes fuera del alcance de nuestro poder, no sentiremos la carencia de ninguno.”

 Se puede comprar al mundo pero perder la libertad. Rafael, personaje de La piel de zapa, de Honorato de Balzac, era inmensamente rico y famoso, pero murió piltrafa antes de los treinta.

Cierto grado de riqueza no existe. Siempre se quiere más. Al estilo del insatisfecho sexual:

“Se creían más ricos y poderosos, más libres y felices, que los demás hombres, porque por muy favorecidos de la fortuna que sean estos hombres, nunca tiene todo lo que quieren.”

Sólo hay una cosa nuestra y son los pensamientos. La tarea consiste en que en verdad sean los nuestros o de otra manera estoy pagando las sesiones al psiquiatra comunicándole ideas que me imbuyeron otros.

Indispensable la interacción con los otros, pero no la intercontaminación.

También Leibniz deja constancia que “Todos los actos que ejecutamos sin reflexión son resultado de un conjunto de impresiones débiles, y aun nuestros hábitos y pasiones, que tanto influjo tienen sobre nuestras decisiones, provienen de ahí, pues los hábitos se forman poco a poco.” (Leibniz, Nuevo tratado sobre el entendimiento humano).

¿Cómo saber sino estoy descubriendo el arco iris? Si mi intento de apartarme de la ortodoxia no es más que un rancio solipsismo. En todo caso, prender los reflectores para que alguien se dé cuenta que existo. Hay ideas innatas e ideas adventicias, dice Descartes. ¿Cómo distinguir unas de otras? Por la razón.

“Hay ideas innatas que no sólo dan las bases del conocimiento verdadero, sino también de la sabiduría de la vida.”

Algo más de fondo que da seguridad Descartes para que siga desarrollando su Método: “Dios nos ha dado una luz natural para distinguir lo verdadero de lo falso.”

Cierra Descartes esta parte de la siguiente manera: “…ninguna afección debían inspirarnos las cosas, puesto que nada era nuestro, fuera de los pensamientos.”

Pero, insiste, los pensamientos propios, no los adventicios.

 
DESCARTES

“René Descartes1 (La Haye, Turena francesa, 31 de marzo de 1596 - Estocolmo, Suecia, 11 de febrero de 1650), también llamado Renatus Cartesius, fue un filósofo, matemático y físico francés, considerado como el padre de la geometría analítica y de la filosofía moderna, así como uno de los nombres más destacados de la revolución científica.”Wikipedia.

 

 

 

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SAHAGÚN, LA MÁS GRANDE HISTORIA DEL MEXICO PRECRISTIANO


 

Materia y sustancia es lo que nos dice la extensa obra de Fray Bernardino de Sahagún, cuando escribe de las cosas del México precristiano.

Lo primero se transformó, por esos giros de mestizaje que da la historia, pero lo segundo, como cosa fuera del tiempo, sigue siendo como siempre fue.

El mestizo vive en lo factico, el espíritu permanece. Puede éste incrementar su información. Como hacen las mónadas de Leibniz, pero su filosofía es perenne en desarrollo, no una cuestión estática.

La obra de Sahagún, la más grande  de todas las historias del México indio (sin dejar de mencionar que hay otras de mucha calidad histórica, como la de Fray Diego Duran, dominico, por ejemplo, contemporáneo  de Sahagún en México) se encuentra entre las tres más grandes construcciones históricas que han escrito hombres en todos los siglos en el mundo. Y lejos del lirismo, con rigor en la consignación de los datos, que puede contarse dentro del método científico de investigación-comprobación.

Imagine el lector que Homero, a su poema de la guerra de los griegos contra Troya, como lo conocemos, hubiera escrito once libros más contando las costumbres, hasta sus mínimos detalles, de los habitantes de Ilión, fiestas, calendarios, creencias y todo el universo real con sus valores de civilización de los troyanos. Eso hizo Sahagún en México.

Esta labor, sólo comparable con la Paideia de W Jaeger, para la cultura griega, la llevó a cabo Sahagún durante sesenta años. Se considera que empezó a tomar notas en 1540, pero ya desde su llegada a México, en 1529, su espíritu fue impregnándose de la vida de los indios y esta impresión, todavía imprecisa, llegaría a culminar hasta 1547, en que terminó de escribir su obra, en lengua mexicana, y luego su versión en castellano en 1569.

Antítesis por completo, de los españoles que en ese tiempo seguían destruyendo en México pirámides y poblaciones indígenas. Sahagún se afanaba, con todas sus fuerzas, por reconstruir en el papel ahora que todo estaba todavía fresco y original.

 De pronto, de un año para el otro, la cultura desarrollada en Mesoamérica, través de milenios, fue destruida por parecer obra de salvajes. Pero no todos los españoles eran iguales. Sahagún pensaba que estaba frente principios universales, valores pragmáticos y valores esenciales, sólo que eran maneras distintas de representarlas. Sahagún debió haber pensado como dice Descartes en los umbrales para descubrir su Método: “En mis viajes observé que gentes que piensan y sienten de modo distinto al nuestro, nada tienen de salvajes. “De no haber pensado así Sahagún no hubiera empelado sesenta años de su vida en la tarea de rescatar maneras de pensar y de actuar del México precristiano.

Tartamudo y bello de rostro,  empezó a investigar y a escribir cuando contaba 29 años de edad (se llamaba “en el mundo” Bernardino de Ribera). Se le dificultaba hablar en público y como podía, por su presencia física, ser perturbado por las mujeres, sus superiores casi lo escondieron en el rincón más apartado del convento.

 Primero estuvo en Tlalmanalco, en la ladera suroeste de la montaña Iztaccihuatl. Luego en Tepepulco, región tezcocana, siguió Santa Cruz de Tlatelolco y San Francisco el Grande, de México- Tenochtitlán.


SAHAGÚN
Buscó la manera que, en cada sitio que vivía, le fueran presentados los indios sabios conocedores de las cosas del México precristiano que habían sobrevivido a la  guerra de la conquista.

Les preguntaba cosas y maneras del modo anterior a la guerra y ellos le contestaban. Luego preguntaba las mismas cosas a otros indios sabios de Tlatelolco, sin ninguna relación con los de Tepepulco, y así en otros lugares lejanos.

Hasta que los relatos coincidían los daba por buenos. Como ahora se hace con los trabajos académicos que se comunican a otros investigadores de otros países de la misma especialidad.

Sahagún procedía a escribirlos o dictarlos. Contaba con dos grupos y uno era el de informantes indios culturales y el otro de amanuenses. Aprendió el náhuatl y les enseñó el castellano. Los nombres de dioses, personas y lugares son, en su obra, como son, lejos del galimatías que con ellos hacen tanto Hernán Cortés como Bernal Díaz del Castillo.

Su celo cristiano presenta a un México espiritual, culto, bárbaro y habitado por el demonio. Los dioses mexicanos  pasaron a la categoría de diabolización para dar paso a la cruz.

Recibió la orden de sus superiores para que escribiera de las cosas pasadas de los indios. Su obra cumplió  el encargo de tal manera que Sahagún es la fuente por entero confiable para conocer al México precristiano. Sin Sahagún los mexicanos que  quieren conocer sus raíces no dispondrían de información tan completa.

Durán dice mucho de lo que dice Sahagún pero no por plagio literario, como sí era la costumbre en esas épocas, aun entre cronistas e historiadores religiosos. Lo dice porque sus informantes de Durán, otros informantes,  decían las mismas cosas. Lo que es todavía otro testimonio de verdad en lo que se lee en  los dos religiosos.

 Y aun Durán dice cosas que le faltaron a Sahagún, como lo relacionado con el  monte Teocuicani, ladera sur del Popocatépetl, adoratorio por excelencia de Tezcatlipoca. Pero aun así Sahagún es primordial.

Murió Sahagún a los 90 años de edad y no pudo ver publicada su obra. Era muy temprano y la jerarquía católica consideraba que podía estorbar el proceso de evangelización y relanzar el potencial de lucha que quedaba en el pueblo para ir al rescate de su cultura y sus dioses.

Sus  manuscritos, y sus dibujos que ilustraban la obra, estuvieron perdidos por doscientos años en algún convento de España.

HISTORIA GENERAL DE LAS COSAS DE NUEVA ESPAÑA
Fue hasta 1829 que, gracias a Carlos  María de Bustamante, apareció por primera vez publicada en México. La Editorial Porrúa llevó acabo su primera edición en 1956 a la que han sucedido otras once ediciones. La de 2013, en la Colección Sepan Cuantos…(número 300) como una especie de homenaje a Sahagún, en el sentido que su obra fuera conocida, por todos, la editorial la ofrece con un precio de venta accesible hasta para el bolsillo más precarista.

Murió Sahagún en México en 1590.Su cuerpo fue sepultado en el convento de San Francisco el Grande de México-Tenochtitlan (ahora calle Madero, primer cuadro de la Ciudad de México). Cuando tiempo después los frailes fueron exclaustrados, su cadáver se perdió y se cree que sus huesos hayan quedado en el subsuelo de ese lugar.

El padre Ángel Ma. Garibay K. escribió de él, en el Proemio General que hizo a  una de las ediciones de la obra de Sahagún: “

“Sencillo de corazón y de alma infantil, tuvo las dotes del genio  y la amable paz del santo que vive entre los humildes y los sabe amar.”

 

SAHAGÚN
 

 

Bernardino de Sahagún (Sahagún, España, ca. 1499 - México, 5 de febrero de 1590)1 fue un misionero franciscano, autor de varias obras en náhuatl y en castellano, consideradas hoy entre los documentos más valiosos para la reconstrucción de la historia del México antiguo antes de la llegada de los españoles. De entre sus escritos descuella la Historia general de las cosas de la Nueva España, verdadero monumento etnográfico, compuesto de doce libros, que apenas tiene precedentes comparables en ninguna lengua. Sahagún fue, a juicio de Jerónimo de Mendieta, el más experto de todos en la lengua náhuatl.2

 

“SOLIDARIDAD” ENTRE ESCRITORES


 

¿Quién vende más? ¿Será alguien más famoso que yo  después que haya muerto?

Son las dos preguntas que se hacen algunos novelistas en los países donde escribir es una profesión. En los que se vive de escribir.

Una cosa lleva a la otra. Hay países en los que el promedio de lectura por individuo son quince libros de cultura al año, o más. La industria del libro florece y hay que echar mano de todo, como sucede en cualquier línea del mercado. Hay demanda y abunda la oferta.

En el mercado cuando los jitomates están en su punto tiene un precio. Se les pasa el tiempo y se busca la manera de que la gente los compre, a como haya lugar, antes de echarlos a la basura.

En Estados Unidos, del primer tercio del siglo veinte, se temía que las altas ventas de ejemplares de Adiós a la  armas de E. Hemingway descendieran  debido a una baja en la economía del país. Además en las librerías había otras novelas con el tema de la guerra, de otros autores, también de mucha aceptación.

FITZGERALD
Los editores pidieron a Hemingway algunas frases para presentar su novela no como de guerra y amor, sino de amor y guerra. Hemingway detestaba ese recurso, sin embargo, su editor le escribió: “Tú vendes primero a los intelectuales. Luego tienes que machacar, machacar, machacar, con lo que sea, para venderlo a los demás.”

La situación se complica  porque hay otros novelistas en ese momento y otros que inmediatamente llegarán  escribiendo de la primera y segunda guerras mundiales, también de mucho impacto, como Norman Mailer con Los desnudos y los muertos, Faulkner con La paga de los soldados, Jan Valtín con La noche quedó atrás, etc.

Los escritores van de editorial en editorial, hasta cuarenta editoriales, enseñando su manuscrito buscando interesar al dueño de la imprenta para su publicación. Cada vez su estado de ánimo se encuentra por los suelos, valen menos que una cucaracha.

Entre tanto es necesario trabajar, en lo que sea, antes de lograr ser famoso. Aquí algunos de los empleos de novelistas conocidos:

 Kurt Vonnegut  se dedicó a vender coches. Henry Miller fue jefe de personal en la Western Union Telegraph Company, la compañía de teléfonos y telégrafos. James Joyce trabajaba tocando el piano y cantando.  Hilary Mantel era trabajadora social en un geriátrico. William Faulkner fue  cartero en la universidad en la que estudiaba. Harper Lee trabajaba para una aerolínea cogiendo reservas de billetes.  Margaret Atwood trabajó en una cafetería. Servía café y se encargaba de la máquina registradora.

Pero   ya famosos, y sus novelas se venden por muchos miles de ejemplares,  el editor es el que busca al novelista, empieza otro proceso mental en el escritor. Ya no es quién vende más sino ¿quién es más famoso? Más aun, ¿Quién seguirá más famoso después de su muerte física?

Los filósofos no se quedan ajenos   a esta competencia. Schopenhauer se anticipaba y decía: “Yo escribo para la generación de sus nietos”. Sabía lo que decía. Se había pasado treinta años ¡una generación!, con su manuscrito bajo el sobaco tratando que alguien se interesara en publicar su obra. Siempre era rechazado. Se trataba de El mundo como voluntad y representación. Era su obra fundamental de la que después se publicarían, y hasta la fecha, millones de ejemplares.

En los países en los que el promedio de lectura, por cabeza, es de dos libros al año, o menos, la cosa cambia. Pocos leen muchísimo, muchos leen poco y el noventa por ciento de la población ve televisión. Aquí nadie vive de escribir poemas ni novelas. Tiene que ganarse la vida como mecánico, comerciante, burócrata, dar clases en alguna escuela, biólogo o líder sindical. Pero, a diferencia de allá, aquí la demanda no va a ser suficiente como para vivir de ello.

O pertenecer a una familia de tal posición económica que no le importaría vender cinco o seis ejemplares de su novela en un lustro. O, como hizo Nietzsche, con su primera obra, costear él mismo la publicación.

No es que en estos países sean menos buenos para escribir que aquellos, es sólo que no hay demanda suficiente para vivir de ello. Es un problema estructural, institucional, a nivel nacional. Las artes florecen cuando la economía es sana en ese país…De otra manera el cerebro está al servicio del estómago.

¿Qué hace el del puesto de jitomates sino hay compradores de jitomates?

Una ocasión coincidimos en la librería Porrúa, la de República Argentina 15, Ciudad de México, el doctor X y yo para ver cómo iba la venta de nuestros respectivos libros, que Porrúa distribuía.

Mi libro era del tema de alpinismo y el de él un trabajo académico. De esos que se llevan treinta años de investigación a nivel universitario. De hecho toda la vida del científico. A la sazón, el doctor X era la máxima autoridad en murciélagos del país. No había en ese tiempo una obra de más valor  académico que la suya.

No obstante, la venta de sus ejemplares, en ese momento, no era como para echar las campanas al vuelo. El comentario que me hizo soslayaba el aspecto económico y dijo algo así como: “Hay que escribir y publicar con espíritu de información académica para nuestro pueblo.”

En los países de dos libros de cultura  leídos por año vale la expresión: “Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”. Se busca la publicación a  costa del erario público. El novelista va con su amigo el diputado, el diputado con su amigo de la televisora para la entrevista. Es el proceso invertido. Primero la fama y con ello se busca propiciar la venta de la novela.

 Por eso, en muchos casos, la portada del libro lleva el nombre del autor en 78 puntos y el título del mismo en 12...

Desde hace veinticinco siglos que el oráculo de Delfos dijo que Sócrates era el hombre más sabio de la tierra, después Sócrates dijo quién era el segundo, así hasta llegar a cinco. Cerraron la lista de “los mejores” y Aristófanes ya no pudo entrar al Olimpo de los intelectuales. Después, como pasó con Schopenhauer, sus obras se vendieron por millones de ejemplares.

En entrevistas, publicadas, a escritores famosos norteamericanos, les preguntan a los entrevistados qué opina del otro novelista, también famoso. “Escribe basura”, dicen, o “Escribe como secretaria.” Etc. O como Hemingway, más sutil, apenas en ascenso literario, decía de Fitzgerald, ya tempranamente famoso por su novela El gran Gatsby, que tenía mucho potencial y ojalá algún día lograra madurar como escritor…

Hemingway contra Fitzgerald, Bunny Wilson contra Fitzgerald, Hemingway contra Faulkner…Abundantes referencias se encuentran de tal anti solidaridad en el libro de Scott Donaldson Hemingway contra Fitzgerald:

 “La dureza de las críticas que Wilson  habitualmente escribía contra cualquiera, en el caso de Fitzgerald  se exacerba debido al recuerdo que de él tenía en tanto un estudiante universitario algo alocado y pretenciosamente ambicioso. Wilson no era capaz de borrar ese recuerdo  de su mente y reconocer que Fitzgerald había escrito cosas de verdad importantes.”

Donaldson cita a Lingemand que dice: “Los amigos literarios van andando sobre cascaras de huevo, porque los demonios de los celos, la envidia y la competitividad merodean constantemente una veces en la sombra, pero otras abiertamente.”

W. FAULKNER
A todo esto hay que agregar las discrepancias ideológicas, muy naturales, en los sistemas democráticos, donde se puede expresar libremente las ideas.

En el caso de los novelistas,  norteamericanos,   de mediados del siglo pasado, escribe Donaldson: “La batalla comenzó en la primavera de 1947, cuando Faulkner  confeccionó una clasificación informal de los escritores norteamericanos contemporáneos durante una conferencia  en la universidad de Mississippi. Los mejores, dijo, eran Wolfe, Dos Passos, Caldwell, Hemingway y él mismo…Colocó al final de la lista a Hemingway…”

El pleito que siguió es largo de contar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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