ORTEGA Y GASSET EN CULTURA Y VIDA



Anatomía humana y escribir una poesía es  lo que Ortega llama doble dinamicidad, lejos de la abstracción.

Cultura y vida es el subtítulo de la obra de Ortega: El tema de nuestro tiempo. Segunda edición de 1939 por Espasa –Calpe Argentina, S.A. Buenos Aires- México.

Es el relato de una criatura humana integral. Pero es el caso que el que ve hacia la anatomía humana está entregado por completo a cuidar cómo funciona su cuerpo. Y el poeta tal vez jamás haya oído hablar de  culturismo.

La “criatura integral” ya está partida en dos abstracciones. Se necesita poco para hacerlos creer que son antagónicos. Ser buenos operarios no basta. Lo mejor sería ser más que buenos operarios.
Dinamicidad  partida en dos abstracciones enemigas
Dibujo tomado del libro La psiquiatría en la vida diaria,de Fritz Redlich,1968 

En El hombre de ciencia Goethe anota: “¡Ojalá no fuésemos todos más que buenos operarios! Echamos a perder nuestras observaciones precisamente porque no queremos ver y vamos a todas partes cargados con un arsenal de filosofía y de hipótesis.”

Esta  realidad de la musculación es en la que viaja el poeta. Pero la anatomía humana es en sí  y no puede ir más allá:”Las reacciones, la locomoción, la digestión, son vida infraespiritual, vida puramente biológica, sin ningún sentido ni valor fuera del organismo.”

Es la unidad de funciones del humano, reales e irreales, a las que Ortega se refiere con el término”doble dinamicidad” o “Extraño dualismo”:

 Existe toda una serie de fenómenos vitales dotados de una doble dinamicidad, de un extraño dualismo. Por una parte son producto espontáneo del sujeto viviente y tiene sus causas y su régimen dentro del individuo orgánico; por otra, llevan en sí mismos la necesidad de someterse a un régimen o ley objetivos. Y ambas instancias se necesitan mutuamente. No puedo pensar con utilidad para mis fines biológicos, sino pienso en la verdad.”

En Conversaciones con Goethe, de Eckermann, Goethe coincide con Ortega al referirse  a esta dualidad de dos abstracciones estrechamente unidas por la  dinamicidad:

“La región del amor, del odio, de la esperanza, de la desesperación y de todos los afectos y pasiones del alma sean lo que sean, ésa la domina el poeta de un modo innato, y será capaz de expresarla, si se lo propone. Pero el poeta no posee el conocimiento innato de cómo se celebra una sesión de un tribunal o del reglamento de las Cámaras, o del ceremonial de la coronación del emperador; y para no pecar en esas cosas contra la verdad, tiene que conocerlas por experiencia o por tradición.”

Establecida la doble dinamicidad de la función vital y la función biológica del humano, Ortega nos dice que la vida consiste en ir más allá del fenómeno:

“La vida consiste  precisamente en ser más que vida; en ella lo inmanente es trascender más allá de sí misma.”

Sería suficiente pero, al parecer, Ortega necesita ser más específico y escribe:

“Esta capacidad de sentir, de pensar la justicia y de preferir lo justo a lo injusto es, por lo tanto, una facultad del que el organismo está dotado para subvenir a su propia e interna conveniencia…Lo justo debe ser cumplido. Justica, verdad, rectitud moral, belleza, son cosas que valen por sí mismas, y no sólo en la medida de la vida en que son útiles a la vida.”
 
J.ORTEGA Y GASSET


“José Ortega y Gasset (Madrid, 9 de mayo de 1883 – ibídem, 18 de octubre de 1955) fue un filósofo y ensayista español, exponente principal de la teoría del perspectivismo y de la razón vital (raciovitalismo) e histórica, situado en el movimiento del Novecentismo” Wikipedia


EL ESCRITOR, DE GOETHE



El humano ya está hecho al nacer,  falta que se desarrolle.

Su potencialidad se va a revelar, con más o menos facilidad, según el medio en el que haya nacido.

 Empezando porque primero tiene que hacerse humano, que es una condición adquirida.

En las calles del mundo deambulan antropoides que son la ausencia de la humanidad.Hablando de la "Ética humana" Max Scheler anota que:

 "La humanidad, lo mismo que toda raza, pueblo e individuo,es en su constitución psicofísica un resultado,en principio variable,del desarrollo  universal de la vida.Siendo así,¿cómo podría encerrar dentro de sí una "fuente" o un "principio" de estimación moral?La humanidad sólo tiene valor moral positivo en la medida en que consta de hombres buenos, pero no es "bueno" el hombre que se deja mover por la "conciencia de la especie humana", esto es,obedece al instinto gregario." 

 Así sucede con el escritor. Éste necesitará, al decir de Goethe, humanidad, voluntad, habilidad y constancia.

Goethe anota que el escritor es depositario de valores tanto del cielo como de la nación. En otras palabras, es un determinismo que se va a manifestar según las condiciones culturales que él tenga y las que haya en ese país.

Miserables presupuestos para la cultura, y condiciones económicas de sobrevivencia para el pueblo, donde de manera heroica se leen dos libros promedio por cabeza al año, esos países ya pueden esperar otros tres siglos para empezar a jugar en las grandes ligas mundiales de la cultura.

“Para que un talento se desarrolle rápida y sólidamente, es preciso que crezca en una nación donde circule  mucho espíritu y una sólida cultura,” dice Goethe.

El escritor ya trae su paquete bajo el brazo pero en qué sociedad cayó su paracaídas: “Admiramos las tragedias de los antiguos griegos; pero, en realidad, más que a los autores, debíamos admirar la época y la nación que hizo posible sus advenimientos... Por lo cual, hay que pensar que tales cualidades no pertenecen sólo  a personalidades individuales, sino que eran propias de toda la nación y de la época, y que estaban en circulación en ellas.”

Los  premios mundiales de la cultura, como los de la ciencia, (en el supuesto que sean un verdadero termómetro cultural de punta), siempre podrán caer   en esos países, pero no serán la regla sino como “un pistoletazo” disparado en la soledad de la noche.

 Esto del pistoletazo lo dijo primero Fichte, ¿o fue Hegel?

Lo  vemos en otras áreas de la ciencia. Si alguien quiere adquirir conocimientos más avanzados, lo que se llama posgrados, se ve en la necesidad de ir a otro país en donde esa disciplina académica está más desarrollada.

Lo del determinismo, para que  alguien  sea escritor, presenta condiciones que parecen razonablemente, o fenomenológicamente, inasibles. Temporalmente escribirá bajo la sugestión de éste o de aquel novelista, pero terminará escribiendo como él es:

 “En general el estilo de un escritor es un reflejo fiel de su alma”, escribe Goethe en conversaciones con Eckermann ( de la conocida obra de Eckermann: Conversaciones con Goethe, en su capítulo El escritor)

En este aspecto de intemporalidad Goethe no deja lugar a dudas: 

“Toda productividad de género elevado, toda intuición, todo pensamiento grande que produce frutos y tiene consecuencias, escapa al dominio del hombre, está por encima de todo poder terrenal. El hombre tiene que recibirlo de lo alto. Tiene que considerarlo como obra de Dios.”
HUMANIDAD,VOLUNTAD,HABILIDAD Y CONSTANCIA
Dibujo tomado del diario El País, de España


Goethe previene contra  la prisa para escribir. El escritor es como la masa del  pastel: necesita tiempo para fermentar. Kant publicó su primer libro hasta los 57 años de edad. Hubo presocráticos que escribieron cuando ya, de viejos, les faltaba poco tiempo para salirse de este planeta.

Hay países que la “nata” de la cultura, como se le presenta al pueblo, viaja en el tren de la institucionalidad. Se publica mucho, hay que justificar presupuestos: 

“tenemos en la literatura otros nombres, prestigiosos sin duda, que durante su vida fueron tenidos por grandes genios, pero cuya acción acabó con su muerte, y que, por tanto, valían menos de lo que se creía... Una poesía política  no es nunca más que el producto de determinado estado de la época, que es efímero y quita a la poesía, en el porvenir, el valor que el asunto pudiera restarle.”

Páginas adelante agrega: "El poeta que quiera producir efecto político tiene que entregarse a un partido, y tan pronto como haya hecho esto,está perdido como poeta; tiene que despedirse de su espíritu libre,de su mirada desembarazada  y ponerse la vestimenta de la limitación y del odio ciego."

Goethe insiste en la dicotomía determinismo - sociedad en la que debe desarrollarse el escritor: “Cierto es que al nacer poseemos  las facultades iniciales; pero nuestro desarrollo lo debemos a las muchas influencias del mundo que nos rodea, del cual nos apropiamos lo que podemos y está conforme con nuestra naturaleza."

En alguna parte le dice a Eckermann que en el mundo se ha escrito tanto, y de tan alta calidad, que de haberlo sabido, cuando joven, se hubiera dedicado a otra cosa y no a escribir. Tal vez a la carpintería.

Pero…

“Es preciso estar repitiendo constantemente la verdad, porque también el error se predica incesantemente en derredor nuestro, y no tanto por individualidades cuando por la masa. El error domina en todas partes, en periódicos y enciclopedias, en escuelas y universidades, y vive tranquilo y confiado con el apoyo de la mayoría que está a su lado...

"Si los hombres una vez que han hallado la verdad,no volviesen a retorcerla,me daría por satisfecho. La Humanidad necesita de algo positivo que se vaya trasmitiendo de generación en generación,y sería de desear que lo positivo fuese al mismo tiempo lo justo y lo verdadero."
GOETHE


“Johann Wolfgang von Goethe (ˈjoːhan ˈvɔlfɡaŋ fɔn ˈɡøːtə) ( 28 de agostode 1749, en Fráncfort del Meno, Hesse, Alemania  22 de marzo de 1832, en Weimar, Turingia, Alemania) fue un poeta, novelista, dramaturgo y científico alemán que ayudó a fundar el romanticismo, movimiento al que influenció profundamente. En palabras de George Eliot fue "el más grande hombre de letras alemán... y el último verdadero hombre universal que caminó sobre la tierra". Su obra, que abarca géneros como la novela, la poesía lírica, el drama e incluso controvertidos tratados científicos, dejó una profunda huella en importantes escritores, compositores, pensadores y artistas posteriores, siendo incalculable en la filosofía alemana posterior y constante fuente de inspiración para todo tipo de obras.” Wikipedia













FICHTE PIENSA EN LOS OTROS, NO EN NOSOTROS


Este filósofo piensa en los otros, no en nosotros, pero para pensar en los otros, primero hay que pensar en nosotros.

En la guardería (kínder), de una colonia popular de la Ciudad de México, hay algo escrito como sugerencia de conducta para los padres. El último renglón dice: “La palabra enseña pero el ejemplo arrastra”.

Recordar que la filosofía se ha ocupado largamente sobre este tema. En Prólogos a los reinos del ser, George Santayana anota que un filósofo no puede desear el engaño. Que su filosofía es una declaración de gobierno ante la presencia de los hechos: “asegurar y reconocer todos estos hechos, en relación con sus actos o sentimientos.”

La frase de la guardería ha sido vista pero no leída por todos. Habla de lo que se llama “conducta operante”. ¿Nuestros actos  corresponden a nuestras palabras?

Hay “cola” que hacen los padres a la hora de recoger a sus hijos de la guardería, previo a que abran la puerta. No todos ocupan su lugar según van llegando. Algunos rezagados buscan hasta adelante algún conocido, hacen la plática, se quedan ahí, y entran de los primeros.

Ese me importo yo, sobre los otros, es el que llenará las columnas rojas de las primeras páginas de los  diarios. Mega fraudes en todos los meridianos y paralelos del planeta contra los empobrecidos  pueblos. Y, como el ejemplo arrastra, según el letrero a la entrada de la guardería, el  subvertidor del orden se convierte en el paradigma. Todo empezó un lejano día, en el kínder, que no se respetó el orden de llegada para entrar. La acción se quedó grabada en el niño.

El poeta latino, pagano, igual que después San Agustín, cristiano, entendieron que la virtud es buena pero muy desagradable de practicar, con estas palabras: “Veo lo mejor, y lo aplaudo, y practico lo peor.”

Todo empezó una lejana mañana en la sociedad de los imperativos
Dibujo tomado del libro La psiquiatría en la vida diaria, de Fritz Redlich,1968

Reconocer que el 95 por ciento de padres se forman según van llegando, siguiendo el ejemplo de los otros que por voluntad libre lo hacen. Porque la situación se da en plena libertad de las personas, no impuesta de manera mecánica.


Aquí hay una gran lección que ofrece el 95. Está dando  vida a la frase de: “El ejemplo arrastra”. De alguna manera, tal vez intuitiva, no ejerce el modo imperativo contra el 5 sino que esperan que su ejemplo los eduque. En las sociedades libres no se usa el garrote, por eso llevan a sus hijos a la guardería.

Fichte es el filósofo que dice que, en materia de educación de los niños, primero los padres son los que necesitan educarse. No dice el modo imperativo “tienen” que educarse sino “necesitarían”.

Igual que Fichte, Spinoza y Max Scheler están contra los imperativos. Spinoza se refiere extensamente (en su Ética) al modo imperativo del Antiguo Testamento bíblico y a Moisés como depositario de esos imperativos. Scheler se refiere concretamente, impugnando, al imperativo categórico de Kant.

Para Fichte el imperativo se deja como último recurso. Primero el ejemplo de nosotros para con los otros, que él llama “acción recíproca”: “Sólo acción reciproca con el educando, no acción interventora sobre él. Lo primero hasta donde sea posible, es decir, la educación ha de proponerse lo primero, al menos siempre como meta, y ser lo segundo sólo allí donde no puede ser lo primero.”

En La segunda introducción a la teoría de la ciencia, Fichte anota: 

“Cuando en la educación desde la más tierna infancia sea el final capital y la meta fijada sólo el desplegar la fuerza interior  del educando, pero no el darle la dirección; cuando se empiece a formar al hombre para su propia utilidad y como instrumento para su propia voluntad, pero no como instrumento inanimado para otros…”
 
FICHTE
“Johann Gottlieb Fichte (Rammenau, 19 de mayo de 1762Berlín, 27 de enero de 1814) fue un filósofo alemán de gran importancia en la historia del pensamiento occidental. Como continuador de la filosofía crítica de Kant y precursor tanto de Schelling como de la filosofía del espíritu de Hegel, es considerado uno de los padres del llamado idealismo alemán.”  Wikipedia.
















La balada de los irlandeses


Título: 
La balada de los irlandeses
Autor: Armando Altamira Gallardo. 
Editado por la Secretaría de Prensa del Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (STUNAM).
 Serie: Cuadernos de Comunicación Sindical, número 55
México, D. F, agosto de 1998
44 Páginas.
Agosto de 1998

Es el relato de la conquista de México por los estadounidenses en el siglo diecinueve. Una campaña concebida para ganar en el más puro estilo guerrero. ¡En la guerra hablan los cañones, no hablan las razones! No estamos hablando de una invasión sino de una auténtica conquista. Cuando el ejército se retiró, después de permanecer su bandera nueve meses en el Zócalo de la ciudad de México, la frontera de Estados Unidos se había recorrido hacia el sur ganando más de un millón de kilómetros cuadrados.

Fue una guerra exacta, suficiente y oportuna. Cuando los mexicanos apenas hablábamos de libertad y los derechos del hombre, con miras a liberarnos del poderío español, los angloamericanos ya construían buques de guerra, cañones y carreteras para acercarse a México. El gobierno  elaboraba la necesaria animadversión en el pueblo para que apoyara a su ejército en   esta guerra. Y, lo más importante, preparaban  la necesaria confusión entre los mexicanos.

¡Una cuidadosa y visionaria campaña de conquista para enfrentarse a un ejército, se creía,  igualmente poderoso que el estadounidense!

Pero  cuando los estadounidenses cruzaron la frontera sur sólo encontraron el caos social y, según escribiría Zachary Taylor, tampoco había ningún ejército. Todos los mexicanos, con poder de decisión, estaban divididos.


Se complica la historia buscando causas extrañas más que internas. ¡En ese siglo  México tuvo treinta y seis  presidentes en 76 años! Algunos de ellos “repetían  N veces, como Santa Anna y Porfirio Díaz. 


Cuando los militares federales iban a cobrar sus primeros sueldos eran desplazados por los rebeldes que ahora pasaban a ser los “legítimos” y ellos eran ahora los rebeldes. Se ganaba más y seguro de forajido que de militar.

Este es el contexto en el que se desarrolla el siguiente relato. No nos interesa la neurosis que por más de un siglo se ha levantado en México reprochando a nuestros vecinos por habernos arrebatado  un millón de kilómetros cuadrados de territorio.


La historia de Estados Unidos es como la historia de todos los imperios. Así fue Atenas, así fue Roma, así fue México-Tenochtitlán, así fue Madrid.A manera de un tsunami que llega a la playa.Si la línea de diques está mal construida,avanza,si fuerte,se detiene.La responsabilidad es del que está presionado.Los países del sur tendrían que preguntarse por qué los Estados Unidos son fuertes y ellos débiles. ¿Qué comieron,qué leyeron,qué escribieron,qué hicieron,que no hicieron?

No nos interesa esa neurosis.Nosotros seguimos a un pequeño contingente de irlandeses, apenas unos doscientos, que pelearon al lado de los mexicanos (de ahí el título de la publicación: La balada de los irlandeses).

Se agruparon bajo el estandarte  de San Patricio. El juicio histórico sobre la conducta de estos soldados depende de qué lado de la frontera se les recuerde. De aquel lado son traidores y de este son héroes. Lo irónico es que pocos mexicanos saben de su existencia.

En el invierno de 2009-2010 se exhibía en México una película sobre este tema:

Título: El Batallón de San Patricio,
Reparto: Tom Berenger como John Riley,
Joaquim de Almeida como Cortina,
Daniela Romo como María,
Patrick Bergin como el General Winfield Scott,
James Gammon como el General Zachary Taylor.
Su guión, la actuación de los artistas y la realización del filme son de calidad.


 
En la actualidad (septiembre de 2010) el nombre de " Batallón de San Patricio" está grabado,con letras de oro, en la columna del lado derecho del Palacio de Legisladores, ciudad de México, en el recinto de sesiones, como uno de  los héroes que forjaron esta nación: Cuahutemoc, Miguel Hidalgo, Morelos, Francisco Villa...

 El 12 de septiembre, de cada año, tiene lugar una ceremonia, oficial, conmemorativa, con asistencia del señor Embajador de Irlanda en México, bajo la placa que contiene los nombres de los irlandeses de nuestro relato. Esto en el lugar conocido como plaza de San Jacinto,En San Ángel, de la Ciudad de México.


El 12 de septiembre de 2014, tuvo lugar, en San Jacinto, en una acto que empezó a las 10:00 hrs. la "Ceremonia cívica del CLXVII aniversario de la gesta heroica del Batallón de San Patricio",con la asistencia de la señora embajadora de la República de Irlanda, Sonya Hylavy,  y representantes  de la Delegación Alvaro Obregón, del Gobierno del Distrito Federal, México.


Y la presencia de unas 300 personas, se cantaron los himnos de México y el de Irlanda. Actuación de la "Banda de Gaitas del Batallón de San Patricio".
Por parte de la embajada se pronunciaron los nombres de cada uno de los irlandeses caídos en la guerra (que permanecen grabados en la pared misma donde 16 de ellos fueron ejecutados)

La emotividad del acto  alcanzó su climax cuando al final de la lista se dijo:

"Y todos los soldados cuyos nombres desconocemos sufrieron y murieron por México ¡sufrieron por México!, Sufrieron por México!"

 Cuauhtemotzin, tlatoani de México- Tenochtitlán, y los irlandeses del Batallón de San Patricio, son héroes de la más alta pureza en  la historia de nuestro país, en  cuanto a ofrendar su vida por México. No seguían este o aquel interés, ya personal, ya de grupo o de secta, sino solamente por México.

La labor de división entre protestantes, católicos y racionalistas de todos los matices, ha dado magníficos resultados hasta la presente para alcanzar el objetivo de división.

¿Por qué traer a colación el asunto tan incómodo de los cristianismos ortodoxo y liberal? Porque precisamente eso fue lo que estuvo en el tapete de las acciones en la historia que aquí relatamos. Pero se manejo como un fin cuando apenas era una mampara que tenía el objetivo de velar el verdadero motivo que es la explotación de los pueblos.

El presente trabajo habla concretamente de un episodio histórico entre México y Estados Unidos. Pero dice, ¡quién lo sospechara!, sobre todo de una guerra que se echo a andar precisamente para alcanzar, con el tiempo, la explotación del trabajador estadounidense y del mexicano, según el modelo inglés -irlandés.

                                 2                                                                                                     

Cuando me propuse escribir sobre el Batallón de San Patricio me encontré con un tema  desconocido para la mayoría (lo que se dice la inmensa mayoría) de  los mexicanos. Pregunté, Busqué en las bibliotecas que estaban a mi alcance en la Ciudad de México y tuve la sensación que buscaba en el desierto. Lo único que conocía era la novela de Patricia Cox.

Finalmente este trabajo lo lleve a cabo gracias a las lecturas de los libros que me prestaron Agustín Castillo López, Gerardo Peláez Ramos, Enrique Lascares Bravo, Victoriano Ramírez Caudillo, Enrique Pérez Cruz, Fernando Contreras y Francisco Arzate Núñez.

No quiero decir que ellos sean los responsables de lo que aquí se escribe. Pero sí tienen el mérito de ir haciendo en este país un pueblo cada vez menos desinformado.

Otros títulos del mismo tema los encontré en el club de lectura las Aureolas, de Coyoacan, D.F. otros en los Libroclubs, de reciente formación. Otros más los fui consiguiendo en la calle de los libros usados.


                                               3


Los irlandeses a los que aquí nos referimos eran parte del ejército de invasión de los Estados Unidos en el siglo pasado. En algún momento de la campaña por razones religiosas y sociales análogas a las de los mexicanos, y sociales históricas entre Irlanda e Inglaterra, se pasaron al bando del ejercito mexicano. Con la experiencia nacional centenaria que ellos tenían en Irlanda sabían que México no solamente iba a ser cercenado en su territorio sino con el tiempo, igual que ellos,  iban a quedar sus habitantes convertidos en mano de obra barata y por lo mismo en presión muy ad hoc para el movimiento obrero estadounidense, como los irlandeses lo eran, de manera involuntaria, para los trabajadores ingleses (ver de Robert Coles: 
Irlanda: Dos Realidades. Revista Contextos. México.  Año 2. Número 10. 12-18 de marzo de1981).

Hicieron la campaña con valentía  a lo largo de todos los combates hasta el momento de la última batalla en Churubusco en que al mando de Anaya, se perdió la guerra y junto con los mexicanos, fueron hechos prisioneros.

 Semanas más tarde, después de haber sido torturados  y vejados. Los irlandeses empezaron a ser ahorcados a manos de los soldados estadounidenses en diferentes poblaciones del sur oeste del valle de México.

 En recuerdo suyo, la plaza del ex convento de Churubusco lleva su nombre: "Plaza de los irlandeses", así como una calle que converge al mismo lugar. A unos metros a la derecha de la puerta de la entrada principal al ex convento cerca también a uno de los cañones utilizados en esta guerra, se encuentra una placa metálica que dice: "Plaza Batallón de San Patricio" y más abajo: "En memoria de los mártires irlandeses de la guerra de intervención de 1847". Esta placa fue puesta el 13 de septiembre de 1981 por el entonces presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, José López Portillo.

Una calle que converge directamente a esta plaza lleva el nombre de: "Capitán John O' Reilly, comandante del Batallón de San Patricio". Según la tradición, este capitán fue el primero que decidió pasarse al bando de los mexicanos y después lo fueron siguiendo otros irlandeses.

Los agnósticos mexicanos estaban absortos tratando de descifrar lo del liberalismo, que les hablaba de la libertad de espíritu, en tanto los agrimensores angloamericanos trazaban con todo espíritu previsor, exactamente en 1811, cuando todavía ni sIquiera Hidalgo era apresado en Acatita de Baján, el Camino Nacional ( también conocido como Camino Cumberland y Old Pike), que partiendo de Cumberland, en Pensilvania, en el este, llegaba hasta Vandalia, en Illinois, cerca del Misisipi (ver revista 
National Geographic, en español, vol. 2. número 1. marzo de 1998) con lo que se facilitaban en gran manera el acercamiento de sus tropas al norte mexicano, que para ellos sería desde entonces el oeste. 


Este Camino Nacional fue terminado en 1838, dos años después que se declarara independiente a Texas y diez antes de la anexión de los territorios mexicanos del norte.

Y en tanto los centralistas y los federalistas mexicanos se destruían entre sí, los soldados profesionales de West Point forjaban a ritmo acelerado el acero de sus espadas y el de sus cañones. Estaban decididos a conquistar a México y al continente y a mover su capital de Washington a Panamá y se prepararon con todo cuidado para lograrlo.

Ya Texas había caído desde 1836 y era el momento de movilizar a su ejército para arrebatar los paralelos norteños mexicanos del 42 al 32. Entonces Polk,  el presidente de Estados Unidos, le dio el toque supremo a tal empresa: dijo que lo hacía por mandato de Díos. Eso empujaría a sus soldados a realizar esfuerzos más allá de lo humanamente posible.

Gentes de la cultura de la categoría de Ralf Waldo Emerson, Thoreau y un número importante de legisladores estadounidenses se opusieron y criticaron semejante proyecto manifestando que el pueblo hermano mexicano no merecía eso, pero Polk siguió adelante.

Ya para estas fechas tempranas en la historia del México independiente, Estados Unidos disponía de una arma más temible aun que la de su ejército. La información de la tierra en la que habían puesto su atención. Ya conocía para entonces la debilidad de la naciente sociedad mexicana a la que, por cierto, su primer embajador, Poinsett, había contribuido mucho.

 Pero sobretodo ya sabía de los trabajos como los de Humboldt y los de los gambusinos que PoIk había enviado con toda antelación, y que eran en realidad geólogos, no gambusinos: en California, Texas y otros estados había casi infinitos yacimientos de oro y petróleo, amen de otros recursos no renovables y de los renovables (ver Humboldt, Ensayo Político sobre el Reino de la Nueva España y el otro que es Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente, así como una biografía sobre "Alejandro von Humboldt" escrita por Hanno Beck, publicada por el Fondo de Cultura Económica, México, 1971).

Esto fue lo que hizo cambiar de bandera a los irlandeses.  Entendían que el ancestral pleito entre protestantismo angloamericano y el catolicismo romano de México eran como en su país, una cortina de humo religioso para ocultar las verdaderas causas de la invasión.

Durante setecientos años Irlanda había sufrido para entonces la dominación de Inglaterra y a esa explotación despiadada del obrero y el campesino irlandés se le había hecho aparecer ( y en los medios de información de cada día podemos constatar que aun hoy se le sigue haciendo aparecer como una guerra de antagonismos religiosos entre protestantes ingleses e irlandeses del norte contra irlandeses católicos del sur.

De esta manera habían obtenido por cientos de años mano de obra barata en Irlanda. Además eran utilizados para presionar al propio obrero inglés. Cuando éste pedía incrementos salariales y prestaciones sociales llevaban a obreros irlandeses que debido al subdesarrollo impuesto debían conformarse con percepciones muy por debajo de las exigidas por los obreros ingleses

De nuevo es necesario reconocerle a Polk que tuvo una idea clara del momento histórico por el que pasaba México después de su reciente guerra con España por su independencia y que, dados los recursos naturales que posee, al decir de Humboldt, Alamán y otros, contaba desde entonces para proyectarse como una primera potencia no sólo en el continente sino en el mundo, Jesús Reyes Heroles (op cit Pág XVIII. T. II) dice:

 “La guerra con Estados Unidos ocurre en el peor momento de nuestra historia: cuando la lucha política interna tiene gran intensidad, cuando la sociedad colonial está agonizante y la nueva aun no se levanta: cuando ya no éramos lo que habíamos sido ni éramos aún lo que íbamos a ser”. 

                                  4

Con dificultad y sin éxito se podría sostener el criterio que los mexicanos contaron en algún momento del siglo pasado con ejercito moderno, oficial, real o federal, a la altura de los tiempos para defender sus fronteras. 


Cuantas veces quisieron los estadounidenses meterse a México en plan de guerra lo hicieron (ver Las Invasiones Norteamericanas en México, de Gastón García Cantú, editado por la Secretaría de Educación Pública, número 57 de la serie Lecturas Mexicanas, 1986),y el mismo ejercito francés en el siglo pasado, aun con el disgusto de los norteamericanos, llegó hasta el Bajío y allá permaneció durante mucho tiempo.

Su ejercito sirvió para emprenderla, y eso a duras penas, contra los campesinos de Jalisco, Michoacán y Colima (ver a Jean Meyer, op.cit.) o contra los indios mayos, tarahumaras, huicholes, otomis, mayas, etc (ver
La Frontera Nómada, de Héctor Aguilar Camín, editado por Siglo XX 1, México, 1977).


 En la misma guerra de independencia jamás pudo ganarle al ejército realista, con Calleja al frente, una batalla decisiva y su acción debía quedar circunscrita a la actividad de guerrillas.

 Ha habido, eso sí, militares profesionales brillantes como Mondragón y Ángeles o más allá Leandro Valle por parte de los federalistas y Miguel Miramón del bando centralista, ambos egresados del Colegio Militar, para citar algunos ejemplos.

Pero lo que campea son caudillos muy valientes con grados impresionantes hasta de "generalísimo" que ellos mismos se han dado, ningún instituto tradicional, y otros grados que ellos han repartido que corresponden a acciones valiosísimas o valientísimas, pero por demás empíricas.

Enfrentar esta clase de ejército a los soldados de West Point era arriesgar todo sin la menor esperanza de nada. No porque ellos fueran invencibles sino porque lo que malamente se puede llamar ejército mexicano de esa época se encontraba en una completa falta de cohesión y modernización. El general Mier y Terán así lo entiende y se suicida antes de asistir a tan grotesco espectáculo.

 No se suicida ante la fuerza del enemigo sino ante el sainete grotesco que protagonizan los liberales y católicos del que él mismo es parte en la capital de la república.

 Cuando deberían estar organizando un ejército, a la altura de las necesidades, se la pasaban en la tribuna lanzándose gritos. Esa era  la labor que había venido a hacer Poinsett y la había llevado a la perfección.

                                    5

No existe ejército que obedezca al brillante Colegio militar, o lo que podría llamarse su antecedente. Ni siquiera un mal ejercito. Nada que se le parezca. Lo que hay aquí es una fantasía de los historiadores. O si lo dicen de buena fe es que no entienden lo que es un ejército de guerra y lo están confundiendo con un  ejército casero.

El mismo invasor así lo va a reconocer cuando ya se ha apoderado del país en el que permanece nueve meses, de septiembre de 1847 al 30 de mayo de 1848. Le hubiera convenido decir que acababa de derrotar a un gran ejercito para aumentar el brillo de su triunfo, pero lejos de eso dice:

 " Es verdad que no se ven aquí ejércitos ni aparato militar" (publicado en el Daily American Star, periódico oficial del ejercito norteamericano de ocupación en la ciudad de México y en exhibición en una de las salas del Museo de las Intervenciones del ex convento de Churubusco).

La propia exhortación de José Joaquín d Herreras (este pensamiento se encuentra en el mismo museo) ilustra en este sentido de la improvisación: 

"Todo mexicano está obligado a hacer la guerra al enemigo con todas las armas que estuvieran a su disposición, como fusiles, carabinas, pistolas y espadas, pudiendo servirse de piedras que arrojarán desde las azoteas, franqueándoseles las casas con ese objeto”.

Enfrentar con piedras y ladrillos al enemigo armado hasta los dientes con cañones y buques de guerra…

En la descripción que Guillermo Prieto hace de la batalla del Castillo de Chapultepec (esa batalla que tanto la historia oficial y  el cine mexicano nos ha presentado como una epopeya), describe qué cuadros conformaban el ejército  mexicano de esos días: 

"El tío Salcedo estaba a un lado tan fuertote con su pelo crespo, sus ojos negros y sus labios gruesos… Del otro lado don Simón Alemán,  el sastrecillo que parece que se va a quebrar de la cintura, y Díaz, que más parece escribano de Palacio que zapatero, con su nariz afilada, su calvita muy' limpia y sus políticas y su hablar como quien canta" 


y más adelante: " En los Arcos y en medio de una confusión espantosísima, aparece ordenado, valiente,  no valiente,  heroico el batallón Hidalgo, compuesto como se sabe de empleados de las oficinas y de la flor y nata de las familias de México, lo mismo que el batallón Victoria (ver de María del Carmen Ruiz Castañeda: La Guerra del 47 Vista por Guillermo Prieto, editado por el Sindicato de Trabajadores del : INFONA VIT, colección: Luchas del Pueblo, número 1, México, D. F. junio de 1976).
                     
                                  6

Este es el ejercito mexicano oficial, a veces federal y  a veces centralista, pero sin que su tropa tuviera la menor idea de qué se tratará siempre,  que se va a enfrentar al ejercito profesional de los estadounidenses formado con toda responsabilidad y  antelación en West Point.

Y el ejército mexicano que va a ir caminando hasta Texas está peor pues se compone de gente desnutrida del campo, y si algo resiste es precisamente porque es del campo, descalza y sin uniformes de tropa y sin servicios médicos. La mitad del ejército (si se le puede llamar así) morirá de hambre y de infecciones en el estómago antes de poder disparar el primer balazo.


El exitoso ejercito trigarante, que tres décadas atrás había conseguido la independencia con respecto a España, pronto se perdió entre las numerosas asonadas y cambios alternativos de poder que se dieron, entre centralistas y federalistas, en esa salvaje contienda que se dio entre ellos después de conseguida la independencia, en una carrera por la obtención del poder.

 Un corrido del siglo de la época relata este ambiente:"...estábamos en la lucha de sucesión, la danza de las monedas así apuró a los dioses de la guerra y la corrupción”.

En semejante caos todo era improvisación, desde cuadros políticos hasta cuadros militares. Casi todos eran "generales". Unos generales inclinándose por apoyar a este bando y otros generales al bando contrario y otros generales más ¡ya a que tenían en las manos la fuerza de las armas!, saltándole al poder que consiguen para ellos sólo para ser barridos tres semanas más tarde por otro general, o por otro político.


 Ante este desastre de ambiciones desatadas, Patricia Cox exclama: "acaso estaban locos? (ver El Batallón de San Patricio, editado por La Prensa, México, 1963).

Eran los tiempos en que las jerarquías (los historiadores dicen siempre que el pueblo) mexicanas creían que la solución de los problemas del país estaban en el exterior. 


Los españoles y los criollos trajeron la masonería del rito escocés y andando el tiempo con ellos llegaron los escuadrones franceses de Napoleón III. Poinsett, el estadounidense extraordinariamente hábil para convencer con su oratoria y con su oro, trajo la masonería del rito yorkino para los federalistas y tras de Poinsett llegó el ejercito estadounidense para llevarse el 51 por ciento del territorio mexicano.

 Pero mientras Europa y Estados Unidos chocan en México para ver quién implanta su soberanía en el continente, el pleito entre centralistas y federalistas mexicanos se vuelve vulgar:

 "La polémica de los grupos masones escoceses y los yorkinos cae muy bajo, tanto en el tipo y naturaleza de los ataques, como en su estilo. La diatriba y el insulto dominan; escasamente aparece el ingenio" (Jesús Reyes Heroles, op. cit. Vol. II ) Y los masones de ambos ritos ensucian tanto la atmósfera política que el Congreso Veracruzano envía al Soberano Congreso General el 7 de enero de 1828 una iniciativa de ley para que cese en la república toda clase de reunión secreta masónica sea cual fuere su rito, denominación y origen".

                    
                                  7

De todas maneras hay que ir a hacer frente al insolente y bien preparado ejercito de los estadounidenses y alguien tiene que hacerlo pero nadie se mueve para hacerlo. Todos hablan exponiendo su utopía de cómo debería ser el México perfecto. Se habla entonces, de racionalismo y de metafísica, o de federalismo y centralismo, cuando deberían estar hablando de guerra. Pero nadie da dos pasos hacia el frente del norte.


Entonces Santa Anna, la figura más venerada y más maldecida de nuestra historia (once veces mandatario de la nación unas como presidente y otras como dictador y casi siempre solicitado por tirios y troyanos para que les hiciera el favor de conducir al país (ver 
Santa Annade Rafael F. Muñoz, editado por el Fondo de Cultura Económica, México, 1984 ) se pone a la cabeza de varios miles de hombres y marcha a enfrentarse a los invasores.

 En esta guerra los Estados Unidos atacan primero por el norte y más tarde, ya el ejercito a las ordenes de Wilfield Scott. desde el oeste, es decir entrando por el puerto de Veracruz (ver Los Orígenes de la Guerra con México. de Glenn W. Príce, editado por Fondo de Cultura Económica, México, 1974).

No hay carreteras ni vías de ferrocarril ni barcos de guerra. Sólo los viejos caminos reales por los que los españoles sacaban el oro o bien a través de los milenarios senderos indígenas.

 Literalmente hay que caminar. Seiscientos kilómetros al paralelo de la capital de Zacatecas y casi otros dos tantos más a través de la llanura desértica y de las dunas de arena.

Este  “ejército” no cuenta en la realidad con vías  de aprovisionamiento ni con servicios sanitarios ni con tropas de repuesto ni con tropas de reserva ni con guerrillas que le protejan  los flancos y acosen al enemigo en una maniobra de desgaste ni cuenta tampoco con tesorería.

 No es una guerra a profundidad la que han emprendido sino un "raid" de una multitud de paisanaje valiente y bien intencionado y casi sin armamento que no sea otro y  escaso que conservan  de la guerra de independencia.

Descalzo, mal vestido y pésimamente alimentado. Dos mil kilómetros de marcha a pie en la llanura desértica sin agua, donde las temperaturas normales del día son de 48 grados centígrados y algunos grados bajo cero por las noches. El que conoce el país entiende que el famoso cruce de Napoleón por los Alpes europeos viene siendo como un paseo de comadres en día de mercado.

Los norteamericanos sólo dejan que pase el tiempo para que todo se caiga por sí mismo. Cuando el ejército mexicano llega al lugar donde debe presentar su primera batalla, la mitad de ese ejercito ya ha muerto por enfermedades intestinales, por hambre, por deshidratación y otros han desertado.

Los estadounidenses  sólo esperan. Esperan en sus mismos lugares, frescos, descansados, bien avituallados, cerca de sus vías de aprovisionamiento y se puede decir,  con toda una nación unida por la propaganda de guerra bien llevada por el presidente Polk. Lista e impaciente y ambiciosa, espera para apoyar a su ejército hasta las últimas consecuencias contra los bárbaros mexicanos, indios de piel cobriza, asesinos de mujeres, ancianos y caníbales comedores de niños.

Para los estadounidenses Polk debe ser uno de los tres hombres más grandes de su historia. Su propaganda de guerra ha unido para entonces a toda una nación y al mismo tiempo su diplomacia, su intriga y su oro ha dividido en su mismo seno a México. Sus ejércitos de tierra y de mar y sus guerrillas están listas desde hace ya varios años no sólo para esperar al ejército mexicano sino para derrotarlo y penetrar hasta el mismo Zócalo de la ciudad de México.

No obstante, en la batalla de Buenavista,  el tercer enfrentamiento con las fuerzas invasoras del general Zachary Taylor, los mexicanos, comandados por Santa Anna, se batieron valerosamente obteniendo tres triunfos en el que no dejan sobreviviente alguno de los soldados estadounidenses.

Hasta los oficiales y el general responsable en cada sitio es pasado por las armas. Para salvarse algunos se hincan y juran que también ellos son católicos. De todos modos mueren.

 Pero esos triunfos no son la victoria final. En realidad eso fue todo. El parque se ha agotado, las provisiones ya no existen, las tropas de repuesto no llegan. Los conservadores y los liberales seguían  peleando entre sí y  el ejército de Santa Anna no recibió refuerzos.


Cuando se le acaban las balas a Santa  Anna es la hora, el día preciso, en que los Estados Unidos van a empezar a crecer en la medida que México se hunde. Su cuidadosa visión de años apenas empieza a echarse a andar para dominar al resto del continente más allá de México y después extender su influencia militar, económica y cultural por todo el mundo. 

El conde de Aranda, español con elevado cargo en el gobierno de España, ya había advertido con respecto a Estados Unidos con toda antelación en el memorial de 1783 :"! Vendrá un día que será gigante, un coloso temible en esas comarcas", pero ni españoles ni mexicanos le hicieron caso.

Atacan los estadounidenses por tres rumbos de manera simultánea que comprenden varios puntos de la frontera norte, por el Pacífico en sus enormes y modernos barcos de guerra y por el puerto de Veracruz en el Golfo. Nada puede pararlos. Los pueblos del continente guardan un precavido silencio con excepción de Honduras que protesta por la invasión a México.

Los países hegemónicos de Europa protestan pero no por la suerte de los mexicanos sino porque ven que una nueva potencia acaba de saltar a la palestra y es ahora un potencial enemigo que puede ir arrebatándoles colonias como, efectivamente,  pronto lo hará con España en todo el continente americano.
 Al mismo  tiempo  advierte, mediante la doctrina Monroe, que nadie meta las manos en estos países y todos aquellos que de alguna manera permanecen hasta ese momento irán siendo sacados gradualmente (ver La Guerra Secreta en México. de Friedrich Katz. dos tomos. editado por ERA. 1983).

Ante la endeblez de los ejércitos mexicanos la población civil heroica del puerto de Veracruz (ver 
La Ciudad de Veracruz, de Leonardo Pasquel, editado por Citlaltepetl México. 1960), la de la ciudad de México, de Monterrey y la de Matamoros, les hacen frente con escobas, arrojándoles piedras desde las azoteas.

 Hombres, mujeres y niños, tenderos, sastres, albañiles, campesinos defienden su patria y tratan de revertir lo que los políticos, los economistas y los militares no pudieron hacer (ver La Guerra del 4 7 y la Opinión Pública, de Jesús Velasco Márquez, editado por SepSetentas. México. 1975).

Los irlandeses combatieron hasta el fin. Estuvieron peleando con afán y "testarudez irlandesa" y como solamente los hijos de la bella Irlanda sureña saben hacerlo aun a través de los siglos cuando de causas justas se trata.

 Lucharon entre los bosques de Padierna,  en el lado norte de los contrafuertes de la montaña Ajusco, arriba de Tlalpan. Los mexicanos de Influencia y mando siguieron peleando entre ellos y después ya no supieron qué hacer y se perdió la guerra.

El pueblo 'bajo", empero, continuo peleando como pudo. O tal vez sería correcto decir que se siguió suicidando conservando la esperanza que podía modificar el resultado de esta guerra. Desde las azoteas con ladrillos o en las bocacalles intercambiando palos contra bayonetas.

En las calles del actual Correo Mayor, atrás de Palacio Nacional, las turbas del pueblo civil lograban aislar a soldados estadounidenses y prácticamente los desmembraban. Pero luego el ejército de ocupación hacia fusilamientos de escarmiento.

Los mexicanos se replegaron al ex convento de Churubusco, con sus valientes generales Pedro María Anaya y Manuel Rincón a la cabeza, donde se hizo una defensa con actos de mucho valor. Aquí Juan B. Argüelles fue comandante de artillería.

Había sólo siete piezas de artillería (algunas se conservan en el lugar), pocas municiones que tuvieron que repartirse entre 800 defensores para enfrentar a 8 mil invasores. Estaban participando en la resistencia los batallones Independencia, Bravos y Tlapa, las compañías de San Patricio y fracciones de tropas en retirada que se habían ido agrupando en aquel lugar perteneciente a los batallones de Chilpancingo y Galeana.

Fue la tercera vez en la historia de este país, después del sitio de México- Tenochtitlán en 1521,y el de los 83 días del sitio de Cuautla en 1812, que un grupo reducido de mexicanos vendía cara su libertad frente a un mundo todopoderoso que los sitiaba para esclavizarlos.

Pelearon aun después que se les terminaron las municiones, a bayoneta calada, con la verdadera furia que da la impotencia. Pero el enemigo era abrumador en número y en armas. El 20 de agosto de 1847 Anaya rindió la plaza para evitar que se siguiera con aquella carnicería inútil.

Se perdió la guerra, se perdió el país. Pero más grave que perder los territorios fue la pérdida de la fe de que  alguna vez las cosas pudieran hacerse como tendrían qué hacerse en el bien material del pueblo y en la conservación de su cultura, incluidos los aspectos espirituales.

Si no Llevaron a cabo los estadounidenses la anexión total de México en esa ocasión fue debido a condiciones políticas internas entre ellos que no es el lugar aquí para analizar.

Pero sí hubo la advertencia que si se negaban a firmar los mexicanos un tratado de paz jamás se les permitiría a los cuerpos Legislativos reunirse en parte alguna,  por lo que de hecho la advertencia de disolución total estaba  en la puerta.

 Entonces firmaron el documento Guadalupe-Hidalgo.

                                 8


Patricia Cox nos da una postrer visión de los "colorados", como se les decía a los irlandeses, debido al color rojo de su cabello, cuando los norteamericanos hacen prisioneros a los que ahí se encontraban. A los irlandeses los condenan a muerte:" Tiraron lo caballos de los carros y los cuerpos de treinta y dos hombres se balancearon sin apoyo bajo sus pies en horribles contorsiones".

También nos describe a ese pueblo por el que ellos habían dado su vida, Era como siempre en esta lucha, gente casera y menuda: '.EI pueblo presenciaba la última escena de aquel drama, su propio drama. En carne extranjera. No podía hacer nada, impotente y desarmado. Algunas mujeres que acompañaban a fray Román y a los carmelitas de San Ángel rezaban con lagrimas en los ojos, mientras los pies descalzos de los frailes se afirmaban sobre la tierra desnuda".

Y sobre las cabezas, cubiertas por los rebozos de las mujeres que rezaban, los pies de los irlandeses oscilaban llevados por el viento. Pensaban, seguramente,  que lejos, muy lejos, muchas madres irlandesas ya no volverían a ver a sus hijos.

Fue el último episodio de esa guerra. El documento en el que se plasma el desmembramiento de los territorios del norte se conoce como 
Tratado de Guadalupe -Hidalgo y fue firmado eI 2 de febrero de 1848.

En el 
Diccionario Enciclopédico de México, de Humberto Musacchio. 2 tomos. Editado por Andrés León, México. 1990. encontré el siguiente postrer dato y es que de los 260 irlandeses que se habían unido a las fuerzas mexicanas para cuando se da la batalla de Churubusco, ya sólo quedaban con vida 72:


 "Quedaron 72 que fueron condenados a muerte por los invasores con excepción de su capitán (John 0' ReilIy) Y otros soldados que.,se dice. Lograron escapar  y en los combates fueron muriendo en tanto el Frente de batalla retrocedía hacia el sur. En el Museo de las Intervenciones hay una placa, de unos dos metros de alto por uno y medio, que contiene 71 nombres de estos irlandeses con el capitán John O Relly al principio y el de Lewis Preifer al final y dice:"En memoria de los soldados irlandeses del heroico Batallón de San Patricio, mártires que dieron su vida por la causa de México, durante la injusta invasión norteamericana de 1848".

De los prisioneros fueron torturados y ejecutados 16 en San Ángel 16 en Mixcoac y los demás en Tacubaya. Cerca de la plaza de San Jacinto en San Ángel, se encuentra una lápida que señala el sitio donde fue ejecutado un grupo de ellos".

Esto apenas es una balada que canta el valor de los irlandeses en tierras mexicanas. Pero, estamos seguros, algún día alguien escribirá otra historia épica o mucho mejor, una novela, de estos "colorados" que se sume al bello trabajo de Patricia Cox y ambos sean leídos de hijos a nietos, en las generaciones que están por venir, en México y en Irlanda. Estas jóvenes y valientes vidas, y el dolor de las madres de estos irlandeses que jamás regresaron al país de San Patricio,  se lo merecen.


LA SUERTE DE LOS IRLANDESES

(Lennon-Ono)

Si tuvieras la suerte de los irlandeses
Te lamentarías y desearías estar muerto
Deberías tener la suerte de los irlandeses
y en su lugar desearías ser inglés

Un millar de años de tortura y hambre
Ahuyentaron a la gente fuera de su tierra
Una tierra llena  de belleza y mararavillas
Fue violada por los bandidos británicos ¡malditos! ¡malditos!

Si se pudiera guardar voces como flores
Habría un trébol sobre todo el mundo
Si se pudiera beber sueños como arroyos irlandeses
El mundo seria  alto como la montaña de la alborada

En Liverpool nos  contaron la historia
De cómo los ingreses dividieron la tierra
Del dolor, la muerte y la gloria
y los poetas de la vieja Irlanda

Si se pudiera hacer cadenas con el rocío de la mañana
El mundo sería como la Bahía Galway
Caminemos como arco iris como duendes
El mundo seria una gran piedra de Blarney

¿Por qué diablos están ahí los ingleses?
Mientras matan con Díos de su lado
Culpan a los chavales y al IRA
Mientras los bastardos cometen genocidio ¡Sí! ¡Sí! Genocidio!



Del disco "
Some Time in New York City

(1972).

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

Seguidores