SPINOZA Y LAS SUSTANCIAS SON ETERNAS


Ética
Benito Spinoza
Editorial Porrúa, S. A. México-1977
Ética, primera edición 1677-Tratado Teológico Político 1670

¿Sustancias? Si todo cambia esto debe ser referido desde   una permanencia.

Las sustancias son por sí, no creadas. Por lo tanto, dice Spinoza, son eternas: “el que admitiera la creación de una sustancia, admitiría también que una idea falsa se había convertido en verdad, y no puede concebirse nada más absurdo.”

Hay que decir, en respeto a la condición dialéctica, que numerosos filósofos, como Nietzsche, Bergson, Heidegger, han negado la existencia de las esencias, dicen que, aparte de las cosas, no hay nada más.

Sustancia parecer una entelequia de esas que se mencionan en filosofía, un tema de intelectuales, que nada tiene que ver con nuestro mundo real de todos los días en la calle, en el metro, en la fábrica…

Habría que decirlo de otra manera: en este día que estamos escribiendo la presente nota, miles de individuos latinoamericanos, africanos y árabes, mediante las emigraciones legales, y sobre todo las ilegales, abandonan la inestabilidad de sus lugares de origen y van en busca de la estabilidad… Estabilidad es uno de los elementos de la sustancia.

“Sustancialmente” es una palabra que pronunciamos con frecuencia. Se refiere a la estabilidad que tiene la cosa o la situación. Lo eterno para Spinoza, de las sustancias, podemos traerlo a la tierra para manejo humano.

El contrato colectivo de trabajo es lo estable de las relaciones obrero-patronales. Pero mirada así la sustancia es sólo la mitad del asunto. Quiere decir que si hay estabilidad también existe la inestabilidad. 

En este caso es el outsourcing, como se le llama a la inestabilidad en las condiciones laborales. No hay contrato colectivo, no hay prestaciones duraderas, no hay permanencia en el empleo, no habrá jubilación, etc.

Otra estabilidad sería el matrimonio en la pareja. La dicotomía aquí será vivir con una mujer “hasta que la muerte los separe”. O uno o dos años, con otra, otro medio año con otra mujer, tres años…

Nótese que hay estabilidad en los dos ejemplos, en el del trabajador y en el matrimonio. Pero esa no es la sustancia en ambos casos. Sólo es la coherencia, en primera instancia, frente a la incoherencia.

Lo que es la sustancia eterna de Spinoza es la calidad que lleve la relación, siempre hacia lo positivo. 

Trabajador que cumpla con sus labores para las que fue contratado y patrón que cumpla con sus obligaciones con el contratado. Aun si no existiera contrato colectivo serías una relación de calidad. El C. C. T. es sólo un documento de desconfianza que se pone en manos de una autoridad federal superior como sería la Secretaría del Trabajo. En caso de conflicto es la que  va a decidir como árbitro.

En el matrimonio pasa lo mismo. Hay matrimonios perfectamente reglamentados, ante el juez de lo civil y ante el sacerdote, pero que viven en La pavorosa Casa de Usher.

Otros matrimonios, también reglamentados, o no reglamentados, (“unión libre" o como se le llame),  viven con esa calidad en la relación que ha construido civilizaciones a través de los siglos.

El fondo que hay en todo esto es la sustancia, la estabilidad y la calidad que hay en las cosas o en las situaciones.

“No soy de aquí ni soy de allá” es una buena frase para la tertulia de jóvenes tomando cerveza en viernes por la tarde. Lo hace a uno aparecer encantadoramente iconoclasta.   

Otra lectura de ese viernes es la de ir de acontecimientos en acontecimientos por demás inconexos. Sobre este substrato falto de bases no se construyen civilizaciones ni contratos colectivos ni convivencias estables de pareja. Es una intención por vivir en el azar, lejos de los hábitos de la causalidad.

La rutina en la actividad creadora, lo rutinario, tan denostado por Nietzsche y por José Ingenieros, tiene su dicotomía en lo que se llama falta de constancia.

Imagine a alguien que tiene a su cargo escribir, para una columna que aparece todos los días en un periódico, pero que ese columnista cumple un día sí y el que sigue no…

Lo que la filosofía dice que a la vista de tanto cambio, que se da en la naturaleza, debe haber algo permanente. Fue lo que Kant también  llamó sustancia: “La propia palabra sustancia-dice Jean  Wahl  en su obra Introducción a la filosofía- nos dice algo acerca de su significación. Sustancia es lo que está debajo, esto es, debajo de las apariencias. Cuando pensamos en la sustancia, tenemos la idea de algo permanente  por debajo del cambio, de una unidad por detrás de la multiplicidad.”

Finalmente hemos de anotar que Benito Spinoza es un filósofo de la razón práctica, al punto que escribió su célebre obra: Ética. A la vez  es un espíritu creyente y posee un conocimiento de la religión como pocos. Su Tratado Teológico-Político es un estudio crítico profundo (por lo mismo muy controvertido) del Antiguo Testamento.

Para Spinoza Dios es la sustancia por excelencia. Dice en Ética: “la verdad de la sustancias fuera del entendimiento que no reside más que en sí mismas  porque se conciben por sí… Dios, es decir, una sustancia constituida por una infinidad de atributos de los que cada uno expresa una esencia eterna e infinita, existe necesariamente.”
Spinoza



“Baruch Spinoza (conocido como Baruch de Spinoza o Benedict/Benito/Benedicto (de) Spinoza, según las distintas traducciones de su nombre, basadas en distintas hipótesis sobre su origen) (Ámsterdam, 24 de noviembre de 1632 - La Haya, 21 de febrero de 1677) fue un filósofo neerlandés de origen sefardí portugués, heredero crítico del cartesianismo, considerado uno de los tres grandes racionalistas de la filosofía del siglo XVII, junto con el francés René Descartes y el alemán Gottfried Leibniz” Wuikipedia











J.WAHL, DE REGRESO A LOS PRESOCRÁTICOS


Cruzamos caminando, y con mochila al hombro, la  llanura-desierto de la parte norte del Estado de Chihuahua (sólo la mitad norte son 124 000 kilómetros cuadrados)  y creemos conocerla.

Es una manera de decir. Si la cruzamos veinte veces siempre descubriremos cosas, situaciones y sensaciones en las que no habíamos reparado las veces anteriores.

Pero aun, si los tres del grupo escribimos de la manera  en que vemos el desierto, tendremos tres relatos o  maneras de percibir ese mundo que, de tan brutalmente real y bello, parece casi  fantástico.

Y, si pasado cincuenta años, otro grupo vuelve a cruzarlo, esa generación lo verá todavía más diferente que nosotros lo conocimos, aunque sea la misma ruta del  desierto que nosotros seguimos.

En el terreno de las ideas sucede lo mismo, asegura Wahl: “en filosofía no hay progreso, pareciendo el pasado cada vez más profundo a medida que vamos hacia el futuro.”

Si queremos poner orden entre tanto subjetivismo, pensaríamos en volver a empezar desde antes de las puntas de piedra clovi, cuando éramos criaturas del Plioceno. Sin tantas marañas de interpretaciones intelectuales que parecen decir mucho nuevo pero que no se alejan gran cosa de lo original.

El Popocatepetl, la segunda cumbre en altitud  de México (antes del actual periodo de actividad volcánica  tenía 5,452 m.s.n.m.) fue plasmado en la tela por dos grandes pintores Gerardo Murillo y Diego Rivera. Dos concepciones por demás diferentes

¿Qué de extraño  es cuando nos encontramos con la concepción que se tiene de la palabra filosofía, la comúnmente aceptada que  es “ amor a la sabiduría”,  para Aristóteles “el estudio del Ser qua Ser”, Alexander la llama “ co-presencia con las cosas”, Whitehead le dice “prehensión”, Heidegger “Ser en el mundo”, etc.

Siempre encontramos algo nuevo o diferente. Sucede lo mismo  con la lectura de la novela que tanto nos gusta. Diez veces la hemos leído y nunca falta algo interesante que no habíamos visto antes.

¡Y, el colmo! Si yo mismo escribo un tema al atardecer, cuando voy a tomar una taza de café, es increíblemente diferente que si lo escribo a las cinco de la mañana…

Así es como dice Wahl, destacado filósofo marsellés, que se está en el campo intelectual. Las grandes filosofías clásicas, apenas las conocemos, aunque creemos conocerlas bien. Las hemos enredado de tal manera que los grandes recursos dialecticos, para la armonía humana, los convertimos en barricadas desde las que enviamos cañonazos a la barricada de enfrente.

 La complejidad de los temas en ocasiones  así lo exige pero,  el espíritu de secta, sobre todo, hace lo suyo y el asunto acaba más enmarañado pero ahora artificialmente.

A base de abstracciones esos filósofos, como hacen muchos historiadores, esos que venden un millón de ejemplares en tres días, acaban logrando que hasta el  Minotauro se pierda en su laberinto.

Refiriéndose a Descartes, Wahl anota: “fue este un problema en toda filosofía derivada de Descartes. Se habían separado demasiado tajantemente las sustancias materiales de las  espirituales.”

Algunos pensadores, al estilo de Nietzsche y su abuelo intelectual, Schopenhauer, pone distancia de por medio ante tanta maraña  y se van por la libre en la soledad intelectual.

“Todas estas opciones y tensiones, junto con el esfuerzo de alcanzar una unidad viviente, son las razones de la rebelión de muchos filósofos de los últimos tiempos, en particular desde Nietzsche, contra las grades filosofías  clásicas. Vemos a Nietzsche, James, Bergson, Kierkegaard, Heidegger, Jasper, y Whitehead, criticar a Descartes: a James criticar a Spinoza, etc.

Pero como sólo muy pocos  pueden jugar el deporte de ping pong en solitario, es cuando  se piensa que  es mejor regresar a la comunidad. Regresar a los sofistas y, mejor aún, a los Presocráticos.

Wahl: “Muchos de estos filósofos abogan por una vuelta a los sofistas e incluso- con mejores razones- a los Presocráticos. “

Por eso decir  que, un viaje hacia el futuro regresando al pasado, no es una expresión tan loca si leemos en Wahl cuando se refriere a los Presocráticos: 

“aquellos filósofos tan antiguos estaban de hecho más cerca de la verdad que nosotros hoy.”






“Jean Wahl nació en Marsella, en  1888. Falleció en París en 1974. Filósofo francés. Tras ejercer como profesor en EE UU, regresó a Francia (1945) para enseñar en la Sorbona y fundó el Colegio Filosófico de París. Es recordado, sobre todo, por su estudio sobre La desdicha de la conciencia en la filosofía de Hegel (1929). Otras obras a destacar son, entre otros títulos, Filosofías   pluralistas de Inglaterra y América (1920), Hacia lo concreto (1932) e Introducción a la filosofía (1948).” Wikipedia.















W. JAEGER Y LA LEYENDA DE PROMETEO


Paideia
W. Jaeger
Fondo de Cultura Económica, México, 2002

Prometeo es más que el cuento de un muchacho desobediente que es castigado por su padre.

Jaeger: “la concepción fundamental del robo del fuego lleva consigo una idea  filosófica de tal profundidad y grandiosidad humana, que el espíritu humano no la podría agotar jamás.  

En efecto, Prometeo es castigado por su padre Zeus por haber robado el fuego sagrado para ser  entregado a los hombres. Es clavado en las rocas de una montaña del Cáucaso y “el perro alado de Zeus, el águila sanguinaria”, le arrancarán el hígado cada amanecer.
El Prometeo de Rubens

 Este mito es  la descarga metafórica que baja del cielo, convertida en átomos, como el rayo, y pone en movimiento lo que conocemos como naturaleza, incluido ese ser peludo del Plioceno que camina en dos pies y que aun vive en las  cavernas.

 ¡Ha caído un rayo y enciende el árbol!

Prometeo dice al coro, en Prometeo encadenado, de Esquilo, que se conduele de los sufrimientos por los que  está pasando Prometeo ya encadenado: 

“oigan en cambio las miserias de los mortales y cómo de niños  que eran les di primero razón, y  los doté de pensamiento…habitaban como las hormigas ágiles  en el fondo de grutas privadas de sol.”

 Jaeger escribe: “El fuego, esa fuerza divina, se convierte en el símbolo  sensible de la cultura. Prometeo es el espíritu creador de la cultura, que penetra y conoce el mundo, que lo pone al servicio de su voluntad mediante la organización de sus fuerzas de acuerdo con sus propios fines, que revela sus tesoros y establece la vida débil y oscilante del hombre sobre bases seguras.”

El campesino desde su choza, y el alpinista en su tienda de campaña, o colgado de la pared en el vivac, ambos ven el rayo que parte el árbol y lo enciende. Ya tienen la suficiente información que el rayo es el recordatorio del mito de cómo empezó todo para los “efímeros”, como dice Esquilo a los mortales.

Prometeo es el dios que une la teoría creacionista con la teoría evolucionista.  ¡Cada quien puede quedarse con la que mejor le acomode si se carece de disposición para encontrar la síntesis! 

Prometeo es el que hace posible que entre los humanos dé comienzo la causalidad, la fenomenología. Es el primer motor metafórico que va a dar lugar que el devenir empiece en los humanos.

Es el binomio antitético Eternidad-Creación que empiezan a revelar sus arcanos.

De manera idéntica como nos relata el Popol Vuh, el libro de los mayas, que sucedió en Mayapan. Primero los dioses y después los humanos.

Para Jaeger la acción cometida por Prometeo es el principio de la civilización técnica. A la adquisición del fuego Esquilo lo llama el “don de Prometeo”.

Agrupado en torno a la hoguera, el humano, todavía no humano, ya puede ir trasformando al mundo para su provecho como los alimentos, las piedras clovis, los metales, el agua, el aire…
Sin fuego vivían en el fondo de las cuevas

Al fuego siguió  el don del  Derecho. Sin el Derecho los "efimeros" hubieran implosionado. A semejanza de la fauna del desierto. Todo hubiera sido  un devorarse  unos y otros, como la más literal de las antropofagias.

La cultura, con todos  sus paradigmas que lleva por delante, de ética, moral y matemáticas, encaminados a desterrar el hambre y la ignorancia, para todos, fortalece al Estado.

 De ahí que, para su propia conservación, el Estado, por medio de suficientes presupuestos para la educación pública, debe procurar la educación evitando que el pueblo se le convierta en turbamulta…

Rodando el tiempo, y dentro de la misma civilización griega, que es a la que pertenece Prometeo, el amor a la verdad  hará aparecerá dos grandes del pensamiento humano, Platón y Aristóteles.

Roland-Joselín, en su obra Aristóteles, dirá de Aristóteles: “no podía dejar de sentir profundamente el amor a la verdad que animaba las investigaciones de Platón.”

Parece que en el fondo de los mitos no todo es tan linealmente sencillo. En Esquilo hay reiteradas referencias a “los antiguos dioses” y a “los dioses nuevos” del Olimpo.

 Antagónicos unos de otros. Como si un comité ejecutivo del sindicato ocupara ahora el lugar del comité ejecutivo anterior. Esto cambia radicalmente la idea que tenemos  del mito del hijo desobediente. No hay tal padre ni tal hijo. Ahora son dos contendientes con igual peso político.

Sólo que el secretario general del nuevo comité ejecutivo de los inmortales está presidido por Zeus. Y siendo Prometeo dios de los anteriores, parece que el motivo de fondo no es el robo del fuego sino que el fuego sólo es el argumento, el pretexto de hacer sentir, a todos los olímpicos, la supremacía de Zeus.

Prometeo es enviado al Cáucaso,  como ahora en el siglo veintiuno, algunos políticos, del  antiguo régimen, son enviados de embajadores a países lejanos...

El coro se lamenta de cómo Zeus está llevando las cosas: “Con estos duros actos y leyes caprichosas, impone Zeus su orgulloso yugo a los antiguos dioses.”

Prometeo aparece así como un digno rival que le disputa el trono supremo (cada dios, como el secretariado de un sindicato, tenía su trono, pero no el supremo).

 El Corifeo, en la obra de Esquilo, le dice al dios encadenado:”Yo espero que desembarazado un día de estas cadenas no serás menos  potente que Zeus.”

Jaeger coincide con Esquilo cuando escribe en Paideia: “Evidentemente, su falta no consiste en el robo del fuego, considerada como un delito contra la propiedad de los dioses, sino que de acuerdo con el sentido espiritual y simbólico que tiene  éste hecho para Esquilo, debe hallarse en relación con alguna trágica y profunda imperfección del beneficio que ha prestado a la humanidad con su maravilloso don.”

Como sea, Prometeo perseguía algo más que encender la hoguera de los cavernícolas en el fondo de la cueva. Algo mucho más que los átomos de Demócrito. Como dios  que es, Prometeo deja encendida entre los “efímeros” otra especie de hoguera, que los quitará de efímeros, Prometeo exclama:

 “Los he librado de la obsesión de la muerte.”
W.Jaeger

“Werner-Wilhelm Jaeger, (Lobberich, Renania, 30 de julio de 1888 - † Boston, 19 de octubre de 1961), filólogo clásico alemán, exiliado en los Estados Unidos, especialista en Aristóteles autor de Paideia. Estudió en su ciudad natal y en el Gymnasium Thomaeum de Kempen; luego pasó a la Universidad de Marburgo. Se doctoró en la Universidad Humboldt de Berlín en 1911 con una tesis sobre la Metafísica de Aristóteles, Studien zur Entstehungsgeschichte der Metaphysik des Aristoteles; privatdozent en Berlín en 1913, fue discípulo allí del profesor Ulrich von Wilamowitz-Moellendorff (1914).” Wikipedia




















ARISTÓTELES Y EL HÁBITO DE LEER


Con el hábito de la lectura se puede viajar a las estrellas o quedarse pegado al suelo, si así lo decide el lector. Sin ese hábito no queda más que esperar que vuelva amanecer hasta el último amanecer…

Tenía diecisiete años de edad Aristóteles cuando  tocó las puertas de la Academia de Platón. Sabía exactamente nada de la vida y de la cultura. Se puso a leer y llegó a ser, junto con Platón, dos de los más grandes escritores de la Grecia antigua.

Sobre toda la sabiduría de los Presocráticos, concibió la idea que un primer móvil, no movido, es el origen de toda la creación. Si ese objeto tuviera la necesidad de ser movido, entraría en el encadenamiento de la fenomenología que es la causa y el efecto, tanto para el futuro y en especial hacia el tiempo anterior.

Una consecuencia de movimientos que se pierden de vista en cualquier dirección que miremos: “ese primer objeto móvil no debía tener necesidad de ser movido, de lo contrario, podría preguntarse de dónde a su vez, procede su movimiento, y en esa forma no sería el primero.”

Aristóteles decía que el humano debía buscar ser inmortal: “No deben escucharse las advertencias de quienes  dicen que los humanos  deben pensar sólo en lo humano y los mortales en lo mortal. Por el contrario, debemos esforzarnos, hasta donde sea posible, por ser inmortales.”

Creía en la divinidad y también se le tiene como el gran iniciador de la razón práctica, al grado de considerársele  el fundador de la ciencia occidental, el creador de la metodología científica. Es el autor de la Gran Ética: “Su influencia se ha  desarrollado-dice uno de sus biógrafos-desde la metodología científica por él creada a partir de la idea de la clasificación y de la distinción que de ella se deriva entre el conocimiento empírico y conocimiento especulativo...Llegó a realizar descubrimientos que influyeron  decisivamente en las ciencias de los tiempos posteriores, sobre todo de la Edad Media y también de la época moderna.”

Y, para que no quede duda de lo anterior, el propio Aristóteles dice en el Capítulo XXXIV: “La ciencia, o conocimiento científico, está relacionada con lo cognoscible, lo cual intentamos conocer por medio de la demostración y el discurso razonado.”

Discurso razonado es lo que la filosofía de estos tiempos llama dialéctica.

El  famoso “termino medio aristotélico”  sería no quedar en medio, lejos de los extremos, sino una especie de síntesis con respecto de la fenomenología y la espiritualidad.

Su anhelo de inmortalidad para los humanos sería no limitarse en el fenómeno sino ejercitarse sin cesar en el conocimiento especulativo. Después de todo, decía,  “lo que diferencia a los seres humanos de los animales es el espíritu y la razón.”

Querer vivir,nada más, entre las estrellas, es abstraerse de la humanidad.Vivir, nada más pegado al suelo, es la abstracción de privarse de la espiritualidad. Tierra y cielo parecen ser la síntesis.

Si bien, antes de intentar ir hacia las estrellas, para decirlo metafóricamente, el humano debe auto realizarse. Salir de la selva, evitar o superar lo subhumano: ” Los seres humanos deben convertirse en seres humanos. Ése es el destino que les corresponde.”

Discernir, por medio de la conquista de la razón, el abismo que significa el conocimiento del mundo, como Aristóteles anhelaba, y no la dominación del mundo, cómo se entiende en los tiempos modernos. 

H.D.Thoreau se fue a vivir a los bosques para conocer el mundo empezando por conocerse a sí mismo. Una de sus frases dice: "Jamás hallé compañera más sociable que la soledad." 

El alpinismo es tal vez la manera más práctica de ir de la sociedad a la soledad y viceversa. 

Recuérdese que en su Paideia los griegos se afanaban  por conocer, no tanto por tener. Es la diferencia de nuestros días que perseguimos el bienestar material y no el progreso cultural.

Para caminar en esa dirección decía que era necesario vivir entre la gente, vivir la vida, pero también alejarse de la boruca, de la filosofía de peluquería.

 Lo decía de esta  enigmática manera: “Cuanto más me encierro en mí mismo y más solitario me encuentro, más me enamoro del mito.”

La lectura para Aristóteles era una manera de ir al encuentro de ese metafórico mito.

 Desde la edad de diecisiete años Aristóteles entró a la Academia de Platón y desde entonces empezó a leer.

 W. Weischedel dice, en su obra Los filósofos entre bambalinas, que “tenía diecisiete años de edad, ingresó entonces a  esa sociedad y permaneció en ella  durante veinte años, aprendiendo, estudiando, discutiendo y, sobre todo, estudiando con una gran asiduidad los libros. Platón lo apodó el Lector.”

 
Aristóteles
“Aristóteles (en griego antiguo Ἀριστοτέλης, Aristotélēs) (384 a. C.322 a. C.)[1] [2] fue un polímata: filósofo, lógico y científico de la Antigua Grecia cuyas ideas han ejercido una enorme influencia sobre la historia intelectual de Occidente por más de dos milenios.[][] []Aristóteles escribió cerca de 200 tratados (de los cuales sólo nos han llegado 31) sobre una enorme variedad de temas, incluyendo lógica, metafísica, filosofía de la ciencia, ética, filosofía política, estética, retórica, física, astronomía y biología.[1] Aristóteles transformó muchas, si no todas, las áreas del conocimiento que tocó. Es reconocido como el padre fundador de la lógica y de la biología, pues si bien existen reflexiones y escritos previos sobre ambas materias, es en el trabajo de Aristóteles donde se encuentran las primeras investigaciones sistemáticas al respecto”.[Wikipedia][




























TOMAS DE AQUINO Y LAS PINTURAS QUE PINTA EL PINTOR


Tomás de Aquino encuentra bondad en la naturaleza, que para él, hombre de iglesia, es creación.

Dice que Dios es bondad. ¿Cómo llegó a esa conclusión? Por analogía. Las telas exhibidas, en el jardín del arte o en la galería o en el museo, nos dicen cómo es el maestro que movió los pinceles.

Al observar la bondad que hay en el mundo, Tomás sabía ya que su creador es un ser bondadoso.

En estos tiempos empezar por el último párrafo, como es la técnica del periodismo, del  enorme trabajo del santo, es pensar en los apresurados lectores del Internet y el periódico.

La obra de Tomás es muy extensa y con la redacción de aquellos siglos, la Edad Media, principalmente Suma Teológica y la Suma contra gentiles. Se requiere  tener el hábito de la lectura para abordarla hasta el final.

Dejando a un lado los motivos del cielo y observando  nuestro nivel de humanos, la obra de Tomás busca una síntesis entre  la  causalidad y la fe.

Lo que se ha logrado, en los siete siglos posteriores a su tiempo, por los más lucidos cerebros, es que cada quien camine por el lado de la banqueta que le corresponde de la calle. ¡Y en santa paz!

Pero nunca falta una abstracción que vuelva a levantar la espada reclamando para sí toda la calle. Y en nombre de la libertad de pensamiento prohíba la liberta de pensar y expresarse.

En Jean Whal, un filósofo de nuestro tiempo, encontramos también este anhelo  de borrar antagonismo cuando dice que las etiquetas en las maneras de decir (las etiquetas, no la libertad de pensar), distancian, más que unen, los términos de racionalismo, idealismo, materialismo, etc. para nada bueno sirven.

En el plano social cierto modo de la libertad, que tiende hacia la individualidad patológica, será negativo para el grupo. Tomás lo escribe en su libro Opúsculo sobre el gobierno de los príncipes: “Donde hay mayor unión habrá más amor.”  

A semejanza de lo que el  periodista argentino Andrés Oppenheimer dijo esta semana, en su programa de televisión, hablando de economía. En un mundo donde  los países fuertes son todos capitalistas, eso de derecha e izquierda sólo son lugares comunes con los que los políticos profesionales  perpetúan las etiquetas, pero nada más.

Los mismos políticos, decimos nosotros, que se pasaron veinte años despotricando en mítines, asambleas, mesas redondas,  y mil artículos publicados, en revistas y diarios, contra la derecha, ahora están en la derecha y los de la derecha ya se pasaron para la izquierda…¡Nunca falta un país así!

En la dialéctica de las ideas también hay antagonismos pero, a diferencia de lo que sucede en la política profesional, en filosofía se busca llegar a una síntesis de los pareceres. Acercando intereses. Tendiendo puentes, no drenado cauces.

Síntesis de razón y fe fue lo que Tomás emprendió entonces. Cristo y Aristóteles fueron sus paradigmas. Donde Tomás se encontró con Aristóteles es cuando el santo piensa que todo efecto tiene una causa y esta otra causa pero, ¡alto!.En este stop está la coincidencia de los dos filósofos. Las causas hacia el pretérito no pueden irse hasta el infinito, como dice la causalidad.

Todo esto debe tener un principio: “no es posible continuar  hasta el infinito  en la cadena de la causalidad. Por ende, debe haber una causa primera, y ésta es Dios”

Una vez llegado al punto que Dios es el primer motor de todo, por decirlo en palabras de Aristóteles, Tomás quiere saber  de qué manera se demuestra cómo es Dios. Es cuando  “es posible  conocer el creador a partir de lo creado” anota W. Weischedel en su obra Los filósofos entre bambalinas. (Fondo de Cultura Econímica, México, 1974).

Pero esa manera de conocer a Dios, es decir, por la bondad de esta vida, de la naturaleza, es sólo un atisbo de cómo es él. En su Suma Teológica, Tomás dice que todo lo que creemos de él, por la fe, siempre será limitado: “El conocimiento más elevado de Dios que podemos alcanzar en esta vida consiste en saber que se encuentra por encima de todo lo que pensamos de él.”

Se preguntará que si  la sociedad está criminalizada,   el planeta degradado, el aire que respiramos es una porquería,  las nieves en los glaciares están desapareciendo, el cine sobre sexuado y en los países, aun en los del primer mundo, también hay desempleo, miseria y analfabetismo. ¿Por eso también se puede conocer cómo es Dios?

Es cuando Tomás dice que “El hombre es creado por Dios, sin embargo, crear significa participar a lo creado algo del propio ser”.

En el Tratado de la Ley, Tomás anota lo siguiente:” todo precepto contra la inclinación de la naturaleza es injusto, pues contradice a la ley natural”

Es lo que, traducido  al lenguaje laico o seglar,  Greenpeace y las Sectarias del Medio Ambiente, que hay en algunos países del planeta, tratan de remediar…
 
Santo Tomás
  “Tomás de Aquino, en italiano Tommaso D'Aquino (Roccasecca o Belcastro,[1] Italia, 1224/1225Abadía de Fossanuova, 7 de marzo de 1274) fue un teólogo y filósofo católico perteneciente a la Orden de Predicadores, el principal representante de la enseñanza escolástica, una de las mayores figuras de la teología sistemática y, a su vez, una de las mayores autoridades en metafísica, hasta el punto de, después de muerto, ser el referente de varias escuelas del pensamiento: tomista y neotomista. Es conocido también como Doctor Angélico , Doctor Común y Doctor de la Humanidad, apodos dados por la Iglesia católica, la cual lo recomienda para los estudios de filosofía y teología.Sus obras más conocidas son la Summa theologiae, compendio de la doctrina católica en la cual trata 495 cuestiones divididas en artículos, y la Summa contra gentiles, compendio de apología filosófica de la fe católica, que consta de 410 capítulos agrupados en 4 libros, redactado a petición de Raimundo de Peñafort.” Wikipedia


DESCARTES ENCERRADO EN LA DUDA


Descartes es como el joven e intrépido explorador que, para cruzar un río,  después de cuidadosas consideraciones, avanza lleno de confianza su pie hasta la otra orilla con éxito. Pero que después duda en despegar, completamente, el pie de este lado de la orilla.

Ahora es habitante de las dos orillas y el agua de la vida fluye sin cesar bajo sus pies...

Hay que decir que los temas en filosofía son pocos y tarde o temprano vuelven a encontrarse. Pero ahora con los modos de los tiempos que corren.

Toda generación se inclina a poner etiquetas a su tiempo. En la pintura, en la filosofía, en la literatura, en la poesía, etc. Hasta en la escalada de montañas. Aparecen las “escuelas”, las “generaciones”, las” corrientes”, los “movimientos”, etc. Pero los temas siguen siendo (o casi) los mismos.

Se elucubra que el socratismo puede ser un pre cristianismo y el cristianismo un pos socratismo. El senequismo de Séneca un pre pablismo de Pablo y el pablismo un pos senequismo (fueron contemporáneos). Que el agustinismo un pre cartesianismo y el cartesianismo un  pos agustinismo, etc.

El asunto de Descartes es la duda, aunque ahora se aborda el tema con método. El Método.

La duda, el escepticismo, es desde luego lo valioso tanto en la ciencia como en el pensamiento metafísico. Permite seguir  avanzando y derribar paradigmas. Dudar para dejar de dudar.

 En especial en la ciencia donde tiene lugar el devenir, y no tanto en la metafísica donde todo ya está hecho.

Precisamente a Descartes se le considera, por haber dudado, como el iniciador de la filosofía moderna.

El punto de certeza, el yo que piensa, el yo que duda, lo había anticipado San Agustín en Confesiones y en la Ciudad de Dios. Es la revelación de que se existe. No que el pensar sea la causa del existir sino sólo el efecto. Y si hay efecto hay causa. Y así es como Descartes encuentra a Dios.

La duda fue el campus intelectual en el que San Agustín vivió muchos siglos antes que Descartes. Del santo es la frase: “No hay fe más firme que la fe que duda”.

A condición, eso sí, de no pasarse la vida dudando.  Más acá de Descartes, Schopenhauer diría que es necesario considerar con todo cuidado y detenimiento pero, una vez tomada su decisión, cerrar los ojos y lanzarse de cabeza. Así es como hacen los que escalan montañas o cruzan desiertos, los bomberos y los toreros.

Descartes  dudó primero  que el destino del hombre fuera sólo estar encerrado en el racionalismo. Después pensó mucho del irracionalismo.

Conocerse a sí mismo, con todas las potencialidades del hombre, y conocer a los demás, es lo más avanzado que el hombre pudo imaginar. Por lo mismo no pudo ir más allá. No podría conoce más allá de la causalidad.

Otros pensadores llegan a esa realidad, que vemos, considerando el valor didáctico del sufrimiento. Incluida  la angustia de Kierkegaard.  Hasta que el hambre y la miseria golpearon sin piedad,   el estómago de Scarlett Ó Hara, pensó ésta  en sus inconscientes días de felicidad, bonanza y frivolidad que antaño vivía en Tara. Fue una lección inolvidable. Porque en  general se cree que  la salud física y la felicidad nos dejan indiferentes o en la inconsciencia. Hasta que llega el dolor…

La pregunta trascendente de Descartes es si el hombre sólo puede imaginar cosas dentro de los límites del  hombre. Entonces, se dijo, ¿cómo es que alberga en su ser ideas que ya no pertenecen a los límites de lo finito?

La misma revolución nietzscheana, encaminada a superar la presente condición humana, es un testimonio de la mencionada limitación. 

En ocasiones Descartes se pregunta, como tantos otros lo hicieron y lo seguirán haciendo, incluidos los poetas nahuas del México precristiano, si todo esto de la tan discutida realidad sea sólo un sueño. La vida es sueño o los sueños, cuando dormimos, son la vida.

Dice W. Weischedel (Los filosofos entre bambalinas) de Descartes: “con el descubrimiento de la autocertidumbre y con la investigación de la naturaleza del ego no estaba todo concluido aun.”

Si albergamos la certidumbre de que Dios existe es porque existe. ¿Pero cómo probar que más allá de nuestros límites hay una mayor perfección?

Esa sola duda sería ya una prueba  de su existencia: “Descartes responde que sólo el ser perfectísimo puede implantarla en él.” Esta certidumbre irracional hace que, una vez situado dentro de la certidumbre, de la existencia de Dios, 
Descartes vuelva a pensar, pero ahora en sentido inverso camino a la terrenalidad del hombre.

 Weischedel anota: “Amenazadoramente cerca de la certeza de la existencia de Dios se encuentra en la duda…”

Hubo un tiempo,se recordará,  que los filósofos se afanaban en definir qué es un hombre. Encontraron que es alguien que anda en dos piernas y no tiene pelo. Entonces, de manera deliberadamente irreverente, alguien sacaba un pollo hervido sin plumas.

Pero regresando a la formalidad Descartes define al hombre porque éste tiene la facultad de pensar.

Y piensa tanto que hasta puede invertir el sentido de las cosas. De ser un efecto, un producto finito de la causa infinita que es Dios, el hombre llega a pensar que él es la causa y Dios sólo un efecto de su pensamiento.

Es decir, la duda da certeza de la existencia. Y ya cada quien, según su empeño por saber de estas cuestiones, armado de la cultura o de la fe, o de ambas cosas, se abrirá paso entre el laberinto o se perderá. O, impotente, se abandonara en la obligada indolencia.

 La indolencia es la que cubre este mundo tan afanado en conseguir como hacer rendir el miserable sueldo mínimo. O cómo superar el outsourcing que no da seguridad en el trabajo, cuando se tiene trabajo.

Con su Método Descartes quiso despejar el panorama, no revolverlo más de lo que ya estaba, como resultado de la eterna controversia que entre sí se traen los filósofos en su, por otra parte, interesante   e inevitable juego dialéctico, desde los tiempos de Sócrates y Parménides.

Para tal propósito, para despejar el panorama, Descartes dice que la realidad se sustenta en dos sustancias que son cuerpo y alma. Es decir, espacio y pensamiento. Espacio, la sustancia espacial que es el campus de la fenomenología. El pensamiento, el alma,  la sustancia espiritual.
René Descartes




“René Descartes[1] (La Haye, Turena francesa, 31 de marzo de 1596 - Estocolmo, Suecia, 11 de febrero de 1650), también llamado Renatus Cartesius, fue un filósofo, matemático y físico francés, considerado como el padre de la geometría analítica y de la filosofía moderna, así como uno de los nombres más destacados de la revolución científica.”Wikipedia.









W. Weischedel







SPINOZA, UN FILÓSOFO INCÓMODO


Incómodos son los filósofos desde Sócrates, Plotino…Buscan siempre, como Alicia, saber qué hay del otro lado del espejo.

El “mundo” suele decir cosas que no siempre corresponden a los hechos. Eso tiene que ver con lo que se conoce como idea operante.

Idea operante es a semejanza de  un “conductómetro” que consideran los filósofos para sabe si alguien es sincero consigo mismo haciendo lo que dice. 

Como el “alcoholímetro” utilizado por la policía para  medir la cantidad de alcohol ingerido por el que conduce un automóvil. Ambos modos son reales, y exactos, por carecer de subjetivismos.

Un día Spinoza se paró frente al espejo y lo que vio fue a Spinoza. Miró del otro lado del espejo, buscando a Dios, y lo encontró. Lo vio cara a cara.

No de manera antropomorfa, como esperamos verlo, sino en su verdadera y única manera de manifestarse.

Rabinos, teólogos ortodoxos y heterodoxos cristianos, no sólo evitaron su trato sino  que lo expulsaron de sus comunidades. ¡A Dios nadie lo ha visto y ahora Spinoza salía con que  sí se le puede ver!

No fue una ocurrencia. Es cierto lo que dice la Escritura, lo afirma el mismo Spinoza, sólo que,  no se ha entendido eso de a Dios nadie lo ha visto.

Spinoza buscaba lo infinito con tal intensidad que casi negaba lo finito. No pensaba en Dios desde afuera viendo al mundo  sino que, como Fichte también creía, el mundo es Dios. La naturaleza no es su clon, ni su gemelo ni su alter ego, es Dios. Dios  se revela en la naturaleza.

Esto lo  enfrentó con las religiones judía y cristiana. No es el caso reproducir aquí   las anatemas que recibió en su vida  este filósofo, de origen judío, y las siguió recibiendo aun después de haber fallecido, en 1677.

A Dios nadie lo ha visto parece más un reproche que una aseveración: ¿será que el mundo no conoce la caridad y la justicia? Habla de caridad y de justicia pero, ¿la practica?

Es cuando Spinoza entra de lleno a lo que posteriormente los filósofos, y sobre todo Bergson, llamarán idea operante. Hacer lo que se dice, no decir una cosa y hacer otra.

Como las mujeres (no todas) que ponen la direccional del automóvil anunciando que van a dar vuelta a la derecha y la dan a la izquierda. Esa es la idea operante. La acción descubre  la intención.

Spinoza va más allá (en su Tratado Teológico- Político) al decir que la caridad y la justicia son las que verdaderamente hacen fuerte a un Estado. De otra manera: “el edifico entero no puede menos de derrumbarse”, escribió en el Capitulo XVI. Los países que van en descenso es un síntoma  que ahí falta la justicia. La evidencia descubre la conducta, según dice  el método de la idea operante.

Fue cuando muchos del poder laico se sumaron al rechazo que el mundo religioso tenía hacia Spinoza. Porque precisamente en el mundo de la política la idea operante es donde menos se practica o donde más se evidencian las verdaderas intenciones. Las promesas de campaña pronto quedan relegadas  cuando ya se ha tomado posesión del asiento en el Parlamento.

Schopenhauer, con su modo directo de decir las cosas, escribe, a propósito de la idea operante: “Tales obras son espejos. Si un mono se mirase en ellas, no ha de ver un apóstol” (El arte de tener siempre la razón)

Y Bergson anota, en varias partes de su obra, Las dos fuentes de la moral y de la religión: “Ahora bien, trátese de salvajes o de civilizados, si se quiere saber  el fondo de lo que un hombre piensa, hay que tener en cuenta  lo que hace y no lo que dice.”

En contraste de todo el rechazo que sufrió en vida, a Spinoza se le aprecia toda su valía como filosofo por gente de la cultura de la calidad de Goethe, Novalis, etc. Y se le considera de la estatura filosófica  de Descartes y Leibniz.

La conclusión de Spinoza es que todos los días se ve a Dios cara a cara. Porque no se puede negar que en el mundo hay gente que, efectivamente, practica la caridad y la justicia.
 
BENITO SPINOZA
“Baruch Spinoza (conocido como Baruch de Spinoza o Benedict/Benito/Benedicto (de) Spinoza, según las distintas traducciones de su nombre, basadas en distintas hipótesis sobre su origen) (Ámsterdam, 24 de noviembre de 1632 - La Haya, 21 de febrero de 1677) fue un filósofo neerlandés de origen sefardí portugués, heredero crítico del cartesianismo, considerado uno de los tres grandes racionalistas de la filosofía del siglo XVII, junto con el francés René Descartes y el alemán Gottfried Leibniz.”

























J.G.FICHTE Y EDUCANDO A PAPÁ


                                     El Extraño asunto de la lectura.


Leer es la manera de saber, y conocer, que el indoamericano del siglo veintiuno es el feliz heredero de dos grandes culturas: la indígena y la occidental, principalmente y, de manera adyacente, de otras culturas del mundo. 

Pero  se leen dos libros de cultura al año, como promedio por individuo, según cifras oficiales. Y  en lo general se desconoce tanto la cultura indígena como la occidental.

Vemos con admiración, es decir, con suma extrañeza, la ciudad de Teotihuacán o Machu Pichu, igual que si   estuviéramos contemplando el  monumento de guerra de Leipzig o la ciudad de Ur de  los caldeos o el Foro romano.

 Igual de admirados o ajenos escuchamos los nombres de Parménides y de Platón.

No es aventurado decir que esta situación la  viven todos los países de América india o Amerindia.

Por el eterno fenómeno de migración y emigración de los individuos, que van y vienen de un país a otro, creemos que podemos hablar de una mundialización de la cultura. Pero viajar como trabajadores, turistas o refugiados políticos, es ver la superficie de otros pueblos y no propiamente conocerlos.

Había que preguntar en los millones de mexicanos, centroamericanos y suramericanos, que viven en Estados Unidos, cuántos han leído a Margaret Mitchell o a Emerson, o cuantos mexicanos en México, de procedencia extranjera, han leído el Popol Vuh.

Son señalados los casos como el de esa memorable mujer inglesa, Frances Erskine Inglis, más conocida como Madame Calderón de la Barca, que pisando  tierra mexicana, en el siglo diecinueve, conocía ya la historia de México y al mexicano de todos los tiempos.

Leer, que  es el asunto de esta nota, es naturalmente del ámbito de los maestros enseñar a leer a sus alumnos. Pero por ahora ellos están tan distraídos, tratando de arreglar sus condiciones laborales, que no hay esperanzas.

Esta semana Roger Bartra dijo, en una entrevista por televisión que le hizo Silvia Lemus, que aun estudiantes que llegan a las aulas universitarias, no saben leer…

Queda volver los ojos a lo que siempre fue antes que la escuela, los padres en el hogar. Pero en general los padres no tienen el hábito de leer.

Fichte se vio obligado, en un periodo de su vida, dadas las precarias condiciones económicas por las que atravesaba, en dar lecciones particulares a los niños de algunas familias de Zúrich. Fue cuando externó este pensamiento, que puede valer para Indoamérica:”antes de poder educar a los hijos era preciso educar a los padres.”

¿Por qué tanto afán con eso de la lectura?

Hay una relación directa de lo informado, o culto, que sea un pueblo, con las condiciones de corrupción e inseguridad social que prevalezcan en ese país.
También en los países que van en ascenso hay inseguridad social y cárceles, pero no en la magnitud de los países en descenso.

Leer nos permite conversar, dialogar, no monologar. Leer da belleza a las relaciones con la gente. Es la mejor manera de aprender de otros y de enseñara otros. Hacer que la información cultural vaya y venga.

 Para otro aspecto de la salud del individuo, y de la sociedad, sirve la lectura cultural cuando ya  se hizo hábito. En Wikipedia encontramos la siguiente información.

“La lectura estimula la actividad cerebral, fortalece las conexiones neuronales y aumenta la reserva cognitiva del cerebro, un factor que protege de enfermedades neurodegenerativas.

Y también de Wikipedia es lo siguiente:

“En México el hábito de la lectura no es uno de lo más apreciados por los habitantes de este país, la encuesta realizada sobre la materia por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos y la UNESCO y cuyos resultados fueron dados a conocer en 2006 indica que el mexicano lee en promedio 2.8 libros al año, uno de los índices más bajos del orbe.”

 Ruy Pérez Tamayo, catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México, con más de 60 años impartiendo clases en la Facultad de Medicina, dijo en una entrevista que apareció publicada en Humanidades y Ciencias Sociales, hablando de las nuevas generaciones, de su formación y contacto con la lectura:

 “Creo que necesitan más horas en la biblioteca y menos frente a la televisión y la computadora. Una de las cosas fundamentales que tendrían que implementar es el amor a la lectura. Esto se ha perdido. En la ciudad de Barcelona hay más librerías que en este país (México). Esto no puede ser, somos 100 millones de analfabetas funcionales. ¡Cuántos libros al año lee el mexicano promedio? Ni un libro completo. No es posible vivir en el siglo XXI en ese estado de ignorancia.”
Fichte

Johann Gottlieb Fichte (Rammenau, 19 de mayo de 1762Berlín, 27 de enero de 1814) fue un filósofo alemán de gran importancia en la historia del pensamiento occidental. Como continuador de la filosofía crítica de Kant y precursor tanto de Schelling como de la filosofía del espíritu de Hegel, es considerado uno de los padres del llamado idealismo alemán.











Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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