Emerson, educador continental





Ensayos
Ralph Waldo Emerson
Prologo de Edward Larocque Tinker
Editorial Porrúa, Serie Sepan Cuantos…Núm. 596, año 2007
Primera edición en inglés en 1841

En la cultura y en la educación veía Emerson la única escalera por la que, el pueblo todo, puede ascender hacia una vida digna de ser vivida, no sólo caminada.

“Ralph Waldo Emerson (18031882) fue un escritor, filósofo y poeta estadounidense. Líder del movimiento del trascendentalismo a principios del siglo XIX. Sus enseñanzas contribuyeron al desarrollo del movimiento del Nuevo Pensamiento, a mediados del siglo XIX. “Como conferenciante y orador, Emerson –apodado «el sabio de Concord»- comenzó siendo la voz líder de la cultura intelectual yanqui. Herman Melville, quien conoció a Emerson en 1849, pensó que tenía un “defecto en la región del corazón” y una “autoconciencia tan intelectualmente intensa que en un comienzo uno duda de llamarla por su nombre”, y más tarde admitiría que Emerson era “un gran hombre”. Theodore Parker, un ministro y trascendentalista, notó su habilidad para influenciar e inspirar a los demás: El trabajo de Emerson no solo influenció a sus contemporáneos como Whitman y Thoreau, sino que continuaría influenciando pensadores y escritores en los Estados Unidos y en todo el mundo hasta el momento. Nietzsche y William James reconocieron la influencia del «Sabio de Concord». También en Henri Bergson, cuyo élan vital es una transcripción literal de lo que él llamó “vital force”.


No falta quien quiera erigirse en guía del pueblo pero no se pasa de las  bien acabadas piezas de oratoria que escuchamos todos los días. Sobre el empirismo cotidiano está la literatura. El pueblo necesita frecuentar asiduamente la literatura y los literatos bajarse de los carros presidenciales, en los que gustan viajar, para mezclarse con el pueblo: “Nuestros literatos, -decía Emerson-necesitan tener el valor de ser ellos mismos y tomar a pecho sus más avanzadas exhortaciones.”

Todos los países de América tienen a sus paradigmáticos educadores. México, por ejemplo, A su Justo Sierra y a su José Vasconcelos. Lo que no tienen es el contexto estable, y emergente, como lo tuvo Emerson. En esa época la labor civilizadora, en el área al sur del río Bravo,   se vio entorpecida y retardada por los factores ambientales de las políticas locales.
Emerson

En sus 76 años de vida independiente México tuvo, ponemos como caso, en el siglo diecinueve, (de Guadalupe Victoria a Porfirio Díaz) 38 presidentes. En promedio permanecían dos años como presidentes. Y como Porfirio Díaz duró casi 20 años en la presidencia, estamos por señalar que el promedio no pasó de un año (20 años de lo que corresponde al siglo diecinueve porque para el siglo veinte todavía permaneció otros 10 años).  A esto hay que agregar tres guerras, una con España, otra con Francia y otra más con Estados Unidos. ¿Qué educador puede hacer algo en tan loco torbellino?

Además que cada administración que llegaba echaba a la basura el proyecto  anterior y empezaba de cero. Cuando iba dando por fin los últimos toques a sus programa educativo ya el gobierno había cambiado y era necesario echar al basurero las cuartillas escritas.  Nuestra realidad, en México, de leer sólo   dos libros culturales,  como promedio cabeza al año, en pleno siglo veintiuno, viene de muy lejos.

Emerson, en cambio, de quien tuvo que librarse fue de él mismo, empezando el siglo diecinueve cuando los países de América apenas emprendían sus luchas de liberación a través de la pólvora. Su contexto social era estable, prospero en economía, tecnología y vida universitaria. Por lo mismo sus pensamientos son de alcance más universal, menos local.

Con toda visión Emerson evitó meterse en el estrecho callejón del mercadeo ideológico de los partidos políticos y se fue hacia horizontes más amplios. En una ocasión dijo: "tengo otros esclavos que liberar".

Parecido a lo que los filósofos del Romanticismo alemán, seguidos de  Schopenhauer y Nietzsche, con su kulturkampf, o lucha cultural, Emerson clamó también  por una revolución cultural propia para su país: “Nosotros hemos escuchado por demasiado tiempo las cortesanas musas europeas”. Y en la segunda conferencia importante de Emerson dada en la Universidad de Harvard, pugnó por “liberar a la literatura de los Estados Unidos de Norteamérica de las ligaduras de Inglaterra.”

Emerson estaba convencido que la agresión entre individuos y entre naciones hacía retroceder a la civilización. Estaba contra las guerras aunque, cuando su pueblo se fue a la Guerra Civil, en la liberación de la esclavitud, declaró que: “En ocasiones la pólvora huele bien.” Cuando la guerra de Estados Unidos (primero Texas) contra México en 1846 dio a entender por escrito que en otras ocasiones la pólvora huele mal.

Por esto, que de manera directa atañe a México, y por tratarse de un hombre de cultura universal, los mexicanos y demás pueblos de los llamados latinoamericanos,  más los pueblos amerindios, tendríamos que conocer más el pensamiento de este gran educador que fue para los norteamericanos.

Fue un individuo que nació en el momento que su pueblo quiso que naciera. Se dio una búsqueda nacional cultural propia porque el país había entrado en una prosperidad económica y tecnológica que permitió ese surgimiento cultural.

Se acostumbra considerara Emerson como uno de los grandes iniciadores del movimiento cultural (Trascendente) propio de los Estados Unidos. Pero como en el mundo de los humanos nada sale da la nada sino que viene de algo que le antecede, también es lícito pensar que Emerson fue  un “producto” de lo mejor del pueblo estadounidense. En su prólogo Larocque dice que cuando Emerson regresa de uno de sus viajes, de Europa, se encontró con que “Se había posesionado de la juventud de aquellos días  la idea de que a través de libros, y no de batallas, se encuentra el camino de la grandeza, teoría que reaparece en las naciones cuando alcanzan un cierto grado de cultura y prosperidad.”

El papel de los intelectuales comprometidos con su nación, no con su administración, es sugerir un camino de progreso. “Su misión es la de alegrar, levantar, y guiar hombres enseñándoles hechos en medio de las apariencias…Nada podrá traerte paz más que el triunfo de tus principios.”

Viajó en varias ocasiones a la “vieja “Europa para conocer el pensamiento de los clásicos griegos y otros como Zoroastro y Confucio así como de sus contemporáneos tales como Carlyle, John Stuart Mill, Goethe, Coleridge, Wordsworth…

Y en verdad que trascendió a su época. Abandonó  su puesto de Ministro Unitario pero no abandonó a su Dios. Siguió sirviendo a Dios pero ahora desde la iglesia de la naturaleza eterna: “Abandonó la fría y dura estrechez de la religión de sus antepasados, la cruel creencia en el pecado original ,el infierno y la cruel condenación a favor de una filosofía más benigna…”

Él, al igual que su gran amigo Thoreau, se volvió a la vida cerca de la naturaleza. Tal vez en su tiempo de incipiente polución en el ambiente atmosférico esto haya parecido algo exótico. Ahora, en pleno siglo veintiuno, rodeados cada tercer día por 80 grados IMECAS y mil partículas contaminantes  en suspensión en el aire que respiramos, no podemos negar que Emerson fuera un visionario más allá de su destacado  papel  en la revolución cultural de su pueblo.













Schopenhauer en las estrategias del amor




El amor, las mujeres, la muerte y otros temas
Editorial Porrúa, México, Serie Sepan Cuantos…Núm.455, 2009
Primera edición en alemán, Berlín, 1851

Arthur Schopenhauer (Danzig, 22 de febrero de 1788Fráncfort del Meno, Reino de Prusia, 21 de septiembre de 1860) fue un filósofo alemán. Su filosofía, concebida esencialmente como un «pensar hasta el final» la filosofía de Kant, es deudora de Platón y Spinoza, sirviendo además como puente con la filosofía oriental, en especial con el budismo, el taoísmo y el vedanta. En su obra tardía, a partir de 1836, presenta su filosofía en abierta polémica contra los desarrollos metafísicos postkantianos de sus contemporáneos, y especialmente contra Hegel, lo que contribuyó en no escasa medida a la consideración de su pensamiento como una filosofía «antihegeliana».

“Que nazca un nuevo ser a través de ayuntarse con su pareja, es lo que  busca, o manda, la naturaleza.”

El que ha comprendido la filosofía Schopenhaueriana, en toda su plenitud, en esta estratagema de la naturaleza, para que nazca una criatura, por medio del amor, es Hollywood: sus películas siempre terminan con un beso. Es el preludio del coito: “El amor es un instinto, no es una invención.”

El leit motiv, como vemos en las novelas, los poemas, las películas y las telenovelas de las abuelitas, es el amor. Lo que busca la naturaleza es el embarazo: “El amor tiene por fundamento un instinto dirigido a la reproducción de la especie.”

Pero si bien es instintivo, no es una reproducción a tonta y locas. Contra lo que se cree en el mundo machista, el hombre es inclinado a los amores múltiples, no la mujer. Si el hombre fuera el que se embaraza, ya no cabríamos en este planeta. Implosionaría. 

 No es el fin el que busca la naturaleza, sino conservar a la especie. Porque, dice Schopenhauer, el hombre puede embarazar hasta cien mujeres en un año, o más. En cambio la mujer sólo puede tener un niño al año.

Esto último habla de la conservación de la especie: “El amor de la mujer crece a partir de ese instante (el embarazo).Esto es una consecuencia del objetivo de la naturaleza, que se encamina al sostén y por tanto, al crecimiento más considerable posible de la especie…La mujer permanece fiel a un solo hombre, porque la naturaleza la impele, por instinto y sin reflexión, a conservar junto a ella a quien debe alimentar y proteger a la futura familia menuda.”

Por eso también la mujer prefiere al hombre rudo  y no al intelectual. El hombre rudo dará su fuerza a la criatura a través de sus genes. También lo haría con el intelectual y con el científico pero la cultura no se transmite de esa manera y hay que aprenderla…Esto de la cultura  lleva tiempo y lo primero es sobrevivir y después, si hay modo, vivir…

Más tarde el zoólogo Desmond Morris ampliará  la formula al decir que el amor no es un invento burgués sino de la naturaleza. ¿Por qué? Una vez concebida y haber nacido la criatura, la pareja no se desuna  y el niño quede desamparado y perezca. El planeta está lleno de mujeres y hombres con los que sin pensarlo dos segundos engendraríamos otro niño. Pero entonces el primer niño quedaría desprotegido...

Schopenhauer reitera que todo el empeño de la naturaleza es lograr un embarazo. Por eso, como hacen los enamorados, es necesario preparar el escenario con música, flores, chocolates y mil halagüeñas promesas. Cuando todo está preparado ¡pum! se da el embarazo.


Los zoólogos nos dirán  que en todo esto, del primer acto, no diferimos en nada de los conejos o de las arañas o de los hipopótamos. Hay ingeniosas estratagemas para perpetuar la especie.

 Afrodita, diosa del amor, pertenece al equipo de los dioses griegos cosmogónicos, es decir, los que son por sí. El instinto, el agua, el viento, etc. A diferencia de los otros dioses llamados de los hombres  y de los hombres hechos dioses.

Afrodita Urania de los griegos (Venus de los romanos)  es la diosa de todo lo relacionado con el sexo y su “presentación” erótica del amor sensato.

 También esta Afrodita Pandemos, la de los amores fáciles, la diosa   de los humanos que por una u otra razón no son favorecidos por el amor. Estos son los que tal vez sean los más efectivos para se cumpla con el objetivo de la naturaleza.

 No creen en el amor sólo en la cópula. “Negar la realidad del amor-dice Schopenhauer-no es gala de objetividad, sólo corresponde a que no se es beneficiario del amor.” Y no queda sino contentarse con el ejercicio del conejo: “No pudiendo ser pagados con la moneda del amor recíproco, gentes muy enamoradas se contentan con la posesión, es decir, con el goce físico.”

Si la criatura queda protegida, o no, ya la sociedad sufrirá las consecuencias, él ya cumplió con el mandato de la naturaleza. Sólo se trató de una acto mecánico, no de  otra cosa.

Caso diferente es de las parejas que, contra toda dificultad biológica, buscan a través de la ciencia, a toda costa, el embarazo. Aquí no es un accidente sino un acto consciente que busca  darle calidad a la especie, no sólo número inconsciente.

Pero se crea, o no se crea, en el amor, o sólo en la cópula, la naturaleza sale ganando porque lo que le importa es que el hijo sea engendrado: “Ese es el fin único y verdadero de toda novela de amor, aunque los enamorados no lo sospechen. La entrega que conduce  al desenlace es cosa accesoria. Y lo hace así porque, fuera de todo fenómeno, es absoluta voluntad de vivir.”

Por eso la conclusión de Schopenhauer es que en la vida de todos los días, en las novelas, y  en los poemas, todo está dirigido a “que nazca un nuevo ser a través de ayuntarse con su pareja, es lo que  busca, o manda, la naturaleza.”

 Por eso las películas  y las telenovelas de las abuelitas acaban con un beso…






























Fichte: un sistema filosófico no es un traje de moda





El destino del hombre
J. G. Fichte
Editorial Porrúa, México, Serie Sepan Cuantos…Núm.641, año 2012
 Primera edición en alemán en 1779

“Qué clase de filosofía se elige, depende de qué clase de hombre se es”

Johann Gottlieb Fichte (Rammenau, 19 de mayo de 1762Berlín, 27 de enero de 1814) fue un filósofo alemán de gran importancia en la historia del pensamiento occidental. Como continuador de la filosofía crítica de Kant y precursor tanto de Schelling como de la filosofía del espíritu de Hegel, es considerado uno de los padres del llamado idealismo alemán.


“Según la clase de hombre que se sea, se adoptará  una u otra  de ambas posibilidades. Un sistema filosófico no es como un traje que se pueda confeccionar y vestir según la moda, sino que se trata de lo más íntimo del alma humana” dice Fichte en El destino del hombre, publicado en Alemania en 1797.


Entramos a un restaurante y ordenamos según nuestro gusto, no cualquier platillo. En la librería vamos buscando algún título que a nosotros nos interese, no compramos el primer libro que nos encontramos. Es conocida la expresión: “Al libro se le conoce por el tipo de individuo que lo busca” o bien: “Dime que lees y te diré quién eres”.


En el principio de las irrupciones callejeras del ejército  de la Revolución-imperio Francesa,  no faltaron pensadores alemanes del Romanticismo que aplaudían los derechos del hombre. Hasta que el ejército revolucionario-imperial mostró sus verdadero rostro en las calles alemanas.


Fichte unió su suerte a la del Estado alemán, dejó mujer e hijos en Berlín “y se incorporó a los restos del ejercito, al lado de la corte. Dos años más tarde, en 1808, da sus Discursos a la nación alemana: “Una obra clásica del nacionalismo alemán, mientras en las calles berlinesas resuenan los pasos  de las patrullas francesas…


“Mientras Berlín seguía aun ocupado por el enemigo, pronunció en el invierno de 1807-1808, ante un numerosos auditorio, en el que figuraban espías franceses, sus Reden an die deutsche natión…Su tema es la renovación  de la nación alemana a base de sus más genuinas fuerzas despertadas a una actividad original y procurando, como medio para lograr esa renovación, la reforma radical de la educación.” Fichte murió el 27 de junio de 1814, contagiado de fiebre tifoidea que se  había extendido por los cadáveres de la guerra.

J.G.Fichte

Fichte piensa en la posibilidad de dos sistemas filosóficos que son el idealismo y el dogmatismo. Identifica éste último con el sensualismo y materialismo. En tanto que el idealismo busca la “conciencia real, empírica.”

Vamos por el mundo tratando de adaptarnos a las circunstancias desde nuestro muy personal yo. El mercado tiene sus ofertas y sabe cómo insistir para convencernos, en la medida que nuestro yo sea blandengue o poco desarrollado. Lo mismo en la moda del vestir, como el platillo que escogemos en el restaurante, que en el modo de pensar o en la disciplina académica  de nuestra preferencia.

En su siglo  Fichte no imaginaba siquiera que, dos siglos más tarde, los medios de comunicación masiva como la televisión, especialmente, y el cine,  estaría conformando la mentalidad de gran parte de la humanidad según sus intereses detrás de la pantalla. Con tal habilidad de oferta como las instancias de vocación profesional de los centros de educación superior. Imponiéndonos trajes o modas en el vestir que para nada van con nuestro yo.

Y es sabido que no pocas de las patologías sicosomáticas de nuestro tiempo proceden de esa contradicción, de nuestro yo, con las condiciones impuestas o inducidas por el mercado de trabajo.

Las instancias de vocación  profesional, de las universidades, suelen dictaminar la vocación de Trabajo Social, por ejemplo, porque la institución acaba de abrir la Escuela de Trabajo Social.¡ Pero yo quiero estudiar matemáticas! ¡Usted se va para  Trabajo Social! O quiere estudiar griego antiguo y lo mandan para  diseño industrial…


¿Qué le importa al mercado de trabajo la naturaleza del yo en tanto sus egresados sirvan como empleados para los negocios. Lo mismo que si la universidad es pública que si es privada, de todos modos enviará lo que el mercado necesita.

Es cuando el mundo empieza a “descuadrarse”.También encontramos con frecuencia, en esta clase de pensadores, que la tradición familiar los hizo  estudiar Derecho cuando ellos querían filosofía. Abandonaron a media “carrera” o terminaron, se apresuraron a llevar el título a sus padres y corrieron a inscribirse en la Facultad de Filosofía.

Y ya en la Facultad debieron hacer otra definición. Todo fue obedeciendo a su “íntimo yo”. Por eso Fichte va decir: “El tipo de filosofía que se elija, dependerá  de la clase de hombre que se sea…todo nuestro imaginar y pensar está condicionado por esta facultad práctica, la razón más íntima de nuestro ser.”












Bergson, el pensamiento universal





Introducción a la metafísica
Henry Bergson
Editorial Porrúa, México, Serie Sepan Cuantos… Núm. 491, año 2004
Primera edición en francés en 1903


Henri-Louis Bergson o Henri Bergson (París, 18 de octubre de 1859Auteuil, 4 de enero de 1941) fue un filósofo francés, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1927. Hijo de un músico judío y de una mujer irlandesa, se educó en el Liceo Condorcet y la École Normale Supérieure, donde estudió filosofía. Después de una carrera docente como maestro en varias escuelas secundarias, Bergson fue designado para la École Normale Supérieure en 1898 y, desde 1900 hasta 1921, ostentó la cátedra de filosofía en el Collège de France. En 1914 fue elegido para la Academia Francesa; de 1921 a 1926 fue presidente de la Comisión de Cooperación Intelectual de la Sociedad de Naciones. régimen de Vichy El bagaje británico de Bergson explica la profunda influencia que Spencer, Mill y Darwin ejercieron en él durante su juventud, pero su propia filosofía es en gran medida una reacción en contra de sus sistemas racionalistas.1 También recibió una notable influencia de Ralph Waldo Emerson.

La influencia de la filosofía bergsoniana, dice Morente, se ha extendido sobre toda la filosofía moderna.

Manuel García Morente es un sabio español, autor de una erudita, y muy consultada, obra que se conoce en el mundo de las letras  con el modesto título de Lecciones preliminares  de filosofía. En esta edición que Porrúa hace  del filosofo Bergson, Morente desarrolla una interpretación de su pensamiento.

Para darnos una idea  de la importancia de este modo de pensar, escribe que en Francia una serie de eminentes  discípulos trabaja por desenvolver  en varias direcciones las doctrinas de su maestro Bergson. El punto de apoyo del pensamiento de Bergson es la intuición.

Se dio  una reacción a los mil años del misticismo  de la Edad Media europea, y para ello  el espíritu humano usó de la razón y del intelecto. Pero “lo hizo hasta el empacho.” En esta etapa es cuando aparecen los adjetivos y excesos que cada vez se alejan más de una posición dialéctica o al menos con tintes  ecuménicos.

El mismo Descartes definía al alma por sentimiento y esto en la perspectiva de un sentimiento  confuso e inferior. Eran los tiempos en que se quería medir lo metafísico mediante el fenómeno. Cuando la razón perdió sus filos de tanto repetirse, ya no se habló de la razón pero empezó a invocarse a la ciencia.   Es cuando aparece Bergson, no para sacar la espada y contestar los mandobles denostando a la ciencia sino, para nivelar la ortodoxia y darle toda su brillantez al término genérico que conocemos como cultura occidental. 
Henry Bergson

Durante centurias  el pensamiento grecorromano ha desarrollado, como nadie lo ha hecho en otra parte del planeta, mil tesis y otras tantas contratesis, del pensamiento humano, es decir, del Humanismo. La síntesis de todo esto  es lo que llamamos cultura occidental. El pensamiento europeo no va tonta y a locas dando tumbos en la noche de los tiempos. Tiene una síntesis que de alguna manera todos conocemos. O al menos de la que hemos oído hablar.


Occidente desarrolló la Razón para llegar a la especulación religiosa abstracta y para la especulación filosófica.En La función de la Razón, A.N. Whitehead considera que: "Las grandes civlizaciones asiaticas,india y china, también produjeron variantes del mismo método, pero ninguna de esas variantes alcanzó la perfección técnica del método griego.Sus modos de utilizar la Razón especulativa fueron  efectivos para la especulación religiosa abstracta y para la especulación filosófica, pero fracasaron ante la ciencia  natural y las matemáticas.Los griegos crearon el instrumento definitivo para la disciplina de la especulación." 

Cuando las sectas intelectuales  hacen abstracción del pensamiento universal, y no sólo se encierra esa abstracción en el laboratorio, sino también quiere  encerrar en el laboratorio al espíritu todo, es cuando aparece Bergson. El intelecto y las ciencias avanzan con lentitud  sin agotar nunca  la realidad toda, dice: “La intuición intelectual, en cambio, nos da súbitamente el ser.”

El problema de renunciar  a la metafísica es que hay el riesgo de hacerse dogmático. Y cuando el dogmatismo aparece, se está renunciando a la síntesis, al pensamiento universal. Para caer otra vez en la abstracción: “El intelectualismo de los científicos no se contenta con renunciar a la construcción metafísica: subrepticiamente se ha  ido él también  haciendo dogmático.”

 Y la historia enseña que, cuando aparece el dogmatismo, del color que sea, el pueblo cierra  las puertas de sus casas  porque las calles  se llenan de terror. Por eso Bergson advierte: “No debe confundirse  la ciencia teórica con la moral  ni con el arte.” No sumar subjetivo con fenómeno. 

El genio de Bergson trata de restaurar algo que se ha salido  de balance  y tiende hacia la peligrosa radicalización. No niega ni entorpece la labor científica sino sólo de acabar  con el dogmatismo: “El verdadero espíritu clásico no consistirá en negar, sino en colocar en su conveniente puesto el afán romántico y metafísico.”

Lo que si trata Bergson  es prevenir  contra las seudociencias que, sin pasar todavía el requisito  de medida, experimentación y observación (lógica, análisis y experiencia  sensible), ya están tirando pistoletazos dogmáticos contra un campo  caracterizado por la intuición, el arte y el espíritu. En otras palabras, un campo del conocimiento  que trata  del “fondo último y común a todos los esfuerzos de la especulación, desde los eleáticos hasta el mismo Comte, a través de Platón, Descartes y Kant.” 

Juzgar la fe, con el escalímetro de la fenomenología, es, como dicen en Chamonix, querer sumar bananas con patatas. Bergson lo dice con el gran estilo del Romanticismo, corriente filosófica del siglo diecinueve que es la afirmación del sentimiento  sobre el pensamiento: “La inteligencia no conoce más que selecciones. Es, por lo tanto incapaz de aprehender lo absoluto.”














Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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