W.K.C.GUTHRIE Y EL VALOR DEL MITO


LOS FILÓSOFOS GRIEGOS
W.K C. Guthrie
Fondo de Cultura Económica, México, 1980

El mito  es un viejo y largo camino hacia libertad.

Es gracias al mito por lo que la cultura occidental tiene el gran tesoro de la fantasía y la cultura indoamericana cree y vive en la magia. Los poetas pueden soñar y los novelistas construir mundos increíbles, incluidos los del pensamiento práctico.

Y jamás, en ninguna época, ha faltado algún romántico atrevido que quiera hacer realidad esas locas fantasías. Llegar a las estrellas montado en un armazón de acero, surcar los mares en una frágil balsa o cruzar las doradas dunas del desierto que se levantan al amanecer.
Buscando tesoros en la Casa Encantada

 Tipos así eran los que se trepaban en un jamelgo y se iban a buscar locas aventuras en algún lugar de la Mancha. O dos niños, Tom y Huckleberry, se aventuraban en la casona abandonada y, pala al hombro, se daban a la tarea de buscar tesoros escondidos...

Creer en el mito es poner el pie para que no se cierre la puerta que nos dejará encerrados en un mundo donde los átomos, y sus maquinas, no pueden hacer juicios subjetivos.

La oración de los indios norteamericanos, danzando en círculo con pasitos  hacia la derecha y luego hacia la izquierda, en derredor de la hoguera para no perder de vista el fuego sagrado. La veladora que prende el cristiano ya sea en la magnífica catedral o en el jacalón rústico de una capilla perdida en la sierra. El huichol que desde su mítica Virikuta persigue en sus correrías oníricas al Dios Venado y lo encuentra en el peyote.
La Danza Circular del Espiritu, de  los Harapaghos (tomado del libro Indios Americanos de Oliver La Farge)

Hölderlin, Bukouski, Gutiérrez Nájera, Juan Carlos Dávalos…

Es cuando Guthrie escribe:

“El valor del mito reside en que nos abre camino a esas regiones, gracias a los poetas y a otros hombres de genio religioso. Tomamos en cuenta el mito, no porque creamos que es literalmente cierto, sino como medio para dar la explicación  posible de verdades que hemos de admitir  son demasiado misteriosas para que tengan demostración exacta.”

Estar listo para bregar en el mundo de la ciudad industrial donde impera la razón práctica, la producción, bucear entre el patológico consumismo, la rutina de checar tarjeta todos los días en la oficina, aportar una tecla en Internet y comunicarse en la misma fracción de segundo con Tokio, Buenos Aires o Siberia, estirar el miserable sueldo mínimo para que alcance en la quincena, ir penetrando en la mecánica de las placas tectónicas, cuidar que no te roben la cartera en el metro, observar que la empatía propia  no baje hasta niveles esquizofrénicos…Es la clave del misterio para una asepsia que lleve al equilibrio nervioso.

Nada nuevo, por cierto. Hace casi veinticinco siglos Platón hablaba de la filosofía de la cualidad y Heráclito, más que Parménides, de la filosofía de la cantidad. Y estoicos y agnósticos andaban,  agarrados del chongo, en un encantador pleito dialéctico que un poco después Aristóteles llegaría a una especie de síntesis con su famoso término medio. La necesidad del humano de ambas cosas.

De la locura y de la razón. Si se prefiere, de la razón trascendental y de la razón común.

En alguna ocasión Norman Mailer dijo algo semejante: "No me gusta llamarme a mí mismo un místico. Por otra parte, es evidente que no me clasificaría como racionalista.No soy del todo infeliz viviendo en alguna tierra  de nadie  entre ambas denominaciones." 

Era como la confirmación de una sentencia. A lo largo de esos siglos se ha visto que actuar en contrario, vivir en la abstracción, como sangrientamente con frecuencia se ha hecho, es lo que asegura una buena clientela al psiquiatra.

 Especializarse es lo suyo de las ciencias exactas y de la Humanidades, pero no así abstraerse de la cultura general.

Y Wahl, el gran filósofo marsellés reitera (en El camino del filosofo) que ese equilibrio es necesario para vivir en la libertad:

 “...bajo el punto de vista científico, parecen nuestras acciones  como determinadas, pero bajo el punto de vista  metafísico y moral, pueden y tienen que ser libres, luego son libres.”


William Keith Chambers Guthrie (1 de agosto de 1906 - 17 de mayo de 1981) fue un filólogo clásico escocés, conocido sobre todo por su Historia de la filosofía griega (History of Greek Philosophy), publicada en seis volúmenes entre 1962 y 1981. Aunque de origen escocés tanto por parte de padre como de madre, Guthrie nació y se crio en Londres, donde su padre, Charles James Guthrie, practicaba su profesión en el Westminster Bank. Como filósofo, Guthrie, siguiendo la tradición de Cornford, creía que los filósofos antiguos se han de leer e interpretar en su propio trasfondo histórico, y no engranándolos en el contexto de todo el canon de la filosofía tanto antigua como moderna, como fue práctica entre ulteriores generaciones de filósofos clásicos.
Obras de Guthrie  Traducciones al español 
Guthrie, William Keith Chambers (1992/1999). Historia de la Filosofía Griega. Madrid: Editorial GredosISBN 978-84-249-0947-5.
1.    Volumen I: Los primeros presocráticos y los pitagóricos. 1999. ISBN 978-84-249-0949-9.
2.    Volumen II: La tradición presocrática desde Parménides a Demócrito. 1994. ISBN 978-84-249-1032-7.
3.    Volumen III: Siglo V. Ilustración. 1994. ISBN 978-84-249-1268-0.
4.    Volumen IV: Platón, el hombre y sus diálogos, primera época. 1998. ISBN 978-84-249-1440-0.
5.    Volumen V: Platón, segunda época y la Academia. 1992. ISBN 978-84-249-1500-1.
6.    Volumen VI: Introducción a Aristóteles. 1993. ISBN 978-84-249-1631-2.
Guthrie, William Keith Chambers (2012). Historia de la Filosofía Griega. Reedición en tres volúmenes. Madrid: Editorial Gredos.
1.    Volumen IISBN 978-84-249-3653-2.
2.    Volumen IIISBN 978-84-249-3656-3.
3.    Volumen IIIISBN 978-84-249-3662-4.














LEIBNIZ NIEGA EL CAOS

MONADOLOGÍA
Leibniz

Leibniz es uno de los pensadores que niegan  la existencia del caos tanto material como el caos espiritual.

La razón suficiente para que esta vida tenga lugar, su inicio y su ascenso final, es la armonía. Una armonía que él la concibe como preestablecida. Hay de donde escoger. Preestablecida si   es un individuo de fe religiosa. O fe fenoménica  si es laico, herencia, genoma, etc.

Hace referencia a la fe animal  que nos acerca a las cosas materiales. Y a la fe religiosa que nos conecta con el cielo. Reafirma la creencia mencionada en la filosofía de las entelequias, que es una manera de llamar al alma de cada individuo:”Todo cuerpo tiene una entelequia principal que es el alma”. Pero no la menciona nada más porque sí. La entelequia, el alma, es una pieza importante en la armonía del universo espiritual.

Y agrega más puntualmente que la confusión que encontramos es sólo una cierta incapacidad de discernimiento, sobre todo para los juicios predictibles:”no hay  nada inculto, estéril y muerto  en el universo; el caos y la confusión son sólo aparentes; como si se mira un estanque a cierta distancia, desde la cual se vislumbra  un movimiento confuso y, por decirlo así, un revoltijo de peces, sin llegar a discernir los peces mismos.”

Observar al Popocatepetl en plena actividad volcánica parecerá una situación caótica. Sin embargo el académico sabe  que, en un 95 por ciento se desarrolla conforme a las reglas de la vulcanología. Y el otro 5 por ciento, que ignora, es cuando explotará o que no explotará, tampoco pertenece al caos sin control. Se trata de un factor que en la actualidad todavía se desconoce con exactitud pero que también pertenece a la armonía  a la que se refiere Leibniz. Es decir, a las leyes de le fenomenología.

Así  sucede con las cosas que nos parecen inexplicables porque la intuición que poseemos no puede penetrar más allá de cierto límite sin caer en la charlatanería comercial.

“Eso sólo el cielo lo sabe” dijo el mismo Jesús cuando le preguntaron cuándo se terminaría el mundo. No dijo nadie lo sabe. Dijo que con la percepción o el a priori, con lo que estamos armados, no podemos tener una visión más amplia del tiempo.

Lo sabríamos como aquella serie de televisión en la  que a cierto individuo le llegaba a su casa el diario con las noticias, no de lo pasado, sino  de lo que iba a suceder el día siguiente. Con esa aparente fantasía el cine estaba aplicando la intuición o el a priori. Lo que falta de esa predictibilidad es a lo que llamamos lo aleatorio, lo inasible, el caos.

 Lo normal es la normalidad, no al revés. La filosofía del caos es una intención anarquizante que niega la causalidad, la tradición y la armonía de la vida. Aun en las actividades de más riesgo, como es el alpinismo, o la minería en el subsuelo o la guerra o la tauromaquia o el limpiar ventanas en los elevados edificios, lo que rige  es la causa y el efecto. Es lo que conocemos como técnica. Y aun en el más elemental empirismo lo que habla es la fenomenología.

 Por eso percibimos el movimiento desde la inmovilidad, el hambre desde la satisfacción, el frío desde el calor, la soledad patológica desde la sana asociación.  De ahí que nos sorprenda lo imprevisto, lo inesperado.  Creer en el caos desde la armonía pero, si se cree en la armonía, es negar la posibilidad del caos. Para los que sólo creen en la lógica de los átomos es una armonía establecida hasta el infinito que en lo físico nos recuerda a los fractales.

 Pero como no podemos tener acceso a esa otra manera de armonía es por lo que en literatura se introduce la solución de deus ex machina.

Solamente Alicia, a través de su espejo, pudo decir: “¡Ho, me acuerdo muy bien de lo ocurrido en las próximas semanas!”. 

¿Hay caos?  Los anarquistas de jóvenes ponían dinamita frente a los edificios del gobierno, de viejos luchan ya por un contrato colectivo y de ancianos se acogen a los programas de apoyo para la tercera edad…

 El “caos”, entre comillas,  es una normalidad en el terreno de la metafísica, donde por fe  existen los milagros y la generación espontánea, pero se hace el embrollo cuando se le quiere traer al terreno de las matemáticas. Las cuerdas, los clavos y los mosquetones para escalar hablan de una técnica dentro de la normalidad, no de un caos.

 Con esa técnica se aborda la verticalidad y el extraplomo de la montaña que de otra manera parecería el alpinismo una actividad  azarosa, imprevista, impredecible, aleatoria. Aun  el casco para proteger la cabeza es una medida contra el  desprendimiento de una roca que llegara desde arriba o bien prevenir una caída.

Creer que el caos es el que rige nuestras vidas, finaliza Leibniz, es sólo un intento más contra la vida en armonía. Toda revolución, toda guerra, por mundial que sea, con el tiempo buscará volver a  la armonía terapéutica.
 
Leibniz

“Gottfried Wilhelm Leibniz, a veces von Leibniz1 (Leipzig, 1 de julio de 1646 - Hannover, 14 de noviembre de 1716) fue un filósofo, lógico, matemático, jurista, bibliotecario y político alemán. Fue uno de los grandes pensadores de los siglos XVII y XVIII, y se le reconoce como "El último genio universal". Realizó profundas e importantes contribuciones en las áreas de metafísica, epistemología, lógica, filosofía de la religión, así como a la matemática, física, geología, jurisprudencia e historia.”


Parecería que la idea de la armonía de Leibniz tuviera que ver con el devenir y su instrumento la dialéctica. El caos al que se refiere es esa idea que más se parece al "ratón loco" de la feria que da vueltas inesperadas de noventa grados.

Se podría decir que Leibniz es un hombre religioso y por eso piensa así.Sin embargo Leibniz declara textualmente en su obra que todo debe ser explicado mediante  el razonamiento lógico de la filosofía.

Es de notar que otros dos filósofos, estos de la antigüedad,tenidos por lógicos o atomistas, coinciden con él en cuanto a la inmutabilidad del todo y a la cortedad del humano para inferir lo desconocido, con lo que se alejan de la idea del caos.  Estamos hablando de Parménides y Pitágoras.

Parménides defiende la idea de la inmutabilidad: " Pármenides dice que el ser es eternamente continuo,imperecedero,indivisible,sin fin ni comienzo"(Ramón  Xirau, Introducción a la historia de la filosofía).


En Pitágoras volvemos a  encontrar lo que recuerda la teoría de los fractales, pero aplicada al humano. W.K. Guthrie,en Los filósofos griegos,nos dice: "Así como el universo es un kosmos, es decir, un todo ordenado,pensaba Pitágoras que cada hombre  es un kosmos en miniatura.Somos organismos que reproducen los principios estructurales del macrocosmo,y estudiando esos principios estructurales,desarrollamos y estimulamos en nosotros mismos  los elementos de la forma  y del orden.El filósofo que estudia el kosmos se hace kosmios-ordenado-en su propia alma."

Jean Wahl (en su valiosa obra El camino del filósofo, conocida en 
español como Introducción a la filosofía, citando a Spinoza, dice. 
“todo está ordenado, siendo sólo nuestra ignorancia lo que crea la 
apariencia del desorden.”





EPICURO NO ERA ASÍ


VIDAS DE LOS FILÓSOFOS MÁS ILUSTRES
Diógenes Laercio
Editorial Porrua, México.Serie Sepan cuantos...Núm.427,año 2003


Tener placer hasta vomitar dos veces al día, dicen los bármanes y los chef que  era la vida de Epicuro.

Epicuro era atomista, sobrio fenomenólogo, o como a hora se dice, materialista. Y esa es la cuestión. Los hedonistas de todos los colores  se afanan por agarrarlo de paradigma.

Los epicúreos, como los estoicos, persiguen el buen vivir  mediante la sobriedad. Con la aclaración que los estoicos son más bien  idealistas y los epicúreos fenomenólogos. Con la otra aclaración que decir epicúreo sobrio es una redundancia tal como decir estoico sobrio. Aquí el adjetivo califica al sujeto.

Disoluto en su manera de vivir, frecuentador de meretrices, tragón hasta  el exceso de vomitar dos veces al día, fornicador de sesenta veces en una noche, intrigante, son apenas algunos adjetivos que escribieron de él otros filósofos. Como quien dice un rebelde contra las normas, y como lo heterodoxo gusta mucho a los de espíritu parricida,   Epicuro es la bandera de las más diversas actitudes fuera de la normatividad.

 Al estilo del  éxito del actor norteamericano  Bruce Willi, el  antihéroe. Él no termina sus películas en la normatividad   del beso al final y todos fueron muy felices.

Gente de la calle, de oídas y lugares comunes, y no pocos escritores, han continuado con esta leyenda de Epicuro  de disoluto convertida en modelo a seguir. Es como el numen de cantinas, taquizas  y burdeles.

Diógenes Laercio dice que Epicuro  no era como la leyenda lo pinta: “Su gran recogimiento y mucha gratitud  a sus padres, beneficencia  con sus hermanos  y dulzura con los criados, como consta en su testamento, algunos de los cuales estudiaron la filosofía…”

No era santo ni bulímico. A Epicuro no lo movía el estómago ni la progesterona y sí, sobre todo, una visión interior. Para  vivir sólo necesitaba un poco de pan, agua  y “queso citridiano”.

Era un pensador de primera línea que procuraba llevar al terreno pragmático sus ideas. No era retorico. ¿De dónde le viene la fama de apóstol del placer? Lo que él entendía por placer era tener la conciencia de estar sano. Tenemos idea de la salud cuando estamos enfermos. O valoramos el agua cuando cruzamos las dunas del desierto de Altar casi a punto de morir de sed. O pensamos en la libertad cuando estamos detrás de las rejas. O en los felices días de la familia cuando el matrimonio ha hecho kaput...

Pero cuando estamos sanos no  reparamos en ello. Como alguien que llevara, sin saberlo, un millón de euros en su mochila.

Es mediante esta hipérbole, esta conciencia, esta responsabilidad, que Epicuro se parece a los estoicos: abstenerse de las necesidades inventadas. Se requiere disciplina inusual. Para estar en mi peso corporal necesito comer con sabiduría y hacer ejercicio corporal. Hay en la actualidad países sin nombre que tiene una población mayoritariamente en el sobre peso y la obesidad, por ejemplo.

Epicuro

Epicuro (griego: Επίκουρος; Samos, aproximadamente 341 a. C. - Atenas, 270 a. C.) fue un filósofo griego, fundador de la escuela que lleva su nombre (epicureísmo). Los aspectos más destacados de su doctrina son el hedonismo racional y el atomismo.Defendió una doctrina basada en la búsqueda del placer, la cual debería ser dirigida por la prudencia.”

Con sus apreciaciones de la necesidad, respecto de la buena conducta    con la gente, Epicuro se queda con un pie en el atomismo y con el otro en el idealismo. Los átomos no hacen juicios subjetivos. Pone en lugar muy destacado a la prudencia para efecto de llevar una vida en paz y llegar también a una muerte en paz. Esto no corresponde a la descripción tan acelerada que hace de la actividad de los átomos, los cuales, a semejanza de las rocas de rió, “de tanto chocar tiene una forma esférica”.

Las lecturas rápidas o mal intencionadas son las que nos han proyectado una imagen grotesca de Epicuro. Toda la filosofía de este gran pensador se encuentra en la carta que le dirige a Meneceo. Es como si tuviera consciencia de todo el manoseo que los siglos harán de sus ideas. Parte de esta epístola dice:

“El acostumbrarnos, pues, a comidas simples y nada magníficas es conducente para la salud…Así, cuando decimos que el deleite es el fin, no queremos entender  los deleites de los lujuriosos y derramados, y los que consisten en fruición, como se figuraran algunos, ignorantes de nuestra doctrina o contrarios a ella, o bien que la entendieron siniestramente, sino que unimos en no padecer  dolor en el cuerpo con el estar tranquilos en el ánimo. No son los convites y banquetes, no la fruición de muchachos y mujeres, no el sabor de los pescados y de los otros manjares  que tributa una mesa magnifica quien produce la vida suave, sino un sobrio raciocinio…”
Diógenes

“Diógenes Laercio (en griego, Διογένης Λαέρτιος) fue un importante historiador griego de filosofía clásica que, se cree, nació en el siglo III d.C, durante el reinado de Alejandro Severo. Se le considera un gran doxógrafo, esto es, un autor que, sin una filosofía original, recoge por escrito la biografía, vicisitudes, anécdotas, opiniones (doxai) y teorías de otros, a los que considera ilustres.”


















  

HEGEL Y EL INDIVIDUO PERDIDO ENTRE CULTURAS


Hay fuerzas misteriosas que mueven a este mundo, dice un personaje de Graham Greene. Pero no se refiere a cuestiones metafísicas sino culturales.

En las actividades de cada día, al caminar por las calles de la ciudad, el individuo se encuentra con señales comerciales y culturales de toda índole  y de ellas pocas son las que entiende. Hay sobre información procedente de muchas partes. Le son familiares pero sólo como imagen.
Hegel

Vamos por una calle de Paris, Francia, y es mayormente el ámbito de la cultura occidental. Pero ésta es tan diversa en conceptos que el hombre común apenas tiene barruntos de lo que se trata.

El hombre que puede moverse en el horizonte de la cultura, laica o de la religión, queda abrumado por la riqueza y diversidad que esta sola cultura ofrece.

Si caminamos por una calle de México el asunto (podríamos decir tarea o problema) es doblemente complicado. Ahora nos movemos entre señales de dos grande culturas que son la original mesoamericana y la adoptada occidental. Entre el Día de Muertos y el Halloween, entre  Mictlán y el Infierno. Entre Netzahualcóyotl, Goethe y Emerson.

No hay hombres internacionales en la realidad, sólo en la teoría.  Todos sueñan con su parcela de tierra y su pedazo de firmamento  que los vio nacer. México es un país cosmopolita en parte porque en algunas épocas ha abierto sus puertas a los perseguidos del mundo.
Nueva York. Muchos símbolos que vemos pero no penetramos.

Los revolucionarios que toman el camino del exilio sólo esperan que el cambie el gobierno, y se dé una amnistía, para apresurarse a regresar. Salvo en los casos de haber echado raíces familiares, se quedan “acá” o “allá”.

En México  la bibliografía del éxodo, del trauma del destierro, etc., es extensa. La existencia de las “colonias” y los “panteones “en la ciudad es una añoranza de la patria que dejaron. El panteón francés, el panteón inglés, el panteón español. Las tumbas del panteón inglés, de Real del Monte, Hidalgo, están orientadas hacia Inglaterra. La colonia judía, la colonia guatemalteca...   Wahl explica a Hegel en la parte correspondiente a este tema:

“El mismo espíritu, en relación con el cual tienen su realidad mis particulares sentimientos, sólo existe porque está en relación con la cultura de que formo parte, con los libros que he leído, en realidad con la labor que ejecuto, con mi función y mi profesión; y esto sólo tiene a su vez  cualidad porque hay un Estado del que formo parte.”
 
Paseo de la Reforma,México.Más símbolos.
En la  occidental sólo los de formación filosófica pueden tener un panorama general. Y de la mesoamericana los antropólogos.

¿Pero el hombre de la calle, o bien los de   formación científico-tecnológica? Y estamos hablando tal vez  de las nueve décimas  partes de la población total del planeta. Es la que camina entre símbolos que conoce sólo de vista. Pertenece sólo románticamente pero no de manera consciente. No se puede amar algo que se desconoce, dice el lugar común.


Las ciudades no entregan tan fácilmente el secreto de sus símbolos.  Esta estatua de Miguel Hidalgo está ubicada en la Plaza Hidalgo de Coyoacán, Ciudad de México.Se encuentra alzando el puño en dirección al templo de San Juan Bautista.
Una preferencia política gusta de creer que es en contra de la Iglesia, por aquel episodio de su juicio cuando el gobierno colonial español lo tomó prisionero. 
En realidad es contra España, pero no la España católica, sino la España invadida en esos días por el ejercito de Napoleón y los principios ideológicos que iba esparciendo emanados de la Revolución Francesa.

Estamos hablando de una población mundial que camina casi perdida entre símbolos. El individuo que se cree muy seguro del lugar al que pertenece, pero que desconoce, va en realidad camino de un eclecticismo disolvente. En el mejor de los casos hará como el que se encuentra frente a mil sabrosos pasteles y sólo debe escoge  uno. Ese es el camino de las abstracciones culturales y religiosas. Sin vitaminas culturales propias lo 
que primero le salga al paso puede engullirlo.

Jean Wahl nos recuerda que Hegel ya ha recorrido estos temas culturales de los pueblos. En el Capítulo III de su gran obra Introducción a la filosofía, Wahl dice:

“Pero si se toma por meta el integrarse  en las obras de otros, en la contemplación de obras de arte, puede la excesiva riqueza  adquirida por semejantes medios tener  por consecuencia  el nulificar  en cierto sentido la personalidad.”
 
Jean Wahl
Jean Wahl nació en Marsella, en  1888. Falleció en París en 1974. Filósofo francés. Tras ejercer como profesor en EE UU, regresó a Francia (1945) para enseñar en la Sorbona y fundó el Colegio Filosófico de París. Es recordado, sobre todo, por su estudio sobre La desdicha de la conciencia en la filosofía de Hegel (1929). Otras obras a destacar son, entre otros títulos, Filosofías   pluralistas de Inglaterra y América (1920), Hacia lo concreto (1932) e Introducción a la filosofía (1948).







GRAHAM GREENE, VIAJES CON MI TIA, NOVELA

VIAJES CON MI TÍA

Graham Greene

Una novela de ritmo suave, muy a lo Greene, que dice cosas inmorales a través de un sobrino que relata los viajes con su tía Augusta.

Tía augusta es una anciana que lleva una vida de trapacería, encubiertas de la manera más hábil con el recurso de “penetrar”, como ahora se dice, a cuanta autoridad civil, militar y diplomática faciliten sus “negocios”.

En Europa eso se dificulta por los cuerpos policiacos, no inmunes pero sí con un prestigio de corporación que cuidar. Es cuando ella y sus “compañeros  de empresa” y sentimentales, se trasladan al sur de América. Aquí organizan reuniones  caseras con invitados, “al más alto nivel”, como embajadores y jefes de policía. Entre risas, brindis y platillos de carne asada, van tejiéndose los “negocios”.

Otros negocios son negocios sin comillas. Operaciones licitas de compra y venta, si bien, con una visión envidiable de mercadotecnia. En el sur del continente todo mundo toma mate (se considera que al año se consumen más de 500,000 toneladas). La cosa es convencer a la gente que no la beba a través de la  tradicional “bombilla”, o cañita metálica, sino que lo haga con pajitas (lo que en México se llaman “popotes”).

Se ha hecho pasar subrepticiamente dos millones de pajitas por el Canal de Panamá y ahora están a la disposición de ofrecerlas al público a mitad de precio. Negocio redondo que dejará  mucho dinero para el”grupo de inversionistas”. Pero, ¿quién va  a querer tomar mate en pajitas de plástico?

Es cuando vemos al grupo   buscar la manera de inventar una necesidad en la gente. Antes el mundo marchaba bien sin teléfono celular, ¿no es cierto?

 Los norteamericanos habían llegado a la Luna, la madre Teresa de Calcuta refrendaba el espíritu Franciscano y ya antes Schopenhauer había escrito la Cuádruple raíz del principio  de razón suficiente.

   ¿Puede en la actualidad alguien pensar en un mundo sin celular, y no corra el riesgo que lo encierre en un manicomio?

 Scheler explica  la ruta que sigue el trienio lujo-necesidad-carencia. Anhelo algo que no me es indispensable,básico. Conseguido el lujo se me vuelve una necesidad y, de no poder obtenerlo, la mercadotecnia me lo presenta como carencia:

"Todos los días estamos viendo con nuestros ojos cómo ciertas cosas que primeramente sirven tan sólo de lujo,es decir, para el goce de lo agradable en ellas incluido,se tornan, como cosa y como cosas de esa especie, en "necesidad", y luego ya no sólo  experimentamos su existencia como placentera,sino que también sentimos su no existencia como dolorosa y como "una falta". (Max Scheler,Ética,capítulo segundo)


Ya no se trata  sólo de beber mate con pajitas sino también refrescos y cerveza. Hay que convencer a la gente que tomar cerveza con pajitas emborracha más. Paso número uno. Paso número dos: convencer a la policía que prohíba el uso de las pajitas. De esta manera el público buscará conseguir pajitas a cualquier precio…

Habrá tanto dinero que hasta se podrá fundar un instituto de investigación médica que, a la vez, desautorice el uso de las pajitas y más se venderán. Nunca falta la  gente que  busca lo prohibido. Quiere ser heterodoxa, no ortodoxa. De alguna manera nosotros abanderaremos ese espíritu de rebeldía. Acabarán comprando las prohibidas pajitas.

Hay que poner a trabajar en nuestro benéfico a los virus patógenos. Antes tomaban  agua de los arroyos o de la llave casera. Pagaban al gobierno cinco pesos por diez mil litros, ahora pagan cinco pesos por un litro embotellado…

¿Y si la población católica persiste en seguir tomando su mate de la manera tradicional, con su vieja cañita metálica. No hay que descuidar el hecho que esos países son católicos, en su gran mayoría, y pueden dar al traste con nuestro negocio.

Hombre, hay que pensar en los marineros y turistas  norteamericanos. Pero estos pueden ser protestantes, dice otro. Un tercero contesta: “Entonces les daremos pruebas médicas. Es la forma moderna de la leyenda. Los efectos tóxicos  del alcohol ingerido a través de una pajita. El doctor Rodríguez me ayudará. Las estadísticas del cáncer de hígado. Imagínese si convencemos al gobierno de panamá  de que prohíba la venta de pajitas con bebidas alcohólicas. Las pajitas se venderán clandestinamente. La  demanda será extraordinaria. Un peligro remoto es una atracción inmensa. Con las ganancias fundaría el Instituto de Investigaciones Visconti…”

Otro negocio lícito lo lleva a cabo O´Toole, otro personaje involucrado de alguna manera  con el grupo de la tía Augusta. Este puso a trabajar su próstata para incrementar su cuenta bancaria. O’Toole se la pasaba registrando sus micciones. Cada vez que iba a orinar se fijaba en la cantidad de segundos que tardaba, en la hora, la temperatura del día, la estación del año y lo que había bebido, si era cosa diurética y al final anotaba su edad, esa cantidad  la sumaba por las veces que visitaba el mingitorio al día, luego por el mes y por  el año, después la multiplicaba por cinco años. Creía que era una información valiosa que pensaba ofrecer al urólogo.

A toda esa clase de “negocios” se dedicaba la tía Augusta con su grupo de hombres de empresa. Desde su juventud lo hacía y sigue haciéndolo ya anciana.

La tía Augusta  tiene un secreto de familia. Henry Pulling, su sobrino que es el alter ego de Graham Greene y relata los hechos en primera persona, no conoció a su mamá, sólo a su madrastra que viene siendo su tía, hermana de la tía Augusta.

Cuando su tía-madrastra fallece, es cuando la tía Augusta aparece en la vida de Henry y de la que en toda su existencia, casi cincuenta años de edad, poco sabía de ella.

La tía Augusta empieza a meter a su sobrino Henry a sus “negocios” de manera tan discreta que él pobre Henry apenas se da cuenta.

Al final Henry descubre que la tía Augusta es en realidad su madre. Pero ya es tarde. Soltero y algo viejo, Henry sufre de soledad y no pone reparos en adherirse al grupo de “hombres de negocios” de la tía Augusta. Además, le dijo la tía Augusta, tú nos servirías muy bien con tus conocimientos de la banca. En efecto, Henry es a la sazón jubilado como empleado de banco en el que laboró durante treinta años y, como dice el dicho, se las sabe de todas, todas.

Henry Pulling pudo haber sido diferente pero no tenía reservas culturales suficientes. Su padre, ya fallecido, tenía lecturas tan limitadas que sólo se componían de un solo autor. Y en la casa de su madrastra-tía las conversaciones no daban para mucho. Recuerda:

“Su conversación era como una revista norteamericana, donde hay que seguirle la pista a un relato saltándole de la página veinte a la página noventa y ocho, pasando por entre toda clase de temas: delincuencia infantil, nuevas recetas para cocteles, la vida amorosa de una estrella de cine y otro relato completamente distinto del que ha sido bruscamente interrumpido.”

Graham Greene

“Escritor, crítico y dramaturgo inglés, Graham Greene fue uno de los más conocidos escritores anglosajones del siglo XX, recibiendo tanto alabanzas por parte de la crítica como del público en general. Comenzó a escribir todavía en la universidad -poesía, sin demasiado éxito- y pasó a trabajar para The Times. Su primera novela, Historia de una cobardía, salió a la luz en 1929 y su éxito le permitió dedicarse a la literatura a tiempo completo.”


CHESTERTON EN BUSCA DEL PITECÁNTROPO


El hombre eterno
G. K. Chesterton
Editorial Porrúa, Serie Sepan Cuantos…México,Núm.490, 2007

Es el eslabón perdido porque, dice, no es que esté perdido sino que no existe.

Podemos imaginar que se trata de un ejercicio intelectual el que nos propone Chesterton, de un repaso de teorías. La creacionista y la evolucionista. En la primera todo empieza como una escultura terminada en la que ya no hay que devastar el bloque de mármol.

En la evolucionista nos encontramos en el campo de la fenomenología, la causa y el efecto, el eterno devenir aristotélico, donde no hay principio ni fin porque el devenir es hacia adelante y hacia atrás, donde un efecto viene de una causa que antes también era efecto de otra causa. Así, hasta el infinito pretérito y futuro. Haciendo y deshaciendo experimentos para, creemos, mejorar…

Lo anterior son dos modos de decir. En la filosofía positiva el individuo dice esa idea o esa cosa me gusta, el método negativo dice eso no me gusta. El método que escoja sirve para autodefinirse.

Tan sencillo como decir me gusta vestir de traje y el otro pues a mí me gusta vestir de mezclilla.

Chesterton parece escoger el método negativo al considerar, con escepticismo, una serie de paradigmas que la ciencia da por asentadas como algo inobjetable: el hombre viene del mono. Él dice: eso es una fantasía que carece de pruebas suficientes.
El golpeador Hombre de Cro Magnon

Es la vieja tentación de querer explicar (¿objetar?) lo subjetivo desde lo objetivo y viceversa. O, dicho en otras palabras, ganas de meterse con el modo de pensar del vecino.

Hay conciencia que  el tema de los  huesos viejos, en el caso del prehumano,  es más polémico que el de las religiones,  la política y el futbol.

Todos buscan el eslabón perdido. Chesterton dice que sigue perdido, por más ADN que se busque en los fragmentos de huesos de la Reina Africana…

La idea del desarrollo humano se basa en una serie de fragmentos de huesos que sugieren  una evolución pero:”no existen ni los más leves  indicios de que la inteligencia humana se haya formado por evolución natural. En el sentido científico más estricto, no sabemos nada de cómo se desarrolló. Existe una cadena rota de piedras y osamentas que sugiere  vagamente cierto desarrollo del cuerpo humano.”

Y agrega que el enfoque es más intelectual que biológico: “Para sugerirnos esa criatura intermedia, se han reunido unos cuantos huesos bastante sospechosos, porque esto conviene a cierta filosofía, pero nadie puede creer  que esto es suficiente para formular un aserto filosófico, que apoye lo que dice esa filosofía.”
Obra terminada desde el comienzo

En punto del comienzo del humano Chesterton coincide con el Popol Vuh: es creación y no evolución. Primero la teoría creacionista y después la teoría de adaptación al medio.

Por sobre la mirada de los evolucionistas Chesterton introduce la creación del arte: “El arte es patrimonio del hombre.”

La historia de la cueva de Altamira, en España, nos dice de un arte pictórico, el impresionista, del siglo diecinueve, que ya se había manifestado treinta mil años antes en ese lugar.

Naturalmente la modernidad no cree cuando gente de fe, como es Chesterton, dice que el hombre es como siempre fue. Pero la modernidad tampoco cree cuando filósofos ateos declarados, como Schopenhauer, aseguran que el hombre es como es  y nada lo puede cambiar, ni él mismo lo puede hacer, como no puede cambiar la forma de sus orejas. En todo caso la pedagogía y el bisturí pueden ayudar a descubrirse a sí mismo, por el método filosófico negativo, cómo él es, tratando de ser diferente.

Chesterton se asombra ante la audacia de algunos estudios científicos que empiezan con la afirmación respecto del hombre prehistórico que “vivían desnudos”. “Cómo, se pregunta, a partir de una quijada y unos molares, puede saber alguien que vivían desnudos?”

De la célula primordial, individual, a la célula central, que es la familia, el hombre parece no haber experimentado cambio o evolución, sino sólo adaptación al medio.

Se va a referir a las primeras grandes civilizaciones de Babilonia y Egipto y a la viejísima de China sin dejar de mencionar la tibetana. Con sus incipientes formas de sociedad impuestas por las glaciaciones y todo eso.

 Pero de aquel simio que se  nos presenta que   arrastraba por los cabellos a la hembra y en la otra mano una terrible macana para amedrentar a todos... Todo lo contrario, si pudieron construir, con los milenios,  a una civilizada y culta  Babilonia, y a un no menos refinado Egipto, y a una espiritual Lhasa, fue   gracias a su empatía. Empatía individual y empatía para lo social.

El argumento es que una evolución darwiniana necesita de millones de años. El contra argumento es que hace millones de años existe el mono y sería cosa de ver al menos grados marcados de evolución hacia el humano.

El   párrafo anterior parece sintetizar, una y otra vez, la caliente y  eterna polémica sustentada por ambas hipótesis, la ideal de Platón y la atómica de Parménides. Y de esto se han escrito tantos libros como para llenar la cuenca del  Mediterráneo. ”Cada uno arrima el ascua a su sardina”, escribe Chesterton.

Pero más importante que la trasformación esquelética, está la facultad creadora, aun con su aumento de la cavidad para la masa encefálica: “Cualquiera que sea la razón, es indudable que ciertas experiencias y ciertas emociones no franquean más que en el hombre  la frontera de la expresión creadora.”

Ciertamente el hombre escribió en piedra durante la época prehistórica y, a la par que en la computadora del siglo veintiuno, sigue escribiendo en piedra: “Si nuestros teóricos se tomasen  el trabajo de mirar a su alrededor, comprobarían que el hombre ha conservado el gusto de escribir en la piedra.”

En todo caso es propio de la ciencia el escepticismo, como actitud de dudar de los cánones establecidos por la religión y por la misma ciencia. Los paradigmas científicos son desplazados todos los días por otros paradigmas también científicos.

Pero no hay que asustarse con los iconoclastas. Nadie tiene que arrojarse ya  de la roca Tarpeya en la colina capitolina. La reflexión de Chesterton no asegura nada, sólo va   en el sentido de ser precavido ante las verdades absolutas de la ciencia fenomenológica:

“Es muy posible que el gran pasado mudo  encierre en su sima, inaccesible a nuestros sondeos, formas sociales tan civilizadas como rudas o feroces, mejores quizá de lo que un vano pueblo piensa hoy. Pero ¡cuánta prudencia y tacto se requieren para estas conjeturas.”


“Gilbert Keith Chesterton ['gɪlbət ki:θ 'ʧestətən] (Londres, 29 de mayo de 1874 - Beaconsfield, 14 de junio de 1936), escritor británico de inicios del siglo XX. Cultivó, entre otros géneros, el ensayo, la narración, la biografía, la lírica, el periodismo y el libro de viajes.”










 









Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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