La idea del alpinismo moderno




Todo fracaso en alpinismo es un gran logro.

Si estamos abiertos a aprender la lección.




Son los hitos en la montaña los que sirven de base al concepto de alpinismo moderno.
La conquista de la ruta de Los Murciélagos, Cerro Chiqiuhuite,D.F.México. Libro Alpinismo Mexicano, ECLALSA, 1972) La flechita señala la ubicación del escalador.



¿Alpinismo moderno o alpinismo contemporáneo?

El fondo de este tema es en realidad qué característica define el tipo de alpinismo. Hay dos prácticas de alpinismo. A) La que todos hacemos, que es el de repaso. Recorrer las rutas que otros antes abrieron. Ahí aprendemos, ahí conocemos nuestros límites, ahí perfeccionamos nuestra técnica y ahí maduramos en experiencia alpina. Pero, bien visto, hasta ahí no hemos aportado nada al alpinismo.

B) Es la etapa de la realización original, el abrir rutas nuevas. El alpinismo moderno se escribe en estos hitos, sin importar la distancia entre las fechas de los mismos.

Escalada solitaria en la norte de la Benito Ramírez,Macizo de Las Monjas, Chico, Hidalgo, México.En libre, sin cuerda y con botas(documentada en el libro Alpinismo Mexicano ECLALSA, México,1972 ).


Ponemos, por ejemplo y al azar, algunos nombres que conforman el alpinismo moderno: Fraile de Actopan, Hidalgo México,1934,Enrique Elizaga- Matterhorn, 1865 por E, Whymper-Norte del Materhorn,1931 por los hermanos Schmid- Ogro,1938 por Heckmair-Grandes Jorasses,1935 por Peters y Meier-Popocatépetl,1287 por Chalchihuitzin-Norte (directa) del Abanico, Popocatepetl),1956,Martínez y Hernández-Norte de la Benito Ramírez, 1952 (Chico Hidalgo, Macizo de Las Monjas), por Raúl Revilla, etc.

Lejos de ser una idea exótica, la explicación es sencilla. Mientras no hay nuevas rutas, en la montaña, no se mueve el devenir alpino. Todo está estancado.

La confusión se origina en la utilización del concepto.

Es correcto decir "alpinismo contemporáneo" para designar lo que sucede dentro de una generación.  Hay modernidad en un modo en el vestir o en un nuevo color en el arnés para rappel o un nuevo ascender o una boina de nuevo estilo. Pero nada de eso cuenta para hacer que la historia se mueva.

¿Qué podría indicar de diferente una ascensión alpina al Popocatépetl, en el siglo diecinueve,digamos por la ruta de Las Cruces,por otra realizada en el siglo veintiuno,por las mismas Cruces? Nada, sólo el tiempo objetivo,que es de la Mecánica.

Antes subían con suéter y encima un saco de vestir y ahora un anorak de plumas.Todo sigue dentro de la fenomenología.

El alpinismo moderno, en cambio,contiene el acto de voluntad de la innovación.Y este acto de la voluntad es esencial,vital,es decir,fuera del fenómeno.Pertenece al tiempo vital.

 Al alpinismo moderno lo representa un estructura vital, una coetaneidad, no una sucesión de automatismo matemático generacional.

El alpinismo moderno es al estilo del conocimiento al que Kant se refiere.Ir más allá de lo ya conocido: "El conocimiento no es un enunciar sin sentido,o de puras palabras, sino que es una serie de afirmaciones,cada una de las cuales añade positivamente un nuevo saber objetivo,un nuevo conocer objetivo a los que antes habían sido alcanzados." (Crítica de la razón pura)

Es bello subir por donde otros se nos adelantaron.Nosotros hemos ascendido por rutas abiertas mucho antes que naciéramos.Ahí aprendimos a escalar.Ahí conocimos nuestras potencialidades. Varias veces la norte de la pared Benito Ramírez o la norte de la Rosendo de la Peña, ambas rutas en el Circo del Crestón,arriba de Chico,Hidalgo, México.

Pero si se quiere incurrir en el alpinismo moderno,no hay otra que agarrar la cuerda y el martillo y subir por donde nadie antes lo ha hecho.

A eso se reducen las categorías de alpinismo contemporáneo y al alpinismo moderno.

Los mismo vale para el aspecto intelectual del alpinismo. Ya en los libros de técnica alpina, en novelas, en poesía, historia, etc.

Aprendimos mucho del libro de Máximo V. Wada, La Técnica del cable en la escalada,  de  Ernesto Mallafré, Escalada y de las bellas novelas de Roger Frisón Roché, de Saint Loup... Estamos en la practica A) señalada más arriba.

Las nuevas generaciones de alpinistas, y andinistas, tienen la palabra para mover la historia hacia la etapa B.




Las Monjas, Chico, Hidalgo, México. Flanco norte.


Sólo los nuevos hitos en la montaña pueden garantizar que el devenir alpino deje su inmovilidad y otra vez avance. El concepto de alpinismo moderno, entonces, s e basa en  la apertura de nuevas rutas.

¿Escala de dificultades en la escalada?

No captan el objeto, crean el objeto.

Apresurémonos a decir que, en materia de alpinismo, las condiciones climatológicas y de altitud, de la región, son las que van a imponer las condiciones en las que al individuo le está permitido actuar.



Igual que en la playa andamos descalzos y casi desnudos y en el Polo Norte con botas y forrados hasta las orejas. Es la misma lógica.


José Méndez Tejeda, en la pared de Los Perros, Salazar,Edo. de México.Sube en libre, sin cuerda y con botas

Según la altitud, la temperatura le permitirá subir en tenis y camiseta o tendrá que llevar chamarra de plumas y botas. Va a depender de la altitud (m.s.n.m.) y la temperatura. Se podrá colgar de la saliente de un milímetro, por la consistencia del terreno, o bien, tendrá que hacer derroche de equilibrio en una roca erosionada por la denudación.



Un sexto grado pero ¿en qué altitud? Un diedro de cinco metros de elevación, a la altitud de 2 mil  metros, va a exigir otro modo a los 5 mil. Otra cantidad de oxigeno en la sangre (sobre todo), otra temperatura, otro equipo, otros vientos, otro estado de la roca, otra ropa, otro tipo de calzado. Esto nos llevaría a hacer una tabla de dificultad para los 2 mil, otra tabla para los 3 mil, otra tabla para los 4 mil otra tabla para los 5 mil…


Para mayor comprensión del asunto ponemos una analogía: pregunten a los atletas si es lo mismo correr en los 2 mil m. s.n.m de la ciudad de México que en los 4 mil m.s.n.m de la ladera norte del Nevado de Toluca.



Otras cuestiones son también definitivas, como las que van a estar influenciadas fuertemente por modos tales como la distancia, en la que se desarrolle la ascensión, con respecto a la ubicación de la presencia humana. No es lo mismo escalar en las rocas de ciudad universitaria, de la ciudad de México ( 20 grados centígrados y 2,200 m.s.n.m. y en el epicentro de miles de gentes, con servicios médicos de emergencia, a sólo cinco minutos de distancia), que en los solitarios parajes de las rocas próximas al albergue del Teotl, norte de la montaña Iztaccihuatl, 10 grados bajo cero, 12 kilómetros de distancia bosques arriba y más de 2 mil metros de desnivel.



Y, lo subjetivo del asunto:

-Este paso que acabamos de superar es de un 5.8

-No hermano, yo creo que es de un 6.9

-A mí me pareció de un 3.7

Todo se reduce a una falla en la consideración de origen: no captan el objeto, crean el objeto.

Humano, según Aristóteles

¿Un asesino serial es humano? Para Derechos Humanos sí.

Para la religión espiritual, el cristianismo, que vendría cinco siglos después de Aristóteles, también. Todo ser, hombre y mujer, es un humano e hijo de Dios como cualquiera, sea sabio, ignorante, pícaro, santo, pobre, rico, sano, enfermo… Derechos Humanos es una institución humana mediante la cual podemos comprender mejor el modelo divino  mencionado.

Tanto en el cristianismo como en Derechos Humanos todos son humanos. Al estilo de un maratón donde todos los corredores participantes reciben una medalla, así sea el último que llegue a la meta. Por el “solo” hecho de nacer, ya es humano.

Para Aristóteles, en cambio,  ser humano es una categoría que debe ganarse. Igual que s e obtiene un certificado  que lo acredite como carpintero en una escuela técnica o un título en la universidad.

Aristóteles
Las dos cuestiones que tiene que librar el individuo, para considerase humano, son inteligencia y moralidad: “La personalidad humana parece depender, a un grado sin duda excesivo, del desarrollo de la inteligencia y de la moralidad”, anota Gosselin, uno de sus biógrafos, en su obra Aristóteles.

Para no escaparse por la tangente, con uno de los mil argumentos, respecto ¿qué es la virtud? Aristóteles quiere ser preciso en la definición y no dejar cabos sueltos.  Dice que el virtuoso es el que ha sabido dar a su voluntad, y a sus gustos, un valor “que la haga conforme al bien universal de la naturaleza razonable.”

Cualquier lector de esta nota, con información, sabe que en este punto se abre todo un mundo de interrogantes que hicieron llenar a Sócrates-Platón varios libros. La inteligencia s e desarrolla, para eso vamos a la escuela. El problema es  con la virtud. Regresa la pregunta que hizo el viejo Sócrates: ¿Por qué Pericles no pudo enseñar a sus hijos a ser grandes como él lo fue?

Ahora sabemos que ni Jesús pudo hacer a su semejanza a sus primeros apóstoles. Esta tarea se la dejó a una instancia ilógica, extra intelectual, es decir, fuera de la causalidad: el Espíritu Santo.

Como sea, nuestro mundo moderno tiene una apreciación que cuestiona, al igual que lo hizo Aristóteles, que cualquier individuo constructor de ciudades, puede considerase como humano. Ante los asesinos seriales, los tratantes de personas, los estafadores, los agiotistas, los explotadores de trabajadores, etc. salta la expresión que alguna vez hemos dicho: ¡eso es inhumano!”. Es decir, o parece que  queremos decir, que  no todos, él o la, que así actúan, pertenecen a la humanidad. Para ello es preciso que viva “conforme al bien universal de la naturaleza razonable”.

Novela de N. Hawthorne: La letra escarlata

La letra escarlata es un estigma.

De manera obligatoria deberá llevarse bordada en la ropa, a la altura del corazón, cuándo se ha cometido una falta contra las costumbres morales del Boston de los primeros siglos. Es una sociedad cristiana que  busca a toda costa vivir en la pureza, no en el amor en Cristo.

Nigromancia era el cargo que la sociedad de Boston hacía en esa época a todo aquel que no seguía las reglas del puritanismo religioso. Por lo general los sospechosos de  de practicar ritos nocturnos y en medio de la selva, acabaron en el cadalso. Aunque había el rumor que acababan en el cadalso no por tener relaciones con el Malo, sino para silenciar y no revelar nombres de individuos licenciosos que pasaban por respetables.

Tanto Platón como Aristóteles, aun en tiempos  considerados como paganos, cuando lo que se perseguía era el paradigma de la virtud, al tratar  el asunto de la conducta cívica, para el gobierno de su utópica ciudad, ya habían considerado como imposible el advenimiento de una virtud perfecta. Los puritanos de nuestro relato consideraron que sí era posible esa virtud perfecta y cayeron en la deformación.

Con pulsiones naturales imposibles de ignorar, la sociedad quería realmente vivir en la pureza. Para tal efecto las costumbres eran sobrias en su manera de hablar y de vestir. No reían y su ropa era de “color” negro. Sombrero alto negro y barba negra. Sólo reían y se permitía caminar despreocupadamente cuando en la ciudad había cambio de autoridades civiles.  En esta ocasión hasta s e mezclaban en la plaza con los marineros y gente así considerada de moral relajada.


El autor utiliza el recurso literario de retrospectiva, o flashback, un poco al estilo de la novela policiaca, donde la acción de los personajes va  saliendo a la luz casi hasta el final de la obra. Recuerda a Faulkner.


Traumática para el individuo es una sociedad laica sin ética y carente de moral,  tanto como un mundo religiosos tan fanático que emplee el cadalso para sancionar la conducta. Este es un punto  delicado que se ha politizado durante siglos. Los cristianismos ortodoxo y liberales han tenido cada uno de ellos la presencia real, histórica, conocidas como “inquisición”, con sus instrumentos  de tortura tan crueles unos como los otros.

En el fondo era un camino de control para que el protestantismo no entrara a los países católicos y, al revés, para que el catolicismo no penetrara, o bien fuera erradicado, en los países protestantes. Lo que se buscaba, detrás de la mampara religiosa, era defender sus intereses políticos y comerciales. Las terribles anatemas que conoce la historia son versiones candorosas para gente carente de información histórica. O, como escribiera Nietzsche, un puro periodismo para entretener las lecturas dominicales  de los jubilados. Se han escrito mil libros respecto de este tema pero en realidad no eran más que el equivalente, en las leyes civiles, que las policías secretas tratando de cortarle el camino al enemigo.

En La Letra Escarlata no es ese el leit motiv. Es el cadalso que se alza realmente, en la ciudad de Boston, Massachusetts, Nueva Inglaterra, por una sociedad puritana para castigar  a uno de los suyos. A una mujer, de su misma religión, que ha cometido una falta de infidelidad. Ella se llama Hester  Prynne y él, Arturo Dimmesdale.

Sólo que Arturo es un brillante ministro de esa comunidad y es tenido a la par de excelente orador religioso, casi como un santo. En los países católicos cuando un sacerdote, católico, comete una falta, es señalado sin piedad por los seglares, haciendo mucho ruido político. En los países protestantes un ministro que cae en falta es también señalado, pero sólo por su propia comunidad religiosa. Y, en los tiempos que transcurre nuestro relato, hasta el cadalso  pendía sobre su cabeza.

El esposo de Hester  es un hombre anciano. Su papel  en   la novela  es tremendamente contradictorio. No nos es posible vislumbrar siquiera si el tribunal celeste lo envió al infierno o le abrió las puertas del paraíso.

Conoce la infidelidad de su esposa y sabe quién es el seductor. Mantiene el asunto en secreto y lo utiliza para manipular de manera perversa a los dos amantes. Hasta el extremo de destruirlos. Amantes ocasionales, por  cierto. Se aman pero quedaron tan aterrados de lo que habían hecho que no vuelven a encontrase en ese terreno.

El ministro Dimmesdale acaba aniquilado por el remordimiento. Como se ha dicho, ama a Hester pero es un hombre de religión, genuinamente espiritual, que no sabe cómo encontrar la clave del enigma. Y muere.

Hester debe llevar, durante siete años, impuesta por la autoridad, la letra escarlata, prendida en su ropa, a la vista de todos. Se encuentran y deciden marchar  y empezar una nueva vida, lejos de los fanatismos. Pero para él ya es tarde.

 Al final el esposo de Hester, Rogerio Chillingworth, también muere. Pero deja una cuantiosa fortuna a Perla, que así se llama la hija, producto de la infidelidad. Perla, ya crecida, s e va a vivir a Inglaterra, de donde sus padres habían huido debido al fanatismo religioso de la metrópoli, pero que ahora le parece a la hija  que, en materia de religión, aquí soplan vientos frescos, en comparación con Boston.

Asimismo, Hester Prynne, vive sola sus últimos años, en Boston, beneficiada, de alguna manera, por la herencia de su anciano y tortuoso marido…

Aristóteles y el gobierno estable de la ciudad

Aristóteles

Aristóteles
M. D. Roland-Gosselin
Editorial America
México
1943

El hombre fuerte va a llegar si la sociedad no se organiza debidamente y lleva en orden los asuntos de la ciudad. La ciudad s e inventó para el estudio, el trabajo digno (bien pagado y con prestaciones), el alimentarse, la expresión libre, el esparcimiento, el orden y la seguridad. Si el gobierno falla, llega el caos. Existirán las condiciones para que alguien, desde dentro o desde fuera, provoque el caos. Entonces, ricos y pobres, llorarán su perdida libertad.

Hay que decir que en tiempos de Aristóteles una ciudad se componía de unos cuantos miles de individuos “fijos”. Eran las ciudades- estado. Decía el filósofo  una cifra, de una mega ciudad,  que tal vez nunca se llegaría a alcanzar y eran necesarios evitar a toda costa llegar a ella:   cien mil. Cien mil sería su fantástica mega ciudad.  Las megas ciudades del siglo veintiuno, como las de Japón, Estados Unidos, Brasil y México, jamás pasaron por su mente. Sin embargo, el principio por él mencionado, para el gobierno de la misma, parece que ahora es tan necesario como entonces.

Menciona varias incongruencias como fuente de inconformidad. A los obreros s e les exige todo y a los políticos nada: “Sócrates tenía razón cuando deploraba  la incompetencia  de los que se mezclan en los negocios públicos sin preparación, en tanto que el menor de los obreros  tiene que aprender su oficio si quiere triunfar.”

En tiempos del filósofo lo que se estilaba era la monarquía pero, que al no cumplir con las necesidades de la gente, era un cuerpo en descomposición que tendía  a corromper todo: “El mejor gobierno, es decir, la monarquía, se transforma  entonces en el peor, que es la tiranía.”

La solución  para el filósofo era la clase media de la sociedad. Lejos de la  ambición de los ricos y lejos también de la ignorancia de los pobres. ¿Cómo erradicar la ignorancia en los pobres  y cómo mesurar la ambición de los ricos?:”Al debilitar los extremos,  obligándolos a apoyarse  en el centro para hacer valer sus reivindicaciones, se aseguraría al Estado la mayor estabilidad posible.”

Es probable que, de  esta idea de Aristóteles, el famoso “terminar medio aristotélico”, haya quedado desde entonces  la idea del “centro”. Todos quieren ocultar su extremo. Su extremo está en la declaración de principios de los partidos y de los sindicatos. Pero la declaración de principios muy  pocos la conocen. No la leen. Por eso en el discurso, tramposamente,   los partidos  dicen en la calle: “somos del centro-derecha” y los otros: “somos del centro-izquierda”.

La dictadura, el hombre fuerte, casi no se menciona en esta parte del trabajo de Gosselin. Pero está omnipresente. Esperando que algún extremo, ya en el poder, se revele tal cual es y caiga en la desmesura. Será el tiempo que todos empezarán a añorar su perdida libertad.

Ovidio y la leyenda de (Hécuba) La Llorona

Coatlicue (Museo Nacional de  Antroplogía e Historia, ciudad de México)
Las metamorfosis
Plubio Ovidio Nasón
Editorial Juventud, S.A.
Barcelona
2002

Mucho pueblos tiene la leyenda que consiste en  escuchar un grito de mujer, prolongado, como lamento, que vaga  entre la noche. Tan real y lastimoso que espanta a los más templados.

 Hasta donde conocemos, este primer grito lo lanzó Hécuba, la reina de Troya, cuando los griegos destruyeron  la ciudad y ella era arrastrada por los cabellos  y llevada  como esclava. El relato se encuentra en el Libro XIII de Las Metamorfosis, de Ovidio.

Hécuba tuvo de Príamo una abundante descendencia que según las fuentes va desde los 14 hijos que le da Apolodoro a los 50 que propone Eurípides, pasando por los 19 de la tradición más extendida. De sus hijos los más famosos son Héctor, Paris, Casandra, Héleno, Políxena y Troilo.

Sigue diciendo Ovidio: “La infeliz esposa de Príamo, después de haberlo perdido todo, pierde la forma humana y, con un nuevo ladrido, llena de espanto los aires extranjeros. Ahí donde el Helesponto queda encerrado en un largo trecho.” Se le asociará en adelante sobre todo en lugares con agua como  ríos, lagunas, mar, pozos…

En México el primer grito lo lanzó una mujer, a la que desde entonces s e le conoce como “La Llorona”. Se le atribuye a Coatlicue, la de la falda de serpientes, diosa  madre de los dioses y de los mexicanos, síntesis de sabiduría, de la vida y de la muerte. Situado su monumento en la esquina sureste del  “Zócalo”, de la ciudad capital, fue derribada por españoles y tlaxcaltecas cuando la toma del coatepantli azteca (baja muralla que rodeaba el centro ceremonial  de la ciudad lacustre), en 1521.

El nombre de “mexicanos” es un gentilicio aplicable a los habitantes nacidos  en  la nación mexicana, desde la independencia del poder español, en el siglo diecinueve. Pero en realidad es el nombre propio de una etnia, los mexica, que es lo mismo que aztecas.  Se dice que en el país hay más de cincuenta etnias con sus nombres propios como huicholes, coras, tarahumaras, etcétera que en lo general se llaman “mexicanos”. Esto en reconocimiento de la sobre humana   defensa que en el siglo dieciséis  hicieron los mexica frente al invasor extranjero.

La aclaración anterior  corresponde a  que Coatlicue es escuchada sólo por los auténticos descendientes de aztecas, no por cualquier “mexicano”. Y menos, se comprende, por mexicanos de ascendencia europea o extranjera. Ellos tienen, como es natural, otros mitos y otras leyendas. O bien otras creencias, del pensamiento lógico, lejos de la  magia.

En ese momento, dice la leyenda, se elevó el lastimoso grito de Coatlicue que lloraba por la suerte que les esperaba a sus hijos. El grande y espléndido monolito de Coatlicue fue descubierto  y desenterrado varis siglos más tarde (siglo dieciocho) de su derrumbamiento, cerca de los restos de los monumentos del coatepantli  y rodeada de huesos de los que cayeron defendiendo a México-Tenochtitlán.

Ya consumada la conquista española,  Coatlicue experimentó una sublimación que la convirtió en una diosa-madre, protectora de todos los mexicanos. La mencionada sublimación siguió la ruta de Coatlicue-Tonantzin-Guadalupe. El clero católico suprimió los dos primeros nombres, los de origen mexica, y le puso uno traído de España: Guadalupe.

Esta leyenda, de La llorona, , original de Troya, se ha utilizado o adaptado en las crónicas, el teatro, el cine y la literatura y en la conseja popular, de todos  los tiempos. Ya como madre terrible, al estilo de Medea (que por celos con su esposo es capaz de matar a sus hijos y enseguida gritar llena de dolor).

Pero también, cerrando el círculo, como en el caso de Coatlicue, esos pueblos tienen, de manera central, para todo el país, como Tonantzin-Guadalupe en México, y a la vez regional, o estatal, una diosa, o santa o virgen celestial, con otro nombre y otra representación, que, de manera amorosa, vela por sus hijos.

Los españoles y sus indios aliados, en el siglo dieciséis, destruyeron el coatepantli de México-Tenochtitlán. Se da por hecho que el último día de lucha, el 12 de octubre de 1521, murieron cuarenta mil individuos de ambos lados. En un tiempo que el combate era cuerpo a cuerpo. Excepto lo que se comprende  a  la   distancia de los arcabuces y cañones de los europeos y los que luchaban montados en sus caballos.

Es probable que esta cifra corresponda al estilo biblico donde se da a entender "mucha gente" pero no exactamente el número que se dice. 

Coatlicue, cuya monumental escultura  se erguía en la esquina sureste del coatepantli  de México-Tenochtitlán (hay una placa metálica en el suelo asfaltado que indica el lugar exacto), es derribada por españoles y tlaxcaltecas. En ese momento, dice la leyenda, se elevó el lastimoso grito de Coatlicue que lloraba por la suerte que les esperaba a sus hijos (los aztecas).

Aristóteles y el (problema) asunto de la libertad

Obra:Aristóteles
Autor:M.D.Roland-Gosselin
Editorial:América
México
 1943

Aristóteles
El tema de la libertad del humano, para Aristóteles, es un callejón sin salida. Tenemos libre albedrio para decidir pero ¿en verdad somos libres de decidir?

En la organización del trabajo de una fábrica el maestro cree que decide en su esfera de acción. Pero sólo  sigue el plan trazado por el gerente y éste observa los lineamientos de la junta directiva y ésta por los accionistas y los accionistas por las leyes del mercado nacional y éstas por el mercado  internacional….  En el terreno de la academia sería lo mismo: maestro que cree decidir sus clases, plan de estudios de la facultad, consejo académico, estándares internacionales de la calidad académica,  presupuesto universitario, necesidad del mercado…

 Aristóteles no quiere recurrir al cómodo expediente salvador del deus ex machina. Si esto hiciera sería un teólogo pero no un filósofo. Se afana por encontrar la respuesta en la esfera humana que es la de la causalidad.

El humano se encuentra inclinado al bien. Se da cuenta de ello por el malestar que vive cuando comete algo malo o indebido. Así pues, él pude escoger entre el bien y el mal. El problema empieza cuando Aristóteles s e pregunta ¿por qué me inclino al bien? Se cree libre de decidir pero ahora se siente entre dos presencias abstractas que lo jalonean: Se encuentra inclinado al bien pero, ¿por qué?:  ¿Y si algo o alguien lo está obligando al bien? ¿Es eso libertad? ”Y en la medida en que su temperamento  personal lo inclinaba al bien, ¿no se encontraba obligado  a elegirlo?”

Su inteligencia práctica del humano parece decirle que, a la luz de la razón, cada uno de nosotros puede escoger el bien o inclinarse por el vicio. Pero su inteligencia especulativa le dice que él, por su libre voluntad, se ha metido en problemas.

Ahora se pregunta que, si se encuentra  en esa situación, agradable, pero que a la vez detesta, ¿no será porque estaba inclinado al mal? ¿Quién o qué lo obliga al mal? Si esto es así todo parece un determinismo  como el   del maestro de la fábrica o  el del profesor del aula universitaria:” ya habituados al bien, y conociendo lo que es en verdad para nosotros, es difícil comprender  cómo una mala  disposición puede adueñarse de nosotros al grado de hacernos ignorar prácticamente  nuestro verdadero bien y hacernos escoger el mal”.

Se revela. Otra vez su inteligencia especulativa le hace ver que está libre de todo determinismo. Porque ahora sabe que tiene dos opciones.  Está equipado para ello. Pero se da cuenta  que, de todas maneras, algo puede estar fuera de su control. Puede ser virtuoso o puede ser vicioso. El decide. Como el padre que le da una moneada al hijo y le dice que se compre lo que él decida…

Aristóteles moralista en el País Sin Nombre

Obra: Aristóteles
Autor:M.D.Roland-Gosselin
Editorial: América
México
1943

 La pregunta es por qué tendríamos que leer a Aristóteles, un pensador tan antiguo. Ya cuando el imperio romano  su obra era vieja,  en sentido cronológico.

Aristóteles
Cuando después de  casi dos mil quinientos años, en pleno siglo veintiuno, se vive en  el  País Sin Nombre, donde al comprar un café te faltan cincuenta centavos en el cambio, donde hay cincuenta millones de trabajadores sin prestaciones, donde  no hay condiciones para que  veinte millones de jóvenes  pueden estudiar ni trabajar, donde hay diez mil contratos colectivos de trabajo de protección para el patrón, donde se abandonan los proyectos sociales pero no los presupuestos que los sustentan, donde dan más miedo los policías que los hampones, donde la trata de mujeres es una industria a pleno sol,  donde los trabajadores ganan dos sueldos mínimos al día y lo diputados y senadores ganan doscientos suelos mínimos al día, donde se precarizan sistemáticamente  las mensualidades a los jubilados y pensioandos, donde el vecino echa su basura en tu puerta…Entonces surge otra pregunta: ¿por qué se dejó de leer a Aristóteles?

En el siglo diecinueve Ralph Waldo Emerson escribió que la moral es la base de toda legislación. Un Estado puede haber logrado, hasta ese momento, la más perfecta ley general, o constitución, humanamente posible pero, sin moral que la sustente, es sólo basura que llena de letras muertas los volúmenes de la biblioteca de la Facultad de Leyes.

Aristóteles, el más lógico de la tríada con Sócrates y Platón, era un moralista. Gosselin, uno de sus biógrafos, dice: “Aristóteles no hubiera pertenecido al linaje filosófico de Sócrates y Platón sino hubiese concedido a la moral  una atención privilegiada.”

Es un mundo seglar, laico, que para los pelos de punta cuando se habla de moral porque se cree  que se pisa el terreno de las cuestiones abstractas. Aquí Gosselin sigue diciendo que la moral es cuestión practica: “la moral es ciencia practica. Estudia la acción humana no solamente para conocerla, sino para dirigirla  eficazmente.”

 La moral tiende al bien pero, ¿qué es el bien? Y Aristóteles responde: “Es dirigir por la razón toda nuestra vida…vayamos más lejos. Debe ser un bien que convenga a nuestra naturaleza  de hombres. No somos plantas ni simples animales. La planta y el animal tienen cada uno su naturaleza, Su bien, su perfección. Igualmente el hombre. Entonces, sabemos qué bien, qué perfección,  nos corresponde, si sabemos lo que somos.”

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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