Mural dedicado a Don Quijote en la Universidad Nacional Autónoma de México.


La Facultad de Veterinaria  tiene un monumento a la dialéctica protagonizada por la razón y la sinrazón. No se asusten. No es un pensamiento etílico o mescalinero. Estamos hablando de Sancho Panza y Don Quijote.

 En realidad es un mural revestido   con muchos cuadritos de porcelana estilo de la que se hace en Puebla, que llaman de Talavera. Cada cuadrito representa un escena de la novela de Miguel de Cervantes Saavedra. Ojalá que los trabajadores de la UNAM y todos se den una vuelta y la conozcan. Los que ya  leyeron esta obra  identificarán algunas escenas. Los que no, será un modo ameno para agarrar contacto con ella.

 Parece que la lectura de esta obra se dificulta a los mexicanos por varias causas. Lo correcto sería decir “por varios efectos”. Pero no se acostumbra decir el resultado antes del origen. Lo normal es decir “la causa y el efecto”. Y aquí la causa es que se trata de un autor español. Por razones históricas eso cuenta, aunque usted no lo crea. Casi estamos por apostar que primero leemos La Ilíada, La Eneida, La Divina comedia (y sus dos mil notas aclaratorias), o La Guerra y la Paz, que Don Quijote.

 No vamos a repetir el lugar común  de que el genio es universal y la cultura también es universal. Cervantes es español y España ha dado grandes hombres de letras y, a nuestro parecer, no hay porque diluir ese genio en “lo universal”. Como sea, el genio de Cervantes, en esta obra, no fue que creara dos personajes casi cómicos y que los echara a andar por los llanos de La Mancha y haber qué tanto se les ocurría hacer en el camino.

 Lo que hizo primero Cervantes es querer contar lo que los filósofos de todos los tiempos nos han contado. Que hay una razón y una sin razón.  Es decir, el fenómeno y el abstracto. La materia y la idea. Pero no escribió una historia de la filosofía o un ensayo para decirlo.  Escribió una novela en la que dos estrafalarios personajes van por tierras españolas diciendo y haciendo ocurrencias muy concretas o, muy a doc, con lo que el autor quería decir.

 El mural referido se localiza en la entrada principal de la Facultad. Es decir en la entrada oeste. Una placa contiene la explicación que este mural se encontraba originalmente en la Granja Porcina de Zapotitlán. Desde el 12 de marzo de 1998 está en este lugar de Ciudad Universitaria.

 Las manifestaciones del Humanismo están por todas partes de Ciudad Universitaria de la UNAM, plasmadas en sus murales  y esculturas. Pero de nada sirve que estén ahí sino nos detenemos a verlos. La placa referida dice: “La Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (de la Universidad Nacional Autónoma de México) la ubicó en este lugar para solaz  y memoria de su comunidad”. Lo menos que podemos hacer, ante tan generoso gesto, es visitar este mural. Y, viendo los cuadritos, a lo mejor nos animamos y leemos la novela.

Aristóteles VS Aristóteles

Aristóteles
Autor: M.D.Roland-Gosselin
Editorial América
México 1943

¿Pensamiento lógico o pensamiento ilógico? ¿O pensamiento lógico y también ilógico? En todo caso Aristóteles  es, en este asunto, no  la máquina de deducciones fenomenológicas a la que estamos acostumbrados a leer en él, sino alguien  tan humano como cualquier humano. Cuando su hijo adoptivo, Nicanor, está en peligro eleva sus ojos a Zeus y ruega por él.

 Estamos en el principio del  devenir con sello dialéctico.  Lo propicia el materialista convencido que alguna vez, de todos modos, entra a la Basílica de Guadalupe en México o a la de San Pedro en Roma. Y  el ferviente creyente que, de todas maneras, alguna vez tiene que pisar las baldosas del escepticismo.  San Agustín es uno de los más clásicos ejemplos de esa lucha entre la razón y la sin razón. Ese dudar es como la obra negra, el material en bruto, de la que se nutre la ciencia filosófica.

Aristóteles quiere ver al hombre integrado en la naturaleza.  Este esfuerzo intelectual ha trascendido los siglos. Dieciocho siglo más tarde a su tiempo, en el siglo trece, su presencia se dejaba sentir muy fuerte ya en plena Edad Media. Tal posición ideológica ha hecho pensar que en muchos aspectos va en contracorriente, con respecto a su maestro Platón, que veía más allá de la materia, la idea que animaba a esa materia.

Sin embargo en su biografía sobre Aristóteles, Gosselin opina que fue Aristóteles al que  se debe el término de “teología”. Alguien que estudia a Dios. Gosselin apunta: “Con mayor precisión, en su metafísica, reserva la apelación a los filósofos que tratan de conocer la naturaleza del ser divino…y, en efecto, a pesar de su preocupación por corregir la filosofía de su maestro reintegrando en la naturaleza al ser real, Aristóteles no deja de preguntarse sí, en un sentido que habría que precisar, no habría de retener algo de la enseñanza de Platón, y si más allá de las substancias corporales no habría que admitir también la existencia de substancias inmateriales. Y termina por concluir en su existencia.”

Al igual que otros grandes pensadores, como luego harían Schopenhauer, Nietzsche, Emerson, Aristóteles no puede salvarse de sus propias contradicciones que ya anotamos más arriba. Ese como remolino que hace el devenir de las tesis y las contratesis. Con frecuencia la gente se pregunta ¿qué haríamos con un solo modo de pensar? Aunque teóricamente este modo de pensar  fuera el non plus ultra.  Este mundo sería un gran manicomio. O como los marineros de la antigüedad que nada más comían  papas o patatas. Acabaríamos en el escorbuto cultural.

 La historia  tiene la respuesta. El pensamiento cristiano, la pura teología, se enseñoreo sobre todo de Europa central durante mil años. Y fueron los pensadores seglares, del siglo, laicos, con los teólogos cristianos por delante, que dieron una vuelta de timón y surgió el Humanismo, con su laicismo cultural por delante. Siempre, aun en plena Edad Media,  hubo filósofos pero en adelante ya se fue dando un cierto equilibrio en las corrientes de pensamiento racional y el abstracto. Y los hombres de letras, como Petrarca, empezaron a hurgar entre los viejos manuscritos de los monasterios. Fueron,junto con los árabes, los que desempolvaron las obras de los griegos de la antigüedad.

Hay tal armonía en el universo que  difícilmente puede dejarse su existencia  al azar. No sólo llega a aceptar ese primer motor al que se refiere Schopenhauer (La cuádruple raíz de razón suficiente) sino que es politeísta al hablar  en pluralde inteligencias más allá del fenómeno. Recuérdese que Aristóteles vivió en el tiempo de la democracia celeste, donde había tantos dioses como manifestaciones de la naturaleza:”A pesar de esto, no es dudoso que para él estas inteligencias estaba subordinadas a un pensamiento supremo cuya preeminencia absoluta se deja sentir en el universo entero”.

Aristóteles
Sin embargo este “pensamiento supremo”  no es el que van firmando decretos llenos de determinismo. Es la influencia de la perfección la que se  deja sentir. La que va marcando el camino a seguir para el que la quiera seguir. Igual que hablan los sociólogos de influencias negativas o positivas emanadas de un ambiente tal, así es como hace el Primer Viviente o la Primera Inteligencia o el Primer Pensamiento o como se le quiera llamar.

Aristóteles, creyente en el abstracto, es, sin embargo, el que hurga más profundamente, en su tiempo, sobre el fenómeno. O al revés, el autor de la Gran lógica, llegado el caso, ruega a Zeus por su hijo.

Aristóteles y la “Cuenca del polvo” en Estados Unidos en 1935

En pleno siglo veintiuno se eleva la temperatura local y global.se derriten los hielos en los polos, desaparecen los glaciares en las altas montañas y el mosquito Anofeles vuelve a emerger del pantano y nos regresa más agresiva la mortal fiebre del paludismo. Es hora de recordar a Aristóteles cuando dice que en la naturaleza hay lo que es y lo que no es. Pero, ojo, sobre todo lo que puede ser.

Para Aristóteles la naturaleza es como una meta inteligencia. No va a tonta y a locas dando tumbos. Un ejemplo, para dar avena, prepara todas las circunstancias como tierra, humedad, clima, etc. Quiere dar avena y lo que da es avena, no trigo. Cuando prepara para trigo da trigo, no da manzanas.
"La cuenca de polvo" de 1935

Se podría decir que la naturaleza empieza por el fin, por lo que quiere. Al estilo de un escalador que quiere subir a aquella montaña. Debe empezar por prepararse mental y físicamente, luego la mochila, los crampones, clavijas, nueces, mosquetones, piolet, víveres…Dice Aristóteles: “La causa final  es primera porque su eficiencia se deja sentir no sólo  sobre el efecto por producir, sino sobre las demás causas que concurren a la producción”.

 Los planes del humano tendrían que desarrollarse en esa perspectiva, tomando en cuenta la “intención” de la naturaleza, o plan o causalidad o como quiera llamársele.  Por necesidad,  ignorancia,  corrupción o  antropocentrismo, el humano con frecuencia hace oídos sordos a esta “intención”. Rechaza esa especie de animismo de la naturaleza. Es cuando llega el conflicto. Para mejor decir, el megaconflicto.

Desde el siglo diecinueve los gobiernos de Estados Unidos alertaron, entre su población, la idea de aprovechar las grandes extensiones hacia la costa este para la agricultura. Para tale efecto se dio una tala de árboles en gran escala. Con eso llegó la desertificación y se fueron las lluvias.

 Pero la gran lección, o respuesta de la naturaleza, llegó en 1935. En lo que se conoce como “el lunes negro”. En Oklahoma tuvo lugar lo que  se llamó “La cuenca del polvo”. La gente vio aparecer una densa nube de polvo que se ha calculado en seis  kilómetros de elevación por más de mil kilómetros de extensión. Avanzaba de norte a sur (Dakota, Nebraska, Oklahoma y norte de Texas), lentamente. Los que pudieron escaparon en automóvil. Los otros se atrincheraron lo mejor que pudieron. Por décadas su tala atentó contra la naturaleza y ahora pagaban el precio.
1935

L a otra gran lección que se puede sacar  de este desastre  es la respuesta  que dieron  los norteamericanos, en este caso concreto. Washington, su gobierno en turno, entendió el cuidado que era necesario prestarle a los suelos. Autorizó de inmediato la plantación de 220 millones de árboles, sistemas de regadío y un diseño en los surcos de siembra para contener la humedad. De esa manera, lo que fue un inmenso erial, después fueron grandes extensiones verdes.

Aquí tuvo lugar el axioma de Tucídides.. Las cosas se repiten para que el humano tenga la oportunidad de aprender. Aprender a posteriori. Los años pasados, en diciembre llegó el invierno. Por lo tanto este año, en diciembre, también habrá invierno. Ya  aprendimos eso y, ¿ahora qué? Ahora hay que prevenir. Lugares confortables, ropa contra las bajas temperaturas, alimentos con las necesarias calorías y cítricos, etc.

No obstante, en muchos países del planeta, y uno de ellos es México,  el axioma de Tucídides no se cierra. En temporadas de lluvias los grandes ríos se desbordan, se inundan las llanuras, el agua se mete a las casas habitaciones y alcanza hasta un metro de altura. Entre las aguas de tormenta, que s e revuelven con las aguas negras del drenaje, los cadáveres de los humanos y de los animales, la gente tiene que abandonarlo todo. Muchos mueren  llevados por el torrente. Otros mueren por las epidemias que se desatan por las plagas de insectos y todo lo  que entra en descomposición.

Hasta donde alcanza la memoria y los datos bibliográficos y hemerográficos, eso se da desde hace doscientos años. Rigurosamente, sin faltar a la cita cronológica. Los ríos vuelve este año a desbordarse. Las marcas que dejó el agua la temporada pasada ahí están. Habría que construir arriba de esas marcas. Pero s e vuelve a edificar por debajo de esas marcas…

Esa fue la gran lección de “La cuenca del polvo”. Y de un gobierno que entendió la lección y puso el remedio. Tres años más tarde, para 1938, los suelos se habían recuperado y  la “sequía natural” también había llegado a su final. La filmación, en blanco y negro, muestra a la gente que salía de sus casas en la primera lluvia y, en el exterior abierto, con la cara al cielo, para que el agua cayera sobre sus rostros. Y el suelo ahora era verde.

Es hora de recordar a Aristóteles cuando dice que en la naturaleza no sólo hay lo que es y lo que no es, sino también lo que puede ser.

Emerson y la novela


Su entusiasmo por la novela (porque se lean novelas y se escriban novelas) perfila un estilo muy emersoniano.

Primero recuerda los lugares comunes de este género tales como “Ella era hermosa”, etc. O los temas como las infidelidades amorosas, no menos tautológicos, el asesinato, el dinero, el poder…Quizá sea una etapa por la que pasa el lector de novelas. Así como casi todos tuvimos de niños nuestra etapa de leer a los “comics” o la llamada novela negra de detectives y hampones o las subidas de tono erótico. Todo es parte del paquete de la formación (habito) del lector de novelas.

Hasta que va reduciendo su lista de autores según su particular modo de ser, leer, pensar y actuar, a no más allá de una o tal vez dos docenas de autores: “considera  lo que tú mismo posees en la más pequeña biblioteca selecta. Una colección de los hombres más sabios e inteligentes que se pudieron seleccionar de todos los países civilizados en mil años y que han puesto en el mejor orden los resultados de sus conocimientos y de su sabiduría.”

Considera que hay libros malos y libros buenos. Es necesario aprender a distinguirlos a través de la práctica de leer. Buenos en la perspectiva de avanzar en la elevación de los pensamientos y las actitudes para el individuo que redunde en una mayor calidad de vida para la sociedad. La regla de oro sería atender el dicho de “dime quién eres y te diré que lees”. No al revés. Si se leen cuestiones edificantes o vulgares. Cuando ya se han superado las etapas que mencionamos más arriba.

 En otras palabras, creemos, hasta la paranoia,  que el mundo es malvado,  porque vemos noticieros televisivos o escuchamos la radio que reflejan un mundo bajo, lo mismo que los titulares de los periódicos. Lo que están haciendo, los intereses detrás de la pantalla, es una abstracción de la vida de trabajo y estudio a los que está entregada  la población general. Emerson lo dice de esta manera:  “No leas libros mediocres, y huye de los productos de la prensa en la charla ordinaria…Si vas con el pueblo bajo pensarás que la vida es baja. Lee a Plutarco, y el mundo es un lugar  noble y elevado al que pueblan gentes de cualidades positivas.” 

Emerson, en este asunto de la novela, se inclina, sin dejar de ser lector universal, al tema de la novela que diga más de la naturaleza que del hombre. Al estilo de Roger, Frisón Roché, autor francés celebre de la novelística de alpinismo (El primero de la cuerda, Grieta en el glaciar…).O Emilio Salgari en donde  la naturaleza es el personaje central y la actuación del hombre un elemento adyacente. Pirata ingleses (buenos) que van a rescatar a la muchacha prisionera del hacendado español (malo). Para ello tienen que cruzar la selva. Es cuando Salgari nos va describiendo el mundo maravilloso de la flora y la fauna centroamericana, las condiciones climatológicas.

Emerson recuerda una larga lista de novelistas de prácticamente todas las razas y todos los tiempos y dice cual puede ser la ganancia social de todo eso:”abren amplio campo a las esperanzas y las nobles aspiraciones”. Y, sobre todo este valioso panorama cultural, Emerson recomienda la lectura de los libros sagrados que cada nación ha escrito, vivido y puesto como guía de actuación. “Existen además libros que han adquirido en el mundo una  autoridad casi canónica y que expresan los más altos sentimientos y las más elevadas esperanzas de las naciones.”

En un mundo que se quiere llevar al modelo de Lucrecio y Parménides, esta mención a los libros sagrados no gusta a más de cuatro. Pero él no olvida que hay libros sagrados que educaron  y guiaron a todo un pueblo durante miles de años como La Ilíada de los griegos, el Popol Vuh de los mayas, la Biblia de los judíos, el Corán de los árabes, etc.

Sin omitir a esos libros sagrados,no escritos,que las razas o las etnias, de todo el planeta, viven diariamente, día tras día,a travé de sus ritos y leyendas, como lo huicholes y tarahumaras (y otras cincuenta y cinco etnias más) de México.

Y algo para hacer reflexionar, como autocrítica, cuando se está en el terreno de la lectura. ¿Cuánto tiempo diario le dedico a la lectura de libros de cultura?: Emerson dice: “Lee durante cinco horas diarias alguna cosa y no tardarás en ser instruido”.

Emerson, ese gran desconocido de los mexicanos

Ralph Waldo Emerson (1803-1882)
Cuando me encuentro en sociedad y debo estar en una silla varias horas, mi corazón desfallece, mi ceño se frunce y pienso que me gustaría correr  por los bosque de Acton y vivir, desde entonces en adelante, en compañía de las ardillas…creo que no tengo la más mínima simpatía por las naturalezas oscuras, turbulentas, doloridas, apasionadas:R.W.E.
Fue una generación  de ciudadanos norteamericanos que supo hacer grande a su nación porque abrigaban ideales de unidad y los pusieron en práctica. Antes que la actitud guerrera había un espíritu de calidad. Emerson fue tal vez el más grande constructor de ese espíritu.

Disponemos  de un criterio de comparación para conocer tal estado de ánimo del pueblo y éste lo ofrece Emerson. A este pensador no se le puede tratar de  innoble, y los mexicanos menos que nadie. Hacia la mitad del siglo diecinueve, Emerson vivía de dar conferencias, la gente conocía su elevado modo de pensar y  lo veneraba. Fue de los primeros que empezaron a  hablar de un modo de ser norteamericano, ya no ingles. 

Cuando a alguien realmente se le quiere es que ese ser  está expresando lo que toda la nación  quiere decir, pero no sabe cómo o no tiene la manera de hacerlo. En su prólogo a los Ensayos de Emerson, Edward Larocque Tinker, escribe: “¿Podría haber sido amado y admirado  por sus conciudadanos, o haber congregado auditorios  para escucharle por todo el país, si sus ideales hubieran sido ajenos a los de sus compatriotas?¡No! La verdadera razón fue que él pudo poner en palabras las más altas e instintivas aspiraciones de su pueblo, aunque a menudo eran desconocidas para éste; por ello conquistó veneración. Después de todo, y en plena verdad, los grandes dirigentes del pensamiento o de la acción son casi siempre el resumen de las mejores cualidades de su raza.”

Siguiendo una antigua tradición familiar, Ralph Waldo Emerson se ordenó de Ministro Unitario y fue pastor en la Segunda Iglesia de Boston. Pero un día su espíritu sintió la necesidad de horizontes más amplios y abandonó su ministerio. Al brincarse la barda  fue en busca de Platón, Montaigne, Goethe, Kant, Zoroastro, Manú, Confucio, William Wordsworth, John Stuart Mill, Samuel Taylor Coleridge, Carlyle…

Decir mitad del siglo diecinueve es traer a la mente el traumático episodio de la guerra de Texas y los otros estados que los norteamericanos se anexionaron a costa del territorio mexicano. Y su extensión intrínseca hacia el sur del continente.

Un juicio,  lejos de la pasión, consiste en que  de dos países, el que posea  ideología propia, sea disciplinado y se mantenga unido, ese va  a llegar primero a la meta. A más que, en situación de conflicto, el que no entiende que en a la guerra hablan los cañones, no las razones, está condenado a sentarse en el banquillo a firmar el tratado de paz que le pongan enfrente.

Empero, Emerson no es un guerrero y s e refiere a la guerra de Texas de la siguiente manera:” La anexión de Texas  parece como uno de esos acontecimientos que retardan o ponen en retroceso  la civilización.”


 Lo anterior tal vez dificulte que el mexicano, en lo general, conozca a este gran pensador que es Emerson. A semejanza de la conquista española que hace difícil conocer  con amplitud a Cervantes. Más en una nación, como México, donde el Estado dedica magros presupuestos a la educación y a la cultura.

Y sin embargo Emerson es un pensador que puede arrojar mucha luz  a  los mexicanos para  una sólida formación cultural, en su lado occidental (recordar que el mexicano, desde el siglo dieciséis es, en lo cultural, étnico y occidental). Tinker lo dice de esta manera: “El gran idealista Ralph Waldo Emerson no podrá dejar de producir un agradable acorde  en los corazones de un pueblo  tan noblemente dispuesto a recibirlo como el mexicano.”

La extracción puritana de Emerson no debe suscitar ningún recelo en países católicos como México.Lo religioso no es el leit motiv de su obra.El persigue la filosofía natural. Por lo demás, Emerson  sabía que, tanto en la Iglesia cristiana, católica,apostólica y romana,  como en la más estridente secta cristiana puritana,pululan demonios vestidos con sotana, así como autenticos santos acredores depositarios de las llaves del reino.

Semejante a la vida de los sindicatos o pártidos políticos del color que sean.Hay sindicalistas buenos,otros excelentes y otros que son una aberración.Lo que importa es la institución.Es la que trasciende a las generaciones.


Hablando del idealismo, Emerson escribe: " Ve algo más importante en el cristianismo que algún escándalo que pueda haber en la hsitoria de la Iglesia, o las nimiedades de la crítica".

Tampoco toma partido en el milenario y tautológico  pleito de idealistas y materialistas. Trata de ser sintético  entre la materia, la idea y la naturaleza.

La naturaleza es para Emerson, como lo es para H.D. Thoreau, la manera como se puede explicar la idea,la materia y la humanidad: "El idealismo es una hipótesis para explicar la naturaleza por medio de otros principios que los de la química o la carpinteria...La naturaleza está tan compenetrada con la vida humana, que en todas las cosas, aun en las más particulares,hay algo de humanidad.

Lo demás, fuera de  este enfoque naturalista,como dice Nietzsche, es puro periodismo...

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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