Travesía en Las Monjas, de Chico Hidalgo, México








En el  fondo a la derecha: Las Ventanas, centro izquierda: pared Las Goteras, derecha centro: Las Agujas.
Foto de Omar Altamira A. 6 de marzo 2016




Plano general región norte sierra de Pachuca-Actopan Hgo. México.




Es la travesía predilecta de los guías de Pachuca.

Se puede decir que es una travesía muy a la mano pero a la vez  poco frecuentada.
Las Monjas vistas desde el pueblo de Chico:NE
La travesía que se comenta es sobre el lomo superior de la
izquierda hacia la derecha y descendiendo hacia Chico.

Aproximadamente de 7 kilómetros, de recorrido, con desniveles de 700 metros (3,000 m. s. n. m en el Valle del León Alado y 2,300 m. s. n. m en Chico). Datos tomados de la Hoja cartográfica “Pachuca”, F14D81, 1: 50,000, de Programación  y Presupuesto (SPP).

A-Valle del León Alado.1- Somera cañada con agua la mayor parte del año. 2- Cueva del Muerto.3-La Blanca.4- Conglomerado de altas rocas conocido como macizo de Las Monjas.5- Camino alto hacai el este. 6- Camino del NW que rodea el Circo del Crestón y desciende a la carretera que va a Capula.7 Roca alta conocida en el montañismo como La Bandera. Las zonas iluminadas de rojo son las altitudes de los 3,000.


 Se trata de una travesía para montañistas con vocación de caminantes… Realizada esta caminata del Valle de Las Ventanas- Monjas-Chico o bien al revés, saliendo de Chico, como rutina, es altamente terapéutica. Su frecuencia arroja más salud  psicofísica que las farmacias de la ciudad.

Con mochila para acampar el promedio es de 4 horas. Planeada para una jornada es salir de la parte alta con una ligera mochila. El tiempo será menor. Con ánimo de acampar se puede partir de Chico y llegar al Valle del León Alado o al de Las ventanas.

En general se sigue el rumbo, saliendo de Las Ventanas, para ir al Circo del Crestón (NW ) Macizo de Las Monjas. Antes de llegar  ir hacia el NE, en el sendero que lleva a la aguja La Blanca. Se desciende un poco y se queda situado en un collado. En ese lugar empieza el descenso hacia el norte. El camino, al principio bien marcado, rodea la base de la pared norte de El Espejo, un poco hacia   el NW.

13 hacia el valle del León Alado.1-Peña La Blanca-2- Collado del este.3- Otras paredes del Circo del Crestón..4-La Pezuña.5, La Benito Ramírez.6- El Crestón.7- La Rosendo dela Peña.8-El Espejo. .9 camino NW hacia la carretera de Capula.10- camino hacia Chico.11- camino a Capula.


Se puede adoptar el criterio de descender directamente rumbo norte hasta  alcanzar la carretera Capula- Chico. Si bien es necesario sortear un terreno  frecuente en  cañadas someras.

Grupo del León Alado Foto de AAG del 25 de junio 2011


Unos cien metros, por debajo de la base de las rocas del grupo de El Espejo, hay un camino bien marcado que lleva dirección este, es decir hacia Chico. Si bien con frecuencia estos caminos bien marcados terminan en alguna casa de las cotas altas de esa  ladera.


Cueva del Muerto
Omar Altamira A.
foto del 6 de marzo de 2016




Otra vista de la Cueva del Muerto




Grupo Las Agujas
En el fondo el pueblo de Chico






La Blanca   Foto de AAG, 25 de junio de 2011



                    



Flanco norte Las Monjas ( varias de estas paredes forman el Circo del Crestón. La del centro, con la grieta abierta es El Espejo, la de la extrema derecha es la pared Rosendo de la Peña)   Foto de AAG 25 de junio de 2011







El bello paisaje de la Sierra de Pachuca siempre estará ahí, para el humano sensible que sepa ir a su encuentro.
Los nombres de sus ilustres personajes de la Academia, de sus políticos  en general, los militares y sus comerciantes,  que llenaron una época, acabarán borrándose de la memoria de los pueblos.

Ese paisaje, árido del oeste, verde cercano del norte y su   lejanía azul, se conservará igual para las generaciones de montañistas, y demás gente, que están por venir en los tiempos inmensurables.

Ahora que las ciudades han crecido tanto, y Pachuca no es la excepción, algunas patologías han aparecido atrofiando tanto los sistemas fisiológicos como los estados emocionales del hombre y la mujer: sedentarismo y estrés, para sólo mencionar un  ejemplo de cada caso.

Nada como vagar por los bosques y los valles para eludir, en lo posible, la peligrosa practica de la “polifarmacia”, como la ciencia médica ha señalado a la práctica de ingerir pastillas, sobre todo en la gente de edad avanzada. Y, ya por esto, nada más, vale la pena agarrar la mochila y empezar a ascender en dirección a los bosques y valles altos.

Los habitantes de la ciudad de Pachuca ocupan, geográficamente, un sitio privilegiado como pocos lugares. Bastan quince minutos, de caminar, a partir del Reloj, o a lo más una hora, para  pisar ya  los primeros lugares  de la ladera montañosa.

En el extremo sur de ese mismo Valle (Cuenca) de México, en la ciudad del mismo nombre, es necesario hacer un torturante viaje en trasporte para alcanzar los primeros bosque, ya sea hacia el Ajusco, en el sur, Los Dinamos de Contreras, en el oeste y más, mucho más, para las montañas del este.

Ir a los bosques montañosos llena, sobre todo, una necesidad más elevada que el mero ejercicio físico. Emerson, enamorado de la naturaleza, dice: “ La naturaleza llena una necesidad más imperiosa del hombre, es decir, el amor a la Belleza…La naturaleza es medicinal y restaura el cuerpo  y la inteligencia cuando se encuentran cansados por el trabajo o la compañía.”



A. Carrel y La Incógnita del Hombre

Alexis Carrel
Manera de alimentarnos, ejercicios al aire libre, nutrirse de la cultura y frecuentar la soledad terapéutica. Son la esencia de este libro del doctor Alexis Carrel, premio Nobel de Medicina en 1912, que fue muy leído a mediados del siglo pasado. No es un libro de los llamados de autoayuda. Se trata de una de las críticas más severas a nuestra manera de vivir dentro de la civilización industrial. No es contra la civilización industrial sino cómo vivimos dentro de ella.

La ciudad es el gran invento antropocéntrico del humano.¡Pero un invento desde dónde?¡Desde la naturaleza!Con el tiempo abandonamos el orígen y nos fuimos  al invento.Después hicimos otro maravilloso invento: el consumismo.Después otro, no menos maravilloso, invento: el sedentarismo. Y, así,de invento en invento,nos hicimos ajenos a la naturaleza.

A mediados del siglo pasado se dio a conocer, en español, esta obra que cuestiona la vida moderna, la falta de convivencia con la naturaleza, el exceso de confort y el desorden en el modo de comer. El autor, científico francés estadounidense, quiso poner de manifiesto el peligro de la gordura en el que estaba cayendo el pueblo estadounidense de la primera posguerra. Dedicó un escrito lírico  con apoyo científico a sus causas y efectos.

Lejano, el pueblo mexicano veía este proceso de decaimiento en los norteamericanos sin reparar que, en muchos aspectos, no obstante la animadversión histórica, somos una copia suya  de las cuestiones menos trascendentes. Carecemos, no como individuo pero sí como pueblo, de defensas culturales para la necesaria  disyuntiva.

Un ejemplo. Consumimos más refrescos de cola que ellos, que fueron los inventores de esta bebida. Medio siglo más tarde las estadísticas se habían revertido. Ahora los mexicanos vivimos en la metamorfosis, mudamos la forma. Ocupamos,  en el mundo, el primer lugar de individuos con sobre peso corporal. Y con eso llegó un rosario de enfermedades.

Ahora el libro La incógnita del hombre no es tan leído como entonces. No perdió su vigencia, sólo que su presencia provoca remordimiento. Como cuando dejamos de lado la dieta salvadora en la comida. Abrir las hojas de este libro es encontrar que dejamos de hacer ejercicio, cultivamos el sedentarismo y abandonamos la terapéutica soledad. Un ejemplo: compro un teléfono celular y le proporciono mi número a cien conocidos. Al menos cincuenta de ellos estarán marcando mi teléfono en el trascurso del día.

“Junto con la disminución del esfuerzo muscular y de la adquisición del bienestar, los seres humanos han aceptado gustosamente el privilegio de no estar nunca solos, de disfrutar de las continuas diversiones de la ciudad, de formar parte de inmensas multitudes, de no pensar nunca.”

La soledad terapéutica y el caminar por las calles, nada más por el gusto de caminar, es considerado ahora como perteneciente a un estatus social  inferior: “La soledad se considera como un castigo o como un lujo raro…Hoy no es preciso andar. Los ascensores han substituido  las escaleras. Todo el mundo viaja en autobús, tranvías o taxis, aun cuando sea muy cerca la distancia a recorrer. Los ejercicios  corporales naturales, tales como andar y correr sobre terreno accidentado, el alpinismo, la labranza manual de la tierra…trabajar expuestos a la lluvia, al sol, al viento, al frío, al calor, han cedido su lugar a los deportes metódicos que apenas sí implican riesgos y las máquinas suprimen el esfuerzo muscular”.

Ponemos un ejemplo de lo anterior. Quien lo creyera, pero una de los más cuestionables inventos, en el espacio de la cocina, es la licuadora. Gasta energía eléctrica y requiere de agua para lavar el vaso. Dos recursos por los que ahora hay guerras en  el planeta y se eleva la temperatura local y global. Y su dentista le dirá que los licuados   vuelven blandengues las encías al ya no masticar cosas duras como la manzana, la zanahoria, etc.

Carrel insiste en el ejercicio al aire libre desde la óptica del hombre de la ciencia médica: “Correr por terreno áspero, escalar montañas, luchar, nadar, cortar leña en los bosques y labrar la tierra, la exposición a las intemperies, la temprana responsabilidad moral y una cierta rudeza de la vida proporcionan la armonía de los músculos, de los huesos, de los órganos y de la conciencia. De este modo los sistemas orgánicos  que permiten que el cuerpo  se adapte al mundo exterior, se ejercitan y se desarrollen plenamente”.

Feliz circunstancia que los gobiernos procuren la vida digna de los ancianos. Pero aun los viejos tendrían que seguir viajando en el devenir. Es una metáfora. No quedarse parados en la estación  viendo que el tren partió sin ellos. Durante la juventud muchos se refugian en alguna enfermedad inventada (ver en este mismo blog: “Stekel y la enfermedad inventada”) para seguir siendo el centro de atención del grupo. La vejez suele agarrarse con el mismo fin. Carrel lo advierte: “La vejez parce retrasarse cuando el cuerpo y el espíritu siguen trabajando”. Depender de los pasamanos para descender, o subir a los distintos niveles del metro, es una precaución que puede evitar alguna caída con la consecuente lesión, lo que sería más grave en la gente grande por las fracturas de huesos, ya no tan fácilmente regenerables. Pero también depender del pasamano evita ejercitar el equilibrio tan necesario para el sistema nervioso…

Eurípides, en su obra trágica: Orestes, advierte ya hace más de veinticuatro siglos: " Aunque sea una ilusión la enfermedad, agobia a los hombres y los hace incapaces de obrar"

El autor no está en contra de la civilización industrial sino en la preponderancia que ésta tiene sobre el humano. Lo único que en la sociedad laica  puede tener preponderancia sobre el humano, es el Humanismo: “En lugar de parecer una máquina producida en serie, el hombre habrá  de acentuar su unicidad. Para reconstruir la personalidad, debemos romper el marco de la escuela, de la fabrica y de la oficina, y rechazar los principios mismos  de la civilización tecnológica”.



"Alexis Carrel (Sainte-Foy-lés-Lyon, Francia, 28 de junio de 1873 - París, 5 de noviembre de 1944). Biólogo, médico, investigador científico y escritor francés. Por sus contribuciones a las ciencias médicas fue galardonado con el premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1912. Julius H. Comroe, profesor emérito del Cardiovascular Research Institute (University of California at San Francisco) escribió: "Carrel ganó el Premio Nobel en Fisiología o Medicina en 1912, y no lo ganó por alguna investigación oscura y esotérica, sino «en reconocimiento a su trabajo acerca de sutura vascular, y trasplante de vasos sanguíneos y de órganos». Entre 1901 y 1910, Alexis Carrel, utilizando animales de experimento, efectuó todas las acciones y desarrolló todas las técnicas conocidas hoy en cirugía vascular (...)"[1] En Francia, fue honrado con la Ordre national de la Légion d'honneur (Orden de la Legión de Honor). Fue miembro de la Accademia de Lincei (Pontificia Academia de Ciencias). En 1912 fue testigo ocular de una curación extraordinaria en el Santuario de Nuestra Señora de Lourdes, lo cual significó el comienzo de un cambio progresivo en su vida, que lo llevó del escepticismo a la fe. Hoy es considerado uno de los conversos más famosos de Lourdes." Wikipedia

Eurípides con Las Fenicias

Las Fenicias son los  conocidos temas de Edipo Rey, de Sófocles y de Los Siete Contra Tebas, de Esquilo, tratados por Eurípides como unidad. Desde el principio en que Layo abandona en el campo al niño Edipo recién nacido, el encuentro de estos  dos más tarde , la muerte del primero a manos de su hijo, el incesto no buscado, el auto sacrificio de Edipo al sacarse los ojos, la guerra entre dos de sus hijos por quedarse con el mando del reino, la muerte de estos, la muerte de Yocasta al no poder soportar ver  a sus hijos muertos, la expulsión de Edipo, viejo y ciego, de las tierras de Tebas y la decisión de Antígona, su hija, de acompañarlo en su   miserable  destierro.

L a obra recibe el nombre de Las fenicias pero en realidad estas mujeres, habitantes de Tebas, tienen una muy breve actuación en la obra. Su papel se limita a  dar gritos de alarma cuando el ejército de Polinice sitia a la ciudad. Es todo.

En la primera parte de la obra  se destacan los aspectos del parricidio y del incesto. Edipo dando muerte a su padre Layo y Edipo casándose con su madre Yocasta. De ambos temas algunas ciencias de la conducta humana han hecho abstracción sirviéndose con la cuchara grande. Facilitándose así  la tarea  de explicar todo por el sexo.

 Sigue la pugna entre los hermanos Eteocles y Polinice,  hijos de Edipo y Yocasta. Ambos quieren gobernar Tebas. Hacen un trato de turnarse en el mando pero una vez en el poder, Eteocles no cumple la promesa. Polinice arma un ejército y va hacer la guerra a su hermano. Le dice a Yocasta, su madre, cuando ésta quiere meter la paz: “Por mi propia voluntad  salí de este suelo y le dejé su turno  para regir el suelo patrio por un año entero…El accedió, juró por los dioses. Pero no quiere ahora cumplir  con sus promesas…Y ahora mismo estoy dispuesto a recibir mi parte  y  alejarme con mis tropas de esta tierra”

Por lo general, ante estos filones para la especulación, ya sea la lírica, ya sea la teórica científica, se dejan de lado ideas de la misma obra de contenido didáctico. Hay inclinación por el desastre y la nota roja.

Los hombres se pelean y gritan pero el papel de las  mujeres es central. El famoso misoginísmos de Eurípides, estudiado con seriedad, es en realidad un reconocimiento a toda la intrincada potencialidad física y mental de la mujer. Sólo Shakespeare e Ibsen  se han acercado  a ese universo desconocido para el hombre:

“¡Tremendo a las mujeres es el dolor del alumbramiento y el amor a los hijos es como la esencia del sexo femenino!” . Pero en sus obras de Eurípides la mujer es con frecuencia el personaje central que con su conducta trata de darnos una clave para el misterio femenino: Helena, Hécuba, Andrómaca, Medea, Ifigenia…

El hombre hace la guerra, devasta ciudades, mata millones de hombres, acaba las cosechas y el ganado…Las mujeres soportan  la economía de guerra, reconstruyen  ciudades en ruinas, sufren la esclavitud cuando la contienda se pierde, repueblan las ciudades, bañan y  educan  a los nuevos niños, escriben libros, pintan, hacen manifestaciones de protesta y, como dice Ezra Pound, por la tarde, vestidas de seda, se emborrachan.

Eurípides, heredero de toda una cauda de filósofos de antes y contemporáneos de Sócrates, escribe párrafos que van a inspirar en los siglos venideros a pensadores como Séneca, y cautivarán a escritores cristianos como San Agustín y Santo Domingo. Eurípides, por boca de Yocasta, le dice a Eteocles, uno de sus hijos: “¿Quieres pasar  innúmeros afanes amontonando bienes en tu casa? ¿Y qué esa abundancia? ¡No tiene más que  el nombre! Para los verdaderos sabios lo necesario basta. No en propiedad poseen  las cosas los mortales: teniendo lo que es de los dioses, sólo las administramos. Propiedad no dura: efímera es”.

Eteocles y Polinice, ambos hijos de Edipo, entran en conflicto por ser herederos de la ciudad de Tebas. Pero no quieren ceder la parte que le corresponde al otro. Cada uno de ellos quiere todo para él. El tema es y será vigente en todo el planeta mientras dure la humanidad. Se trate de un lote de cinco por cinco o de una residencia, hacienda, ciudad…Polinice dice a su hermano: “Una vez más exijo mi parte del país” Y Eteocles contesta: “Nada de reclamaciones: yo mando en mi propia casa”.

Finalmente los dos hermanos deciden dirimir personalmente el problema, dejando de lado a sus respectivos ejércitos. Los dos mueren. Yocasta, al ver a sus hijos muertos, toma una espada y se corta el cuello muriendo junto a ellos.


Al final Creón, hermano de Yocasta, tío de los dos hermanos muertos y cuñado y tío de Edipo, se queda con el poder del reino. Otra lección que nos ofrece Eurípides. Suele  suceder que el que no mete las manos en el pleito se queda con todo, sin haberlo buscado.

La primera  disposición de Creón, ya como rey, es expulsar a Edipo del lugar. Considera que acarrea desgracias a donde va. También prohíbe  que a Polinice s e le dé sepultura. El que lo haga morirá. Antígona, hermana de Polinice s empeña en sepultarlo. Esta hija de Edipo está destinada para casarse con el hijo de Creón pero al ser expulsado Edipo prefiere ir con él.

Edipo y Antígona se alejan de esa tierra. En adelante vagarán pobres y sin patria. Los dioses le tiene reservado a Edipo el descanso final en una tierra fértil, como recompensa a todo las tragedias de que estuvo rodeada su existencia. Pero eso aquí no se dice. Los de Tebas ven partir a la muchacha llevando del brazo al pobre ciego.

Eurípides en Helena

Elena (Helena), en la tragedia  de Eurípides es, según ella cuenta, hija de Zeus y de la mortal Leda.

Elena, nombre especialísimo para los helenos y para la cultura de la Helade, no puede ser la Elena ligerita que a las primeras abandona su lecho conyugal para irse con el joven Paris de un reino enemigo. Elena, después de esto, ha sido vituperada por los griegos. Por adultera y porque por ir Menelao a su rescate levantó todo un ejército y muchos de estos griegos guerreros también yacen muertos en las playas frente a Troya. Durante diez años el ejército invasor de los griegos sufrió y muchos murieron por culpa de Elena. Todos la maldicen, empezando por Menelao, su esposo al que abandonó.

También  Elena es  maldecida mil veces por los troyanos, que causó  la destrucción de la bella y orgullosa Ilión. Y en primer lugar maldecida por Hécuba, reina de Troya, ya que por su culpa el pueblo  troyano  desapareció, sus hijos Héctor y Paris murieron en la guerra  y su hija Casandra y Andrómaca, viuda de Héctor, repartidas como botín de guerra entre los vencedores.

 Ese es el dilema. ¿Qué hacer con ese icono sagrado y ahora lleno de oprobio?

 La solución es formidable y Eurípides creó un recurso literario a seguir por los escritores de los siglos que estaban por llegar. La Elena verdadera nada tuvo que ver con la guerra de Troya. La Elena que sí estuvo en Troya fue como un holograma de la verdadera Elena. Como un clon virtual. Como una muñeca inflable, perfecta, bella, que traiciona como una humana, ama y copula, pero no real. La verdadera Elena fue llevada Egipto por Zeus, su padre, donde permaneció pura y fiel a su marido Menelao. Después de esto  la fantástica   imaginación de los evangelios apócrifos, o los increíbles relatos de la literatura “esotérica”, quedan  chicos.

Zeus la lleva a Egipto y así “me conservo incólume y leal a Menelao”. Sólo que Menelao no estuvo en el secreto divino y se fue  a Troya a hacer la guerra.

A decir verdad, ya otro escritor de la antigüedad, llamado Estesicoro (siglo VI a C.) tuvo la ingeniosa idea que la verdadera Elena  se fue a vivir a Egipto. Como sea, el caso es que la Elena de Troya, cantada por Homero y toda la cauda de poetas, griegos de la antigüedad, fue una Elena de mentiritas.  Fue, dice Eurípides, hecha  de nubes y de viento...
Elena lo dice: “En esta gran guerra que Zeus levantó entre griegos y troyanos los griegos no lucharon por mí, fue por mi nombre”.

Elena aclara eso de la suplantación: “Hera, en despecho de que fue vencida y no obtuvo victoria sobre las otras diosas, le dio ( a Paris), no a mí, sino una sombra vana, hecha a mi semejanza. No un ser real: un fantasma abrazar pudo. Un ídolo formado por el viento, se dio al hijo del rey de Príamo (Paris) El pensaba tenerme: solo tuvo vacua ilusión”.

Salvado el prestigio de Elena, lo que sigue de este poema es cómo Menelao va a Egipto por Elena y las vicisitudes que ambos pasan para lograr escapar del poder del faraón que quiere, a toda costa, casarse con Elena.

Aquí Eurípides nos presenta otro recurso literario que, veinticuatro siglos más tarde, será muy utilizado tanto por la cinematografía mundial como por las telenovelas de las abuelitas. Dos finales distintos. El primero, también de Eurípides,  fue trágico pues Menelao, como se ha dicho, conquistada Troya, y rescatada Elena,  envía  a ésta  a Grecia para que sea muerta  a pedradas por traición a su pueblo y por adultera.  Ahora, en el poema Helena, Eurípides busca un final feliz. Los franceses hicieron un film que se llamó “Dos Verdades”, Luego vino la película  “Corre, Lola, Corre” que tiene no uno sino varios finales distintos.  Y con frecuencia las abuelitas presionan  para que las telenovelas tengan otro final. El anterior no era trágico. Sólo que la muchacha se quedaba  con un galán que no era del agrado del público. Al día siguiente la muchacha s e vuelve a casar pero ahora sí con el galán de más aceptación en el pueblo televidente. Todo esto de los diferentes finales, de un mismo argumento, empezó con Eurípides, en su tragedia Helena.

Eurípides (estamos hablando de una obra que se representó en el año 412 a C.) dice una cosa que tiene que ver con la ubicación real de la ciudad de Troya, todavía perdida en el siglo diecinueve de la era cristiana, pero ya borrado su rastro desde los días de Eurípides. En el diálogo entre Elena y Teucro, aquella pregunta por el fin que tuvo Troya, que se dice fue consumida por las llamas. Teucro responde que es verdad, fue consumida: “Tanto así que hoy no hallas una huella de sus muros y baluartes”.

La idea confirma la supuesta idea de que la verdadera Elena se encontraba lejos y ajena a lo que aconteció en Troya. Pues siendo Elena el centro de la disputa, entre griegos y troyanos, y a la vez habitando en Troya, junto a Paris, no podía ignorarlo.

Luego de la guerra de Troya Menelao vagabundea por esos mares y, ya solo y en desgracia, va a dar a Egipto. Ahí se encuentra con la noticia que en ese palacio vive Elena, su mujer. Aparece Elena, se encuentran y tienen un dialogo en el que se van reconociendo. Menelao sigue incrédulo. Elena, para convencerlo, que ella es su mujer, le dice: “No fui yo a Troya: la que fue era mi sombra”.

Es un cuadro extraño el que pinta Eurípides con respecto a Menelao. El, junto con su hermano Agamemnon, fueron los líderes en la guerra contra Troya, poseedores a la postre de tesoros del saqueo de la ciudad y dueño de esclavos.  Ahora es casi un mendigo que no cuenta ni con un barco para huir de Egipto con Elena. Sus mismas ropas son harapos.

 Proteo, el rey de Egipto, que le había dado refugio y protección a la “verdadera” Elena, ha muerto ya y su hijo Teoclimeno, quiere casarse con Elena. Después de una serie de argucias desarrolladas por los esposos logran engañar a Teoclimeno que Elena debe ir a Grecia a dar sepultura al cuerpo de su esposo Menelao, ya muerto (Teoclimeno ignora que el griego que acompaña a Elena es el verdadero Menelao).



Con reticencias Teoclimeno cede y facilita a Elena un barco. Los esposos finalmente logran alejarse de las playas de Egipto. Hasta el final del relato Eurípides sostiene un suspenso en el espectador (no olvidar que estamos tratando de la representación de una obra de teatro).Un servidor del faraón descubre el engaño y se lo dice a su amo: “Cuando la hija de Zeus  fue dejando este palacio real, marchaba hacia el mar abatida. Lloró todo el camino… ¡Pérfida, iba llorando por su esposo! Y su esposo estaba bien vivo: la iba siguiendo muy de cerca”.

Pero ya están fuera del alcance del faraón y, además, soplan buenos vientos para seguir  impulsando la nave. Por fin Elena y Menelao son felices. Todo un mundo se derrumbó en su derredor pero a ellos, esta tarde, puede vérseles,con la  proa al sol,reír como cuando ambos eran jóvenes...

L. Carroll con Alicia a través del espejo

 Es un sueño de Alicia que, al atravesar el espejo de su casa, ve las mismas cosas ya conocidas pero que ahora tiene otro significado. Tienen significado. Antes sólo eran cosas. Ahora las mismas cosas tienen presencia y comportamiento antropoide.


Eurípides insistió en sus obras, hace más de veinticuatro siglos, que lo excepcional en la vida de los humanos es la causalidad. Lo que se da con frecuencia es el azar. Si esta jugada del acaso nos gusta lo llamamos milagro. Si nos disgusta es una desgracia.

Es la manera de nuestro pensamiento lógico.  Pero la lógica del caos, que seguramente corresponde  a otra escala de tiempo, diferente a la nuestra, no la comprendemos. El niño llora si le negamos un dulce. No entiende por qué lo hacemos sufrir. No puede comprender que al final del dulce está la gordura y la diabetes. ¿Son estas las maneras del caos? No lo sabemos con certeza.

Tal vez a eso se refirió Alicia cuando menciona al extraño ser que ella llama “Snark”: “El Snark es un ente  que no puede ni admite  ser visto y capturado de una forma normal”. Pero si se insiste mucho en que nos aclare  que es el Snark, entonces Alicia dirá: el Snark no es más que un Bujum…

Alicia en esta obra vive lo increíble cada vez que cruza hacia el otro lado del espejo. Si bien declara que ella vive de manera  coherente. Cuando la reina le dice que  tiene más de cien años de edad, Alicia le contesta: “No se puede creer lo que es imposible”.

 La obra, publicada a finales del siglo diecinueve, a través del tiempo debió de verse apropiada por los más heterogéneos “movimientos” que este planeta ha visto pasar.  Desde los rebeldes del sistema que gustan de ver todo al revés, hasta los que encuentran  que esta obra contiene cosas como  “elefantes voladores” y “Billetes del tamaño de la gente”.


Aunque Alicia es una niña de apenas siete años y medio de edad, su modo de pensar  nos recuerda a Schopenhauer cuando dice que el hombre es como es. En la actualidad, al ver el ultrasonido de tres meses de vida intrauterina, el pediatra sabe ya que ese individuo va ser inquieto o de naturaleza tranquila.

 Alicia lo dice de esta manera: “Los buenos modales no se  aprenden con lecciones. Las lecciones son para aprenderá  hacer cuentas y cosas por el estilo”.

Alicia hace una broma al rey que en ese momento está escribiendo. Le mueve el lápiz y el rey escribe una cosa distinta a la que él se proponía escribir. Esto, que parecerá extraño, no es desconocido  entre los escritores. Por eso existen las frases: “perdí el control del escrito” o “El escrito se fue por una dirección distinta a como lo había planeado” o “El escrito rebasó al escritor”.

“El pobre rey, totalmente desconcertado, luchaba por recuperar el control del lápiz… Querida, es totalmente urgente que consigamos un lápiz más fino, pues con éste sucede que se escriben cosas que yo no estoy pensando”
 
"Me gustan mis poemas-dijo Emerson en cierta ocasión- porque no soy yo quien los escribe."

Irving Wallace consigna algunas experiencias que vivió en tanto escribía los borradores de su novela El Premio Nobel: " Esas  eran las ocasiones  en que la novela no resultaba el libro que yo me había propuesto escribir,o esperaba escribir, sino que iba adelante por su propia cuenta, de un modo extraño, que yo no podía reconocer ni corregir... En esas circunstancias, yo estudiaba mi plan esquematizado  de lo que venía después de lo escrito,y,gradualmente,los personajes,y el ambiente,y la situación, se salían el plan que yo había dispuesto,y reaccionaban por sí mismos, actuando como deseaban y hablando entre ellos  según sus apetencias ,comportándose como  mejor  les convenía a cada uno de ellos."

El padre del inspector Wallander ( la serie de televisión) era "pintor de cuadros",pintaba paisajes.Cada mañana se proponía pintar otro tema pero, al agarrar el pincel,empezaba otra vez a pinta un paisaje.

El rey y la reina de ese lugar le ofrecen mermelada a Alicia y ésta responde que no le gusta la mermelada. Entonces la reina le dice: “Aunque te apeteciera, de todas maneras no la tendrías, pues la ley dice: “Mermelada ayer  y mañana, pero nunca mermelada hoy.” “alguna vez tocará mermelada hoy, objetó Alicia.

 La reina  contestó que eso es imposible “ya que hoy no es otro día”. Eso es muy complicado para mí, dijo Alicia y la reina  aclaró que “eso es lo que sucede a la gente que vive al revés”. Alicia quiere aferrase a la racionalidad: “Yo nunca puedo acordarme de las cosas que aun no han sucedido”.

La reina, con la mayor naturalidad: “¡Ho, me acuerdo muy bien de lo ocurrido en las próximas semanas!”. Y era verdad, la reina se acordaba muy bien  del significado de todos los poemas que se han inventado y  de muchos que no se han inventado todavía…


La reina le urge a que se aparte de la banalidad ¿o tal vez quiso decir racionalidad?: “A ver, dime, ¿para qué sirve una niña  que no quiere decir nada? Hasta un chiste tiene que decir algo”. Acuérdese que estamos en el reino del significado de las cosas, no de la materialidad de las cosas.


Alicia, no obstante que es una niña, ya sabe que  la pasta humana se hace, fermenta, a base de prueba y error, como en las cámaras fotográficas, que para llegar al enfoque óptimo es necesario hacer viajes hacia la imperfección: “quien no tiene flaquezas es ajeno a lo humano”.

La perfección no es de  humanos. Quizá, mediante un proceso, se pueda aproximar a ella. Llegar a la perfección quiere decir que el devenir se detuvo. Ya no hay evolución, duda, investigación.
 
Sólo en teología ya todo está hecho, pero la filosofía es la cancha donde jugamos los humanos. Y donde el juego es la meta, no meter gol en la portería...

¿Regresar a la casa del otro lado del espejo? “Entonces volvería la vieja habitación de siempre, y ya no tendría la oportunidad de vivir estas aventuras…Entonces todo se acabaría”. La objetividad le parece una camisa de fuerza y quiere ir a lo desconocido.

 El autor se sirve, en el Prefacio de la obra, de dos metáforas. Una es el enroque para introducir a las tres reinas ( no a dos) al palacio y que empiece el relato. Y la otra metáfora es manipular, o inventar, otra semántica para decir cosas.

Es lo que suelen hacer algunos escritores  que inventan otros modos de decir para exponer el mismo discurrir que los filósofos utilizaron hace veinticinco siglos.

Propone: para decir: “humeante” y “colérico”, puede decirse “humérico”.

El caos mental es lo común a los humanos, lo contrario es un don. Que cada quien le ponga nombre a su donador y, entre tanto, Alicia dice: “El más raro de los dones es poseer  un gran equilibrio  de la mente”.  


Cuando se trata de llegar a la verdad, Alicia descubre que el proceso puede estar lleno de manipuladores: “Frases tres veces  dichas es la pura verdad”. La verdad no necesita decirse, es.

Lo anterior nos recuerda el  personaje de  aquel escritor (parece que fue Ibsen) que buscaba  la verdad a través de comprar tres ejemplares de diario, del mismo  periódico y  del mismo día.Como los tres decían lo mismo,esa era la verdad...

Todas estas cosas las recuerda el autor,Lewis Carroll, del tiempo que jugaba al ajedrez en la casa de las niñas Liddel. El ajedrez, otra metáfora. En una de esas, recuerda que Alicia dijo: “¡Están jugando una enorme partida de ajedrez!... ¡Una partida a nivel mundial!...”

Morris en el Zoo Humano

El autor interpreta la historia humana y la mete en el esquema de la zoología. En ocasiones con tesis  forzadas pero defiende la vida y vale la pena leerlo con atención. Su libro más conocido es El mono desnudo. Tiene la inclinación, propia de muchos escritores de su tiempo, mediados del siglo veinte, de explicar todo por el sexo.

Desmond Morris nació en Wiltshire, Inglaterra, en 1928. Se doctoró en  Oxford y se dice que, como antropólogo, es uno de los más destacados investigadores del comportamiento humano y animal.

En el capítulo sexto hace unas observaciones que se refiere al equilibrio de las actividades del humano que, de no observarse, hay problemas de salud en lo individual y en la sociedad. Tan sencillo como ir a la ciudad si es del campo o ir  al campo si es de la ciudad. La gente lo hace pero no en el sentido que lo dice Morris.

En tiempo de vacaciones millones de citadinos abandonan la ciudad, millones llenan las carreteras y se van juntos por millones a la playa y juntos por millones regresan a la ciudad. La patológica proximidad no se rompió. La cuestión es que toda la belleza de la ciudad, su confort, su calidez humana, no se aprecia sino se le ve desde lejos aunque sea por medio día.

Cuando este alejamiento no se da, la conducta se deforma, la salud s e deteriora, los hospitales y las cárceles se saturan y las notas rojas de los periódicos y los noticiarios televisivos es cuestión de todos los días: “Si habita uno en la ciudad, es bueno pasar un tranquilo fin de semana en el campo como desestimulante, y si uno es campesino es beneficioso pasar un día en la ciudad como estimulante. Esto obedece a los  principios equilibradores de la lucha  de estímulo. Pero si dura más tiempo, el equilibrio se  pierde”.

No hay diferencia entre un habitante de la ciudad y un animal cautivo. Para la ratita de laboratorio de experimentación alguien desarrolló una ruta en la cual, si resuelve el acertijo, al final encontrará comida. En el humano la economía, la mercadotecnia, la política nacional y la macro, también han trazado una ruta. La sobrevivencia está antes que nada y la cultura, y con ella el vagabundear por los campos y las montañas, casi se han olvidado. El precio es  el sobrepeso corporal, el estrés, la acidez estomacal…

La idea es que estamos prisioneros de nuestro gran invento que es la ciudad. Y como existimos muy juntos y cada vez somos más, la conducta  se altera y nuestra salud física y mental se alteran: “El moderno animal humano no vive ya en las condiciones naturales de su especie. Atrapado, no por un cazador al servicio  de un zoo, sino por su propia inteligencia, se ha instalado en una vasta  y agitada casa de fieras, donde, a causa de la tensión, se halla en constante peligro de enloquecer”.

La realidad desmiente el mito de la solidaridad en la ciudad. A raíz de los sismos  de 1985, en la ciudad de México, se vivió una solidaridad inusitada que impactó al mundo en la labor de rescatar a los heridos y los muertos de entre los escombros de los edificios colapsados  En realidad sólo fue una solidaridad emocional. En la vida habitual las calles están congestionadas de vehículos particulares cuando deberían privilegiar el uso del trasporte colectivo. ¿Dónde quedó la solidaridad? De 110 millones de mexicanos 90 usan teléfono celular sin cuidarse de la contaminación química que provoca cuando, los aparatos inservibles, se vaya la basura, máxime que el país no cuenta con una realidad  a doc para conjurar el peligro. ¿Dónde quedó la solidaridad?

El deporte mismo, tremendamente masivo, como no hay dos, el futbol, del que  se han escrito abundantes  argumentos sociológicos terapéuticos, en realidad tiene una enorme carga de estrés  y consecuencias por partido clásico, o de campeonato, que lesiona a la gente (no  a la reventa de boletos). Empezando porque la sociedad, partida en dos, queda antagónica. Al grado que en estos encuentros  s e necesita desplegar una enorme vigilancia policiaca para tratar de evitar enfrentamientos de los bandos adversarios.

Se cree, o al menos se dice, que la televisión acerca a los pueblos. Pero no hay tal comunicación social porque s e trata de un sistema unilateral donde nada más habla el locutor y la gente escucha. El viejo sistema de leer notitas del público, que llegan a la estación difusora o al canal televisor, o el  moderno recurso  de twitter, twittear, twitteros, en nada s e parecen ni de lejos a un intercambio de pareceres respecto de la planeación de la programación. El 70 por ciento consiste en anuncios, el 25  de programas para retrasados y sólo el restante 5 por ciento acaso sea de calidad. Los noticieros electrónicos y los diarios impresos son los que moldean cierto tipo de conducta entre la gente: “La mayoría de nosotros  adquirimos nuestras  ideas sobre el homicidio de los artículos periodísticos  y los novelistas tienden a centrar su atención en los homicidios  que más pueden hacer subir  las cifras de ventas  de publicación de libros”.

Al final parece que mucha  gente encontró la soñada soledad.  Durante horas el individuo ha dejado de conversar con la familia porque está atento viendo los mundos virtuales  de la pantalla de su televisor. Actúa como si hubiésemos llegado al mundo como hojas en blanco en las que todo está por escribirse. Pero no es así. Si no hacemos caso a eso que Carl Jung llama el inconsciente colectivo, que es algo así como la herencia humana de los millones de años que tiene el hombre,  entonces sí, escribe  Morris, la ciudad s e puede volver  “una gigantesca casa de locos”.

Eurípides en Las Troyanas

Las Troyanas es el tema de las mujeres que sobreviven a la guerra pero en el lado que ha perdido la contienda. Humilladas, repartidas como sirvientas y esclavas sexuales. Y de los niños que son arrancados de sus padres ya muertos en la contienda y de sus madres cautivas. Por lo general asesinados para que crecidos no tomen la revancha.

En esta obra se enfrentan Hécuba, madre de Héctor y de Paris (también llamado Alejandro), y Elena. Ya ha caído Troya y los generales griegos  s e reparten el botín humano. Hécuba, la ex reina de Troya, esposa de Príamo, ya vieja, irá de esclava al palacio de Menelao.



Elena es condenada a muerte por su esposo Menelao, al que abandonó por seguir a Paris a Troya. No quiere cambiar palabras con ella y le pide a Hécuba en su nombre hable con Elena. Elena en su defensa dice que no fue culpa suya seguir a Paris, sino obra de la diosa Cipris, que la arrojó a tomar esa decisión.

Hécuba, resentida con ella porque fue culpa de Elena que los griegos destruyeran Troya, dieran muerte a su esposo, a Héctor y a Paris sus hijos,  perdiera a  Andrómaca y a Casandra, sus hijas, le reprende sin miramientos. Dice frente a Menelao que cuando en los combates  ganaban Troya  Elena se alegraba y decía cosas despectivas de Menelao. Cuando los griegos ganaban Elena se alegraba y ponderaba su valor para atormentar a Paris. Ese era el juego de la bella Helena. Amaba a Paris pero ahora que éste ha muerto dice que fue a Troya contra su voluntad y extrañando siempre a Menelao.

“No fue Cipris sino tu ligereza que hizo abandonar el lecho de tu esposo Menelao”. Éste apoya las palabras de Hécuba: “Buscando extraño tálamo dejó por su gusto el hogar. Mezclar a Cipris  en el asunto es necia petulancia suya”.
Elena, como la Malinche en México, heroína de Hernán Cortés y de los tlaxcaltecas, es una de esas mujeres muy protagónicas en la historia, en determinado momento, a costa de una posteridad desoladora. Elena dice: “Y lo que fuera un mérito, resultó para mí una afrenta. Una corona merecía yo: me dieron maldición de infamia”.

Bellas y trágicas son las palabras que Hécuba pronuncia ante  su nieto, hijo de Héctor, ambos muertos ya. Por temor a que el niño, una vez crecido, tomara revancha contra los griegos y reconstruyere Troya, lo mataron arrojándolo desde lo alto de las torres de la ciudad. Es un tema que los niños viven en todas las guerras. Mueren antes de tener  conciencia de lo que está sucediendo. Hécuba se dirige al cadáver  de su nieto: “¡Bella cabeza, noble cabellera, con que esmero tu madre la arreglaba, la que mil veces en ternura besó…Roto tu cráneo, mana sangre aun y de tus huesos brota  toda inmundicia…” Y agrega: “La que sea madre, llore”.

Destruida Troya, los griegos vencedores regresan a su patria. Uno a uno irá muriendo de manera nada heroica. Hécuba pronuncia en su dolor unas palabras que advierten de lo azaroso de la vida: “¡vano y loco es el hombre que en la dicha se deleita creyendo que es segura!”

Y  Hécuba declara aun cuál es el precio de la inmortalidad para las naciones, como Troya, como Cartago, como México-Tenochtitlán y como Roma misma: “¡Troya, la grande entre los pueblos barbaros: muy en breve habrás perdido tu renombre orgulloso! Te hacen arder, te arrancan tus hijas para hacerla esclavas”.

Tom Wolfe recuerda el movimiento hippy

Tom Wolfe
Wolfe describe cómo en la década de los noventas, del siglo pasado, en muchas partes de Estados Unidos se estableció la moda de tratar a los niños de esas escuelas para que no fueran tan inquietos. Inquietos propios de la temprana edad pero esta conducta se empezó a etiquetar como una patología.

Se diagnosticaba que esos niños tenían una alteración a la que se le llamó “trastorno por déficit de atención” TDA. Algo así como una dolencia física neurológica. Una generación atrás los niños, jóvenes y aun adultos, pasaban las horas jugando “futbolito”. Un contendiente de cada lado de la mesa manipulando las barras de los pequeños jugadores de plomo para meter en la portería el minúsculo balón de plástico. Entre tanto otros muchachos observando el encuentro esperando que uno perdiera para entrar a sustituirlo. Como hacen los “retas” en el frontón. Nadie dijo entonces que tal actividad lúdica fuera una patología individual y social.

En los noventas la euforia del futbolito  había pasado. En su lugar estaban ahora  las tremendamente movidas caricaturas de la televisión y los videojuegos en los comercios de la calle. Para paliar esta actividad, considerada ya como alteración de la conducta, se  empezó a  tratar a los niños   con un fármaco. En su libro El periodismo canalla, Tom Wolfe  escribe: “a lo largo y ancho del país encontramos una generación entera de niños, cientos de miles de niños, tratados con el fármaco mágico contra el TDA: Ratilín, el nombre comercial que en Estados Unidos los laboratorios CIBA-Geneva han dado al estimulante metilfenidato”.

Agrega que él se enteró de la existencia del  Ratilín en 1966, en San Francisco, mientras investigaba para un libro sobre el  movimiento psicodélico que el mundo conoció como “hippy”. Cierta parte del género hippy era conocida  como “Monstruo de las anfetaminas” y un subgrupo de este “Monstruo” se hacía llamar “Ratilín Head”:

Añade:
 “A los Ratilín Head les chiflaba el Ratilín. Era fácil verlos sumidos en el éxtasis de un viaje con Ratilín. Ni un movimiento, ni un parpadeo. Permanecían inmóviles, absortos en cualquier  cosa. Una boca de alcantarilla, la línea de sus propias manos-indefinidamente…entre una comida y otra, durante largos periodos del  insomnio…El nirvana absoluto del metilfenidato…Entre 1990 y 1995, las ventas de Ratilín se incrementaron un seiscientos por ciento, y no porque aumentara el apetito de esta subfamilia de Speed Freaks en San Francisco, sino porque una generación entera de niños estadounidenses, desde los alumnos , de las mejores escuelas privadas del nordeste hasta los de las  misérrimas escuelas  públicas de Los Ángeles  y San Diego, estaban enganchados  al metilfenidato, diligentemente administrado a diario por sus camellos  particulares, las enfermeras de los colegios”.



A Tom Wolfe se le ha llamado en Estados Unidos como el padre del nuevo periodismo.Escribe respecto de los más polémicos temas por los que atraviesa la sociedad y como novelista  alerta del descenso de la  narrativa norteamericana.

Un paranoico llamado Ezra Pound

Título: Ezra Pound
Editorial Mondadori
1999
Madrid

En esta edición encontramos los siguientes datos biográficos de Pound.
Nació en Hailey, en el estado de Idaho (Estados Unidos) en 1885. A partir de 1906, se estableció en Europa, principalmente en Italia e Inglaterra. Desde ahí promovió dos grandes movimientos de vanguardia que fueron el imaginismo y el vorticismo.
A finales de la segunda guerra mundial fue acusado de alta traición y detenido por los aliados en Italia. En 1946, tras ser declarado paranoico, fue internado en un sanatorio mental en Washington. En 1958 regresó a Europa y murió en Venecia  en 1972.



De  su creación literaria se destaca Cantos (1970) considerada la epopeya en lengua inglesa más importante del siglo veinte. Se dice que a ella dedicó cuarenta y cinco años de su vida. Exploró varias tradiciones poéticas entre ellas la china y la provenzal. De alguna manera ayudó a jóvenes  autores como T.S. Eliot y James  Joyce.

Fragmentos:

¡Oh Dios! ¡Oh Venus! ¡Oh Mercurio, patrón de los ladrones! Déjame un pequeño estanco,
O establéceme un pequeño estanco,
O establéceme en cualquier profesión
Que no sea esta maldita profesión de escritor,
En donde uno necesita devanarse los sesos todo el tiempo.
Dibujo de Máx, tomado del
diario El País,29/08/15


Y todo esto se acaba.
Y no lo veremos más.

Y nos emborrachábamos  un mes tras otro, olvidando a reyes y príncipes

Nuestra tristeza es amarga, pero no queremos volver a nuestro país.

De qué sirve hablar, hablar no lleva a ningún sitio, las cosas del corazón no conducen a ninguna parte.

Y las muchachas vestidas de bermellón se emborrachaban en la tarde

Y también Lí Po murió borracho.
Intentó abrazar a la luna
En el río Amarillo.

Pero sobre todo, ve a la gente práctica…
¡Ve! ¡Llama a sus timbres!
Diles que no trabajas
Y que vivirás para siempre

 Los ricos tienen mayordomos en vez de amigos,
y nosotros tenemos amigos en vez de mayordomos.

Una inteligencia media…con un pensamiento menos cada año.

A un libro se lo conoce conociendo a quienes lo leen

Eurípides y Los Suplicantes

“Aprender a usar la victoria” es una frase que se dijo hace veinticuatro siglos. No se le hizo caso al poeta, declarado por algunos eruditos como el poeta trágico pacifista y, por todos lados vemos guerras que buscaba tomarse la revancha.

Al dialogar Teseo, rey de Atenas, con Adrastro, rey de Argos, le ruega le entregue los cuerpos de los guerreros muertos al intentar conquistar la ciudad de Tebas. Han fallado en el intento y ahora los cadáveres  yacen esparcidos por el suelo y son devorados por los animales.  Creón es el gobernante  de la ciudad de Cadmo, ante cuyas murallas se encuentran tirados los cadáveres y es el que se opone a  entregarlos. Una ley en Grecia mandaba que a los muertos se les diera sepultura, pero los de Argos se oponen  a tal cosa. Y con ese empecinamiento, y apoyados en su fuerza, porque han vencido, no hacen  caso de la ley.  Etra, madre de Teseo, rey de Atenas, dice algo de lo cual nadie hace caso en muchas partes: “Quien respeta las leyes, salva al pueblo”. No que las manipule, que las respete.

 Teseo, extrañado porque no les entregan los cadáveres, pregunta la causa. Es cuando Adrastro le responde: “Aun no aprenden a usar la victoria”.

Eurípides ofrece en este lugar una excelente página de los temas dictadura- democracia. El asunto no es el leit motiv de la mencionada tragedia pero de alguna manera el autor encontró el lugar para ofrecernos su punto de vista. Es el tema que se ha discutido por los siglos y es el modo de gobernar un pueblo: deben gobernar muchos o sólo uno debe gobernar. Sabemos que escritores de uno y otro modo de pensar han compuesto sendos tratados defendiendo un sistema y condenado el otro modo. Sus libros llenarían el Mediterráneo, el Océano Pacifico, el Golfo de México y los hielos de la Antártica.  Rousseau habla muy parecido a Eurípides, por ejemplo. En un breve ejercicio dialectico Eurípides nos ofrece ambos pareceres.

El diálogo, en Los Suplicantes, es con motivo que el mensajero de Tebas lleva un comunicado a Teseo, rey de Atenas. Ambas ciudades están a punto de entrar en conflicto y de ahí el tono polémico del dialogo. Teseo ya había dicho al mensajero que él tiene “una monarquía de libres,  una ciudad sin trabas y con voto igual” Y sigue:

Yerras desde el principio, extranjero: buscas un rey aquí. Esta ciudad no es gobernada por un solo hombre. Es una ciudad libre. El pueblo reina: uno en pos de otro se van turnando los magistrados cada año. Aquí no hay privilegio para el rico: rico y pobre, tienen el mismo derecho.

Mensajero:

¡Te gano un punto, desde luego, como quien juega a los dados! ¡Sí, la ciudad de donde yo vengo es regida por un solo hombre, no es dominada por la plebe, ni en ella se apoya! No hay ahí quien con jactanciosas palabras soliviante a los hombres y los mueva a su antojo para servir a sus propios fines, a uno o a  otro lado. Esos que son ahora el encanto del pueblo, para ser sus desgracias al día siguiente. Para encubrir sus faltas alzan voces contra los rectos y contra lo más sagrado. De ese modo s e libran ellos de merecida pena.

Dime, ¿cómo es posible que  un pueblo que ni siquiera puede regular lo que piensa, pueda con rectitud regir una ciudad certeramente? La experiencia del tiempo es la que enseña, no la apresurada precipitación. El que la tierra labra, el hombre pobre, si acaso no es sin ciencia ¿va a dejar los trabajos de que vive para entregarse al régimen de los intereses comunes?

Teseo:

¿Qué hay para el pueblo peor que un tirano? ¡Se acabaron las leyes que escritas sólo quedan! ¡Un hombre solo manda! La ley, es letra muerta. Iguales son ya los hombres. Pero si hay leyes fijas, si gobierna el derecho, tiene el mismo derecho el pobre, como lo tiene el rico. Al de abajo le toca responder y alegar. Y si tiene razón apoyada en derecho, el pobre de abajo vence al rico tan alto. ¿Libertad, dices? ¡Oye, todo el que pueda ,debe dar consejo a su patria, si lo halla justo. ¿Ves, cada uno debe salir a la luz pública, o esconder su grandeza, si le place callarse. ¿Hay acaso algo mejor que esa igualdad?

Y vamos adelante. Donde gobierna y dicta la doctrina del pueblo, ¡cómo se goza al ver que crece y medra la juventud radiante. No el tirano es así, al contrario. Hostil a todo. A los más destacados aborrece. Si tiene su modo de pensar propio, los aniquila. Un solo temor lo domina: el de perder el mando. ¿Puede una ciudad tener fortaleza, si como al campo en plena primavera se le viene a despojar de las espigas? ¡Muerta la vida juvenil, ha muerto todo!.

Mensajero:

La esperanza es un mal enorme: a muchas ciudades las hundió en la ruina: es que irritaron a los enemigos. Cuando en un pueblo se delibera acerca de la guerra, al dar su voto  nadie piensa que el mal de ella  ha de caer sobre su cabeza: todo el mundo piensa en los otros. ¡Ojalá que al votar tuvieran ante sus ojos la muerte que los amenaza…

Etra, la madre reina, convence a su hijo Teseo, de rescatar los cadáveres: “Iré a salvar a los muertos. Primero, intentaré convencer con palabras. Y si no, por la fuerza de mi lanza tengo que conseguirlo. Y se hará con la ayuda de los dioses”. Chocan los ejércitos: “Y fue terrible el combate: golpe por golpe, ataque por ataque, y la muerte como resultado en ambos ejércitos, Se oían grandes clamores…” 

Al final Teseo gana la batalla. Los espartanos de Creón retroceden hacia la ciudad y cierran sus puertas. Los atenienses de Teseo quieren derribar las puertas y comenzar el saqueo y las violaciones. Es cuando Teseo les muestra que él sí sabe hace uso de la victoria: “No he venido a arruinar la ciudad, vine a rescatar a los muertos”.

Es de malandrines no aprovechar la ocasión para la paz: “El que fue bien forjado en su crianza, nunca perpetra cosa vergonzosa…Mínimo es el lapso de la vida: hay que vivirla sin afán alguno y no agravarla con locos infortunios…

Eurípides y Ion, el hijo abandonado y padre de la humanidad

Es uno de los poemas más bellos de Eurípides. Pero es, a su modo, el descubrimiento de ver que la llaga ha sanado después de haber arrancado con gran dolor la costra. ¿Esta apreciación dice algo a la psiquiatría moderna?

Que nadie abra el libro de las obras de Eurípides sino tiene el  ánimo, lo suficientemente fuerte, para soportar que el espejo le devuelva una imagen que no es de su agrado. Eurípides es un poeta trágico y, según fama, es el más trágico de los poetas de su tiempo. Sus temas  tocan lo más profundo del humano. El que lo lea, sea hombre o mujer, debe esperar una revelación que acaso le repugne. Pero  parece  que es haciendo,  y no eludiendo, como se llega a la cura.

Todos los días alguien abandona un niño recién nacido o se decide por algo peor antes de que el niño nazca. Puede ser una recomendación legítima de la ciencia médica luego de estudios muy especializados, o bien puede deberse por uno y mil argumentos de orden social o económico. Como sea, ese recuerdo ya no  abandonará a la madre ni al padre. En algún momento del ajetreado día, o de la silenciosa noche, el recuerdo volverá. El recuerdo, materializado en alguna patología, lo llevará, un cuarto de siglo más tarde, al confesionario religioso o ante el sillín laico del psiquiatra. O bien engrosará la bolsa del vendedor  de drogas prohibidas tratando de aplacará lo que yace allá, en el subconsciente.

Este es el drama de Creusa, la mujer que tuvo relacione ilícitas, quedó embarazada, abandonó al niño y, andando el tiempo, a su esposo, con el que no ha podido tener hijos, se le hizo creer  que es hijo suyo. Todo se mueve en la esfera en la que  mucho tiene que ver ese dios todo poderoso, Zeus, que jamás pudo controlar su deseo de poseer a las mujeres humanas. Pero si quitamos la presencia de Zeus, ¿acaso  hay asunto más humano que éste? ¿Cuántas madres viven el secreto del niño no nato o ver todos los días al padre cuidar a un niño del que no es padre? Eurípides no trata de apedrear a estas mujeres sino comprender la dimensión de su secreto. Creusa lo dice. “¡Él afrenta y ella se atormenta…Ella que padeció tan dura suerte!” Y aun queda la situación del niño que jamás conoció las caricias y los cuidados de una madre y, de una madre que tampoco pudo tener entre sus brazos al niño.



En todo caso todavía no sabemos por qué suceden las cosas. Si son programadas o son producto de la causalidad. Y quién sabe si de algo sirve rogar al cielo esto o aquello. Ion exclama: “Sacar de un dios un bien por la violencia infecundo resulta. Son provechosos sólo los que a su placer nos otorgan”.

Es a través de los sentimientos otra manera en que los inmortales hablan a los mortales. Creusa era una virgen de Atenas que fue forzada sexualmente por el dios Febo (en el relato se le llama Zeus, Febo,  Loxias, Apolo)  Cuando el niño nació Creusa lo abandonó en una gruta, depositado en un canasto. El dios Febo pidió a un hermano suyo  que fuera por el niño y lo depositara a la entrada de su propio santuario. La profetiza del lugar al entrar al recinto vio la canasta en la que estaba el niño. De momento pensó ordenar que lo quitaran de ahí y lo llevaran lejos pero, en ese momento intervino Apolo, el padre del niño, y cambió los sentimientos de la profetiza: “De compasión vencida, quedó inmóvil. ¡Era que el dios venía en ayuda de su hijo para que no fuera echado de su propia casa. Toma al niño y lo salva ella!”. Ahí creció el niño jugando en el santuario y con el tiempo los de la ciudad de Delfos lo hicieron guardián de los tesoros del dios.

Entre tanto Creusa se casó con el guerrero Xutos. Por  años el matrimonio no tuvo hijos. En determinado momento se vieron impelidos en ir  al santuario de Apolo. Eurípides dice: “Él mismo los llevaba. A su destino los encaminaba”.  Xutos y Creusa piden al dios que les de descendencia y Apolo les da a Ion, su propio hijo. Por medio del oráculo tienen la respuesta que a su casa regresarán con un hijo: “Dijo que ni tú ni yo volveríamos a casa sin tener un  hijo”. Le hace creer que Ion   es de Xutos. De esa manera el niño forma parte de un hogar y la paternidad del dios queda encubierta.

Al dirigirse al dios Creusa no puede evitar hablar a la divinidad con resentimiento, al punto que Ion lo nota y dice: “¿Y por qué esta extranjera con cripticas palabras siempre se dirige al dios con vituperios?”

Como sea, llega un momento en que Ion no entiende qué sucede con la conducta del  dios que tiene hijos con las mujeres humanas y después los abandonan: “Hace fuerza a las vírgenes y luego las desdeña. Tiene hijos a hurtadillas, y luego los deja perecer” (el mismo Jesús exclamará en la cruz: “padre por qué me has abandonado”.
 Con profunda y lastimosa nostalgia el coro exclama: “¡Son los hijos que acogen sus padres la grata riqueza que, a su vez, a otros hijos habrán de trasmitir!” Hay aquí toda una proposición de temas para la sociología. Y que aun la política de Estado debiera  de atender. La consistencia de estas relaciones familiares o la flojedad de las mismas, repercutirán en la suerte de la nación. ¡Por qué preocuparse de un todo  si la parte que le toca está erosionada o, a la inversa ¿por qué no? Estos hijos bien recibidos por sus padres “En la desgracia son el apoyo. En la dicha son amor. Cuando la patria esté en peligro, el brillo de su lanza la salvará”.

Más que registros para la sociología es una buena estratagema de guerra al servicio del enemigo: pervertir previamente  a la juventud de la nación a vencer y se ahorrarán después  muchas vidas y municiones en el campo de batalla. Era un recurso de guerra que los aztecas ya había descubierto. Rezaban a Tezcatlipoca, su dios tutelar, de esta manera, refiriéndose a sus enemigos: “¡Vuélvelos borrachos!”

Xutos sale de consultar al oráculo y está feliz pues le ha revelado que Ion es su hijo.

La intención de Creusa es consultar al oráculo y tener noticias  si el niño sobrevivió o murió cuando ella lo abandonó en la caverna. Pero pregunta en tercera persona: “Dicen que se unió con Febo cierta amiga mía”. Hablar en tercera persona, un canasto para el niño abandonado, abandonar al niño a la puerta de un santuario y la figura de la caverna, son imágenes que nos viene desde aquella remota etapa de  la cultura griega y que de alguna manera siguen vigentes.

Creusa se entera que su marido Xutos tiene un hijo, y ya crecido, entra en una confusión enorme. Por un  lado está la traición de su marido que  se acostó con otra mujer, que sería  la madre de Ion. Además  ese hijo heredará con el tiempo el palacio y el reino de Xutos. Así, el advenedizo un día la desplazará. Una anciana le aconseja que mate a ambos: “hazlos que mueran, tu esposo y su hijo, y no esperes que ellos  te den a ti la muerte. Si no  te atreves, perdida estás.  Dos enemigos bajo un mismo techo, jamás”.

Creusa se decide dar muerte a los dos. Sería en ocasión de un festín que ofrece Xutos para celebrara que tiene un hijo.  Creusa  le dice a un anciano:”  Cuando llegue la hora de hacer las libaciones toma el veneno, escóndelo en tus ropas, viértelo en la copa del joven” En el festín el viejo vierte veneno en la copa de Ion. Pero su padre Febo no lo abandona.

 La manera que impide  es que en ese momento uno de los invitados lanza un grito. Ion, acostumbrado desde niño, en el santuario,  a convivir con los oráculos, interpreta  que el grito  es una señal de advertencia. Ordena que todos los asistentes arrojen el vino de sus copas al suelo, que estas se laven y  las vuelvan a llenar con otro vino. En eso entran volando muchas palomas y, descendiendo, beben del vino esparcido por el suelo. De todas las palomas, sólo una muere y es la que bebió del vino que arrojó Ion. Este sujeta al viejo que le sirvió la copa y lo obliga a decirle el nombre de quién lo envió a matarlo por medio del veneno. El viejo le dice que fue Creusa la que tramó lo de la copa envenenada.

Las autoridades de Delfos deciden que Creusa, aun siendo reina, debe morir por el intento de asesinato.  Creusa, al ser descubierto su plan, huye, pero la única manera de salvarse es refugiándose en el santuario del dios Febo. Hasta ahí la sigue Ion para matarla. Cuando la va a herir con su espada nuevamente interviene el dios  Febo, por medio de la sacerdotisa. Ésta  le entrega el cesto en el que un día fue abandonado Ion. A pesar de haber trascurrido los años  se conservan bien, incluso una hoja de olivo no ha perdido su verdor. Creusa se da cuenta que Ion es el hijo que ella abandonó y que creía había sido devorado por las fieras. Creusa le dice que es su madre. Ion piensa que es una estratagema más  de Creusa para salvarse de la muerte. Antes de pasarla con la espada la pone a prueba y le pregunta qué con tiene el cesto. Sin verlo Creusa le va diciendo detalle por detalle las cosas del cesto, como un listó bordado por ella pero que no terminó, etc.

Ion se convence  que ella es su madre. Se reconcilian, se reconocen madre e hijo y son felices por fin. Pero queda algo pendiente. Creusa ha emprendido el camino de la sanación integral y dice que necesita decirle la verdad a su esposo Xutos, que el hijo no es de él y sí del dios Febo. Porque hasta ahí Xutos cree que Ion es su hijo. También Ion cree que Xutos es su padre, pero Creusa le revela: “Me uní con Febo en secreto enlace”. Ion se siente feliz al saber que también es hijo del dios Febo.

Reconciliados, Ion le pide a su madre que, con toda confianza, le diga la verdad. Porque hay mujeres que conciben de un hombre  y luego dicen que un dios la poseyó (o el viento o la luna, o durante un sueño, etc.) . Creusa le dice: “Tu padre es el dios que aquí te ha nutrido. ¡Tu padre es Loxias!”. Ion tiene todavía otra pregunta: “¿Y cómo  Loxias, siendo yo su hijo, me da a otro padre? ¿No ha dicho que por Xutos fui engendrado?” Creusa contesta: “No dijo que te engendrara él. Te dará a él solamente”.

Creusa recapacita y le pide a Ion que no se le diga a Xutos el secreto y que éste siga en la creencia que él es el padre de Ion. Y da sus argumentos: “Si te declaran hijo de un dios, nunca pudieras ser acreedor a la herencia, ni siquiera  llevar un nombre paterno”. Están en esa indecisión cuando Eurípides introduce en el relato  el deu ex machina que resuelve lo que parece que no tiene solución. Aparece la diosa Atena y les impone que guarden el secreto. Eso es necesario porque el dios Febo le tiene reservado a Ion el destino de ser padre de descendencia que gobernará  las cercanas y las lejanas naciones de la Tierra. Y esos hijos “Pasarán más tarde a las llanuras de ambos continentes, Asía y Europa, una frente a otra. Y se han de llamar jonios, por el nombre de éste. Y su renombre ha de invadir el mundo”.

Como se ve, esta es una tragedia que no a acaba en tragedia. La tragedia se desarrolló en el corpus de la obra y nos reveló los mil recovecos en los que suelen vivir, en silencio, los mortales. Y sobre todo las mortales. Empero, y esta es otra de las lecciones de la obra, tanta angustia no necesariamente tiene que desembocar en tragedia. Eurípides dice: “Aunque los hombres miren desencadenarse las tormentas del infortunio en su casa, tengan ánimo firme y valiente… ¡Tardía puede ser la justicia de los dioses, pero al fin se realiza!”.


        " Los primeros filósofos propiamente dichos aparecieron, como hemos apuntado, en Grecia hacia el siglo VI a.d.C., y se llaman ‘jónicos’ porque surgieron en las colonias griegas de Jonia, en la costa de Asia Menor.
 
TALES DE MILETO (~ 585 a.d.C.):
Es el primer pensador jónico de que se tiene noticia, y la única fecha que se cono­ce de él con cierta seguridad es el año 585 a.d.C., en que, según cuentan, predijo un eclipse de Sol. Como todos los filósofos jónicos, Tales se interesaba por el ‘ARJÉ’, o ‘principio de todas las cosas’, tal vez por influencia de aquella idea de unidad universal presente ya, como hemos visto, en las religiones orientales. Igual que en aquéllas, los filósofos querían encontrar una ‘necesidad o ley que lo gobierne todo’. Las ideas de Tales, se  han conservado a través de muy pocos fragmentos que citan autores griegos posteriores".

Stekel y la enfermedad inventada

Bibliografía: La mujer frígida
Autor: Wilhelm Stekel
Ediciones Iman, Buenos Aires, Rep. Argentina
1956

Este psiquiatra nos relata que el humano tiene la necesidad de ser curado cuando siente que alguna enfermedad lo agobia, pero al mismo tiempo, en algún tipo de enfermo, propiamente el neurótico, se resiste a ser curado.

Lo vemos en el individuo que consulta a tres médicos. Acude al médico  con todo empeño y responsabilidad por su salud que siente quebrantada. Al salir del consultorio, todavía con la receta  en la mano, exclama: qué tal si es otra cosa la que tengo. Para salir de dudas consulta a un segundo médico. Este le ha recetado lo mismo que el otro pero, considerando que un laboratorio es de calidad más confiable, anota en la receta la misma medicina pero con el nombre  muy propio de su marca comercial. El enfermo al ver que hay discrepancia decide que los doctores no saben y consulta a un tercero. Es el viejo ejemplo de querer curarse y al mismo tiempo tener una justificación de permanecer enfermo.



O bien si pertenezco a algún servicio médico como sería el caso, en México, del Seguro Social, para los trabajadores de las empresas libres, o el ISSSTE para trabajadores al servicio del Estado, me parece que mi médico es incapaz, o muy burocratizado, y voy a la dirección de mi clínica a pedir que me cambie con otro médico o con el médico de otro turno…

Hay aquí también la intención de curarse ya la vez la decisión de permanecer enfermo. Porque ambos médicos  me han señalado que para combatir   de fondo el mal me abstenga de comer esas grasas de carnes rojas, particularmente las de borrego y las de cerdo, y a la vez que haga ejercicio físico de manera regular, según mi edad. Pero sigo comiendo esas grasas y también sigo en el sedentarismo patológico.

En concolusión, digo, esos médicos no saben y, pasado algún tiempo, volveré a pedir al director que me cambie de médico. Stekel dice:”Si hay voluntad de ser curado, existe también, la antítesis, la voluntad de permanecer enfermo…Todo neurótico procura que su neurosis sea insoluble para siempre y que sea suprimida toda posibilidad de curación”.

A estas alturas del asunto Stekel menciona que el narcisismo se ha hecho evidente, en el objeto de su estudio, que es la mujer frígida: “No ama más que a sí misma y a todos los que la admiran. Cuando un hombre le hace el amor diciéndole que es muy bella, se siente triunfante, le ama en seguida, es decir, se ama a sí misma”.

Pero ¿cuál es el objetivo de esta conducta? Uno de ellos, puede haber varios, es un sentimiento de inferioridad a que está siendo tomada, o tomado, en cuenta, cada día menos: “Tiene necesidad de la enfermedad, porque con su ayuda domina el ambiente que le rodea”.

Una reflexión final que hace Stekel, refiriéndose en este caso a una mujer: “Deseosa de salud, derrocha una fortuna en sanatorios y en médicos, aun siendo tan celosa de su enfermedad”.

Muchas de estas patologías Stekel las aplica por igual al hombre que a la mujer. En ella la cosecuencia es la frigidez y en el hombre la impotencia.

Eurípides: democracia-dictadura

Eurípides ofrece una excelente página de estos temas  en la tragedia Suplicantes. El asunto no es el leit motiv de la mencionada tragedia pero de alguna manera el autor encontró el lugar para ofrecernos su punto de vista. Es el tema que se ha discutido por los siglos y es el modo de gobernar un pueblo: deben gobernar muchos o sólo uno debe gobernar. Sabemos que escritores de uno y otro modo de pensar han compuesto sendos tratados defendiendo un sistema y condenado el otro modo. Sus libros llenarían el Océano Pacifico, el Golfo de México y los hielos de la Antártica.  Rousseau habla muy parecido a Eurípides, por ejemplo. En un breve ejercicio dialectico Eurípides nos ofrece ambos pareceres.

El diálogo, en la mencionada tragedia, es con motivo que el mensajero de Tebas lleva un comunicado a Teseo, rey de Atenas. Ambas ciudades están a punto de entrar en conflicto y de ahí el tono polémico del dialogo.



 Teseo ya había dicho al mensajero que él tiene “una monarquía de libres,  una ciudad sin trabas y con voto igual” Y sigue:
Yerras desde el principio, extranjero: buscas un rey aquí. Esta ciudad no es gobernada por un solo hombre. Es una ciudad libre. El pueblo reina: uno en pos de otro se van turnando los magistrados cada año. Aquí no hay privilegio para el rico: rico y pobre, tienen el mismo derecho.

Mensajero:
¡Te gano un punto, desde luego, como quien juega a los dados! ¡Sí, la ciudad de donde yo vengo es regida por un solo hombre, no es dominada por la plebe, ni en ella se apoya! No hay ahí quien con jactanciosas palabras soliviante a los hombres y los mueva a su antojo para servir a sus propios fines, a uno o a  otro lado. Esos que son ahora el encanto del pueblo, para ser sus desgracias al día siguiente. Para encubrir sus faltas alzan voces contra los rectos y contra lo más sagrado. De ese modo s e libran ellos de merecida pena.

Dime, ¿cómo es posible que  un pueblo que ni siquiera puede regular lo que piensa, pueda con rectitud regir una ciudad certeramente? La experiencia del tiempo es la que enseña, no la apresurada precipitación. El que la tierra labra, el hombre pobre, si acaso no es sin ciencia ¿va a dejar los trabajos de que vive para entregarse al régimen de los intereses comunes? ¡Qué males para los hombres sin tacha  cuando uno, que nada valía antes, logra escalar la altura del poder con palabrería vana que embauca al pueblo!”

Teseo:
¿Qué hay para el pueblo peor que un tirano? ¡Se acabaron las leyes que escritas sólo quedan! ¡Un hombre solo manda! La ley, es letra muerta. Iguales son ya los hombres. Pero si hay leyes fijas, si gobierna el derecho, tiene el mismo derecho el pobre, como lo tiene el rico. Al de abajo le toca responder y alegar. Y si tiene razón apoyada en derecho, el pobre de abajo vence al rico tan alto. ¿Libertad, dices? ¡Oye, todo el que pueda ,debe dar consejo a su patria, si lo halla justo. ¿Ves, cada uno debe salir a la luz pública, o esconder su grandeza, si le place callarse. ¿Hay acaso algo mejor que esa igualdad?

Y vamos adelante. Donde gobierna y dicta la doctrina del pueblo, ¡cómo se goza al ver que crece y medra la juventud radiante. No el tirano es así, al contrario. Hostil a todo. A los más destacados aborrece. Si tiene su modo de pensar propio, los aniquila. Un solo temor lo domina: el de perder el mando. ¿Puede una ciudad tener fortaleza, si como al campo en plena primavera se le viene a despojar de las espigas? ¡Muerta la vida juvenil, ha muerto todo!.

Mensajero:
La esperanza es un mal enorme: a muchas ciudades las hundió en la ruina: es que irritaron a los enemigos. Cuando en un pueblo se delibera acerca de la guerra, al dar su voto  nadie piensa que el mal de ella  ha de caer sobre su cabeza: todo el mundo piensa en los otros. ¡Ojalá que al votar tuvieran ante sus ojos la muerte que los amenaza…

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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